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Informe especial

A tomar impulso

Las telecomunicaciones en Colombia se preparan para una nueva expansión. De las decisiones que tome el nuevo gobierno dependerá que ésta se sostenga en el tiempo.

26 de agosto de 2002

Uno de los sectores de la economia que más se va a mover durante el próximo cuatrienio es sin duda el de las telecomunicaciones. Este negocio, que había estado relativamente quieto durante los últimos años, se prepara para entrar en una nueva etapa de expansión. La razón más inmediata es la entrada inminente de los PCS, que competirán con los celulares y darán un nuevo impulso a este servicio. Pero también hay otras razones. La llegada de nuevas tecnologías y la mayor integración de servicios que tradicionalmente se han prestado por separado -como la telefonía fija, móvil, de larga distancia, Internet y la televisión- llevarán a una competencia cada vez más fuerte en estos mercados.

Empieza entonces un período de muchos cambios en el área de las telecomunicaciones. Las decisiones que se tomen durante los próximos cuatro años en temas como la tecnología, la regulación, la competencia en los mercados y, no menos importante, la crisis de empresas públicas como Telecom, serán determinantes para el desempeño económico del país.

Hace una década el sector de las telecomunicaciones se consideraba como una verdadera mina de oro por las espectaculares proyecciones de crecimiento que tenía. Pero 10 años después, pese a lo mucho que se avanzó, abundan las empresas de telecomunicaciones en crisis. En el mundo las compañías están pagando los excesos -y las deudas- de un boom en el que invirtieron más de la cuenta.

En Colombia tal vez no hubo un auge comparable, pero igual muchas empresas enfrentan dificultades. En ocasiones por inversiones mal hechas, pero sobre todo por un mercado que no despega. Por el mermado ingreso de los colombianos, por la insuficiente competencia y por el hecho de estar muy fragmentado, el mercado colombiano de telecomunicaciones entró en una especie de letargo durante los últimos tres años. Un letargo del que poco a poco ha empezado a despertar.

El balance de la última década, no obstante, arroja muchos resultados positivos. Desde 1990, cuando las telecomunicaciones en Colombia se abrieron a la competencia, el país ha vivido una verdadera revolución silenciosa. Gracias a ella buena parte de los colombianos pudieron tener acceso a los mismos servicios que una persona tiene en las grandes ciudades de Estados Unidos, Inglaterra o Francia. Sin embargo todavía hay retos ineludibles, como lograr una mayor penetración telefónica, sobre todo en las áreas rurales, y sanear financieramente las empresas del sector. Las soluciones, en todo caso, deberán ser muy originales y adaptadas a un país que, como Colombia, aplicó en el sector de las telecomunicaciones un modelo sui generis, por no decir único en el mundo.

A competir

Mientras que en prácticamente todos los países de América y Europa la telefonía local y la larga distancia eran prestadas por una o dos empresas, en Colombia las grandes y medianas ciudades crearon sus propias telefónicas. En 1990 la estructura de telecomunicaciones en Colombia estaba conformada por 27 telefónicas locales monopólicas que tenían casi tres millones de líneas, mientras que las llamadas de larga distancia nacional e internacional sólo podían hacerse a través de Telecom.

Bajo este esquema el país tenía unas 8,2 líneas por cada 100 habitantes, un poco más que el promedio de América Latina. Pero había una enorme inequidad, pues Bogotá, Medellín y Cali concentraban casi el 80 por ciento de las líneas y había 365 municipios, en los que vivía el 20 por ciento de la población, que no sabían lo que era un teléfono.

En su mayoría las telefónicas eran empresas politizadas, ineficientes y burocratizadas. En Bogotá, por ejemplo, los usuarios debían esperar meses o años para que les instalaran una línea. Un daño tardaba meses en repararse e incluso se hablaba de una empresa paralela que, bajo sobornos económicos o políticos, solucionaba cualquier problema. No obstante había algunas compañías que eran medianamente eficientes, como Empresas Públicas de Medellín (EPM) o Emcali.

La modernización de las redes, la introducción de nuevos servicios y la ampliación de la cobertura requería multimillonarios recursos. A diferencia de otros países, que privatizaron masivamente para vincular capital privado, Colombia optó, en parte como resultado de la oposición de los sindicatos, por un modelo diferente: la competencia sin privatización de empresas estatales.

Así, la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB) y EPM, en asocio con los grupos Santo Domingo y Sarmiento, se metieron al negocio de larga distancia. La primera a través del 007 y la segunda con Orbitel. Ambas le empezaron a disputar el jugoso mercado de la larga distancia a Telecom. Esta última, por su parte, supo desquitarse. Se fortaleció en la telefonía local en varias ciudades, incluyendo Bogotá, donde montó Capitel, que es competencia directa a la ETB.

Esta competencia se ha reflejado en las tarifas de larga distancia, que bajaron. También se dio un salto en cobertura. Hoy hay más de 40 empresas de telefonía local y más de siete millones de líneas en servicio, frente a tres millones que había en 1990. El porcentaje de la población con el servicio pasó de 9 por ciento hace 10 años a cerca de 17 en la actualidad. No obstante, y a pesar de los programas de telefonía social como Compartel, la cobertura del servicio en las zonas rurales sigue siendo insuficiente.

Quizá lo más importante de la competencia es que ha obligado a las empresas del sector a transformarse. La mejor muestra es la ETB que, de ser una de las más ineficientes del país, en pocos años mejoró dramáticamente su servicio y pasó a ser una telefónica rentable y eficiente. Al igual que EPM Telecomunicaciones, es una empresa con gran proyección.

Aunque no todas las historias han sido de éxito. Por haber comprometido mucha plata en negocios mal planteados y por el desgreño administrativo, empresas como Emcali y Telecom entraron en profundas crisis financieras. Esta última firmó los famosos contratos de riesgo compartido con el objetivo de fortalecerse en la telefonía local, que tiene un valor estratégico para Telecom. No obstante los contratos no se diseñaron ni se ejecutaron prudentemente. El resultado final es una deuda tan grande que tiene a la empresa al borde de la quiebra.

A pesar de lo mucho que se ha movido el mercado colombiano con la competencia hay quienes consideran que ésta todavía es insuficiente, salvo en sitios como Bogotá, donde hay tres empresas innovando y compitiendo en la telefonía fija. Una de las razones por las que los nuevos competidores en telefonía local no han sido más numerosos es porque las tarifas en el país siguen siendo relativamente bajas para estándares internacionales.

Otro mercado que había perdido dinamismo, aunque últimamente lo empezó a recuperar, es el de telefonía móvil. Después de hacer multimillonarias inversiones seis empresas comenzaron a prestar este servicio en 1994. Tras un buen comienzo la crisis las golpeó en 1998. Terminaron por fusionarse en tres empresas y en 2000 recibieron un nuevo aire con la llegada de nuevos dueños: BellSouth a Celumóvil y América Móvil a Comcel. La mayor competencia que se desató llevó a una baja en las tarifas y un aumento de un millón de usuarios en el último año. Sin embargo, la penetración de este servicio sigue siendo relativamente baja en comparación con otros países.

Momento definitivo

Desde hace dos o tres años las telecomunicaciones en Colombia estaban en una especie de estancamiento. Han crecido, aunque por debajo de las expectativas. Pero esto ha empezado a cambiar y las condiciones están dadas para que la inversión y el crecimiento se reanuden.

En el corto plazo el catalizador más claro serán los PCS (sistemas de comunicación personal), que competirán con los celulares y traerán inversiones por cientos de millones de dólares. Seguramente también traerán un remezón de tarifas en la telefonía móvil, un gran aumento en el número de abonados e innovaciones en los servicios. Las empresas de telecomunicaciones más fuertes del país, ETB y EPM, muy probablemente estarán interesadas en meter una pata en este negocio para convertirse en operadores integrados (que prestan todos los servicios).

Esto último es muy importante. Una de las particularidades del modelo colombiano es que el mercado está muy fragmentado. No hay un operador de telefonía local con presencia nacional, ni hay una empresa que preste todos los servicios (larga distancia, local, móvil y datos). Esta es quizás una de las razones por las que los inversionistas extranjeros no se han interesado más en el país.

Es algo que, en todo caso, está cambiando muy rápidamente. Por un lado, la tecnología avanza hacia la convergencia de los servicios. En un futuro no muy lejano un mismo aparato le permitirá al usuario recibir y enviar de todo: mensajes, llamadas, imágenes, televisión. Por eso, en el mediano plazo, es previsible que haya más alianzas e integraciones entre las empresas que en Colombia prestan estos servicios.

La legislación del sector deberá entonces adaptarse a las nuevas realidades. Este es uno de los retos que, en materia de telecomunicaciones, asume el nuevo gobierno. Los otros serán ampliar los servicios a los sectores de la población que todavía no los tienen y crear las condiciones para que retorne la inversión y el crecimiento a un sector que, como pocos, aporta a la competitividad y al desarrollo del país.