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VUELVE LA FIEBRE

Que hay de cierto en la supuesta bonanza aurífera del país

9 de marzo de 1987

La fiebre comenzó desde la Conquista, hace ya casi quinientos años, en el momento mismo en que los aventureros españoles oyeron hablar de una riqueza particular en las tierras de la que sería llamada después la Nueva Granada: el oro. A partir de ese entonces y para bien o para mal, el país se ha visto marcado por la explotacion del metal amarillo.
Por él se fundaron ciudades, se trajeron esclavos y se produjeron importantes migraciones internas. Aún hoy en día, el oro sigue influyendo sensiblemente sobre buena parte del país.
Esa es, por lo menos, la impresión que dejan las informaciones recientes que hablan sobre una nueva fiebre del oro en Colombia. Los reportes respecto de los yacimientos detectados en el Guainía le han dejado a algunas personas la ilusión de que Colombia por fin encontró Eldorado.
La verdad, sin embargo, es menos emocionante. A pesar de que se reconoce que hay indicios interesantes en la zona ubicada dentro de lo que se conoce como "el escudo de Guayana", los estimativos del gobierno indican que el área produce apenas el equivalente del 1% del total del oro extraído en el territorio nacional.
Por lo tanto, existe el temor de que los anuncios sobre una supuesta bonanza generen migraciones incontrolables en una zona de muy difícil acceso. Para los veinte mil buscadores que están ya en las inmediaciones de las serranías de Caranacoa y Naquén, la vida no es nada fácil. Tal como dijera un funcionario del Ministerio de Minas la semana pasada, "si uno no se muere tratando de llegar allá, se muere cuando llegue porque el contacto con la civilización está a más de doce horas por lancha".
A cambio, la buena noticia consiste en que muchas personas se están dando cuenta de que Colombia es ya una potencia aurífera con muy buenas perspectivas de desarrollo. Después del café, el oro es el producto individual que más divisas le genera al país, con algo más de 400 millones de dólares en 1986. Colombia ocupa el séptimo lugar entre los productores de oro, al lado de reconocidos colosos como Suráfrica, Brasil y la Unión Soviética.
Esa figuración se ha conseguido en los años más recientes. Entre 1983 y 1986 la producción nacional de oro aumentó casi tres veces hasta llegar a más de 1.2 millones de onzas troy (cada onza equivale a 31.1 gramos), una cifra récord en la historia reciente del país. El éxito se consiguió en buena parte gracias a la política de precios para compra del oro. A comienzos de 1984 la Junta Monetaria autorizó un sobreprecio del 30% sobre la cotización internacional del metal, en momentos en que el mercado mundial estaba deprimido. El efecto se sintió rápidamente y la producción nacional aumentó en forma notoria desde ese entonces, a pesar de que el sobreprecio se fue desmontando paulatinamente, hasta desaparecer por completo el año pasado.
La política produjo, no obstante, críticas debido al problema del contrabando de oro. Aunque el Banco de la República -el cual tiene el monopolio de la compra de oro en el país- niega sistemáticamente la versión, la verdad es que en alguna época fue famosa la traída de "chocolatinas" (barritas de oro) de Panamá, las cuales se molían y se le vendían a las casas de fundición en Medellín, obteniéndose así una ganancia significativa.
Sea como sea, lo cierto es que para este año los especialistas consideran que la producción del país va a ubicarse entre 650 mil y 770 mil onzas troy, nivel más o menos similar al de 1984. Aparte de la hipótesis sobre la extinción del oro traído de contrabando, también se cree que ahora se está yendo oro del país debido a que existe sobreprecio en naciones como Brasil, Ecuador y Costa Rica. Adicionalmente es probable que los productores estén conservando inventarios, ya que en el último año el precio del metal ha aumentado en cerca de un 25% y algunos esperan que siga subiendo.
La que sí no parece haber disminuído es la actividad en las zonas auríferas. Tanto las empresas tecnificadas como los miles de colombianos que se dedican al simple baharequeo continúan buscando oro a ritmo febril. Y es que a pesar de la eliminación del sobreprecio, el ingreso del minero ha aumentado. Mientras que en diciembre de 1984 el gramo de oro fino se compraba en unos 1.500 pesos, ahora se negocia en más de 2.800 pesos; un incremento de cerca del 90 %.
Pero aparte del precio, parece que ahora sí se viene un cambio sustancial.
Durante las últimas semanas el Ministerio de Minas ha venido estudiando en asocio con el Banco de la República y la Junta Monetaria, medidas para promover la explotación del oro y adicionalmente mejorar las condiciones de vida del pequeño minero. Dentro de esa estrategia se está pensando en solucionar, por lo menos parcialmente, uno de los principales cuellos de botella: la comercialización. A instancias del alto gobierno el Banco de la República planea aumentar el número de agencias donde adquiere oro, para así cubrir mayores zonas del territorio nacional. En algunas áreas productoras donde no se siente la presencia del Estado, el minero es presa fácil de comerciante que compran el metal al precio que quieren. Un caso típico es lo que ha venido sucediendo en el Guainía donde los intermediarios pagan el gramo a 1.200 pesos, debido a que el punto de venta más cercano es Bogotá. Por lo tanto se cree que una agencia de Banco puede actuar como reguladora de precios allí, al igual que en otros sitios del país.
Así mismo se está considerando la posibilidad de reimplantar un sobreprecio. Aunque este no llegaría a niveles del 30% como en el pasado si se cree que una prima sobre el precio internacional estimula la producción interna y disminuye la salida de metal hacia otros países.
Sin embargo, la perspectiva más importante a mediano plazo es la de la entrada definitiva de Colombia a la era de la alta minería en materia de oro. Aunque el oro del Guainía no tiene grandes posibilidades si se explota en forma artesanal, hay indicios que hacen pensar que una explotación industrial sería muy rentable.
Actualmente el Ministerio de Minas está analizando ideas para empezar la exploración en forma de la zona y, una vez definido el potencial, estudiar las alternativas para explotación. Las pesquisas iniciales de Ingeominas indican que en "el escudo de Guayana" hay posibilidades de yacimientos de diamantes, esmeraldas, platino y otros elementos preciosos, además del oro.
Con esas perspectivas es claro porqué el tema del oro está siendo otra vez discutido a nivel del alto gobierno. La existencia de una coyuntura de precios internacionales relativamente favorable, así como los miles de empleos que genera la actividad minera hacen que el oro esté siendo mirado otra vez con buenos ojos en Colombia. El gobierno es optimista. Tal como dijera la semana pasada un miembro de la administración, "si España consiguió su poderío en el siglo XVI gracias al oro de las Indias, no veo por qué Colombia no puede entrar con buen paso en el siglo XXI gracias a todo el oro que falta por desenterrar en el país".