Home

Economía

Artículo

TIEMPO DE MORIR

La paz de Belisario ha sido para el M-19 la paz de los sepulcros.

25 de agosto de 1986

Con la muerte de Gustavo Arias Londoño, más conocido como "Boris", en el municipio de Caldas, Antioquia, la lista de jefes guerrilleros del M-19 muertos durante el proceso de paz del presidente Betancur alcanza dimensiones de hecatombe. Se inició con Jaime Bateman, jefe supremo de la organización, en abril de 1983. Y desde entonces el grupo ha visto caer uno tras otro a una docena de sus más prestigiosos dirigentes: Carlos Toledo Plata, Elmer Marín, Carmenza Londoño ("la Chiqui"), Andrés Almarales, Alfonso Jacquin, Luis Otero, Iván Marino Ospina, Augusto Lara, Israel Santamaría, Alvaro Fayad... Al cierre de esta edición la prensa daba cuenta además de la muerte de Carlos Pizarro en un combate en el Valle, aunque no había sido encontrado su cadáver y la información se basaba solamente en el relato de un guerrillero preso y no identificado. Puede tratarse solamente de un exceso de entusiasmo por parte de los informantes militares, como ha sucedido ya en varias ocasiones. Pero de ser cierta la noticia, puede interpretarse casi como el puntillazo final a la organización guerrillera.
Con excepción de Carlos Toledo, asesinado en "tiempos de paz" cuando salía de su casa en Bucaramanga el 21 de agosto de 1984, y de la mutilación sufrida por Antonio Navarro por un atentado en Cali en mayo del 85, todas las bajas sufridas por el M19 en estos dos años han sido consecuencia de su política de guerra a ultranza. O bien producto de acciones demenciales, como la toma del Palacio de Justicia, emprendidas en un desesperado intento de recuperar protagonismo político, o bien resultado de la disgregación militar sufrida por el grupo bajo los embates del Ejército que ha obligado a sus más altos responsables a ocuparse de.misiones subalternas descuidando las precauciones de seguridad. Así cayeron Iván Marino Ospina en una casa en Cali, y Alvaro Fayad acorralado por una delación anónima en un apartamento en Bogotá, víctimas ambos con toda probabilidad de la infiltración del M-19 por parte de la inteligencia militar.
La muerte de " Boris" puede obedecer a causas parecidas. Muerto Israel Santamaría, que era el encargado de la zona de Antioquia, "Boris" fue al parecer a reemplazarlo. Y un indicio de que las autoridades estaban al tanto de sus movimientos es que instalaron un retén de Policía en Caldas, donde nunca lo había habido. El retén -de acuerdo con la versión de la Oficina de Información de la Policía Nacional- interceptó el campero en que viajaban "Boris" y otros dos guerrilleros (Aristóbulo Zuloaga y la muchacha de 17 años Luz Angela Saavedra) a las nueve de la noche del miércoles 23 de julio. Los guerrilleros -dice el boletín de la Policía- trataron de arrojar una granada de fragmentación, pero fueron dominados por los agentes y llevados detenidos al cuartel de la VIII Estación. Allí "Boris" intentó desarmar a un agente, cuyos compañeros reaccionaron dando muerte al guerrillero de siete impactos de bala. Según versiones de prensa, el cadáver fue exhibido durante varias horas en la plaza del pueblo. El alcalde de Caldas, sin embargo, dice que sólo fue dejado allí unos pocos minutos mientras llegaba una ambulancia para trasladarlo a Medellín. Al día siguiente, los periodistas sólo pudieron verlo cubierto con una sábana que no dejaba a la vista sino el rostro marcado de contusiones y hematomas en la frente y la nariz.
Las versiones de prensa son contradictorias y confusas. Según algunas, Arias Londoño viajaba con documentos en los cuales se detallaban planes de acciones terroristas para llevar a cabo en Antioquia, Santander y Cundinamarca, bajo el título general de "La locura del combate". El nombre no suena demasiado convincente para ser obra del M-19, que tiene tendencia más bien a titular sus campañas con frases heroicas de inspiración bolivariana. "La locura del combate" parece, por el contrario, una descripción hecha por sus adversarios o sus críticos, pues si en algo ha persistido el M-19 es en su tozuda convicción de no considerar el combate una locura, sino el único camino sensato. Una "sensatez" que, con "Boris" ahora y quizás con el último jefe máximo Carlos Pizarro, ha terminado por llevar al grupo al exterminio.

HIJO DE LA VIOLENCIA
Gustavo Arias Londoño había nacido hace 39 años en Montenegro, Quindío, hijo menor de una familia campesina muy pobre. Hizo sus estudios secundarios en Buenaventura y luego consiguió estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde se graduó. Quienes lo conocieron atribuyen su dureza implacable a la familiaridad con la violencia que marcó su infancia, como la de Iván Marino Ospina, en el ensangrentado Quindío de los años cincuenta. Su carácter reservado y hermético y su inflexibilidad doctrinaria hacían de él un "cuadro conspirativo", muy distinto de la mayoría de sus compañeros en la dirigencia del M-19 con quienes en ocasiones tuvo serias discrepancias.
"Boris" fue detenido varias veces. La primera, a raíz del asesinato de José Raquel Mercado, cuando -según carta que envió a los medios de comunicación y fue publicada por la revista Alternativa- fue sometido a torturas. En octubre de 1979, gravemente herido, fue nuevamente capturado en Florencia, Caquetá, y condenado por un consejo de guerra a once años de prisión. Pasó por las cárceles de Neiva, Tunja e Ibagué antes de ser llevado a La Picota. El 13 de marzo de 1981 fue rescatado por miembros del M-19 disfrazados de enfermeras y médicos cuando se encontraba bajo tratamiento en el Hospital de La Hortúa.
A su muerte ocupaba el segundo lugar, después de Carlos Pizarro, en la jerarquía de mando del M-19.