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YA NO VIVE NADIE EN ELLA

La guerra contra el cartel ha golpeado al mercado de la vivienda en Cali, pero en el resto del país la situación es otra.

4 de diciembre de 1995

EN VISPERAS DE LA TEMPORADA DECEMbrina los ventanales de los edificios de apartamentos en Cali no están adornados por las tradicionales luces multicolores, sino que están invadidos por los avisos de 'se vende' . Los conocedores dicen que inmobiliarias e intermediarios aguardan a un cliente que no llega, pues desde febrero no hay quien compre. Incluso las escasas transacciones que se han hecho revelan una caída abrumadora en los precios de la vivienda. De espacios cuyo metro cuadrado se negociaba a 1,2 millones al comenzar el año, se ha pasado a cerca de 800.000 pesos.
La caída en las ventas coincidió con la intensificación de los operativos del Comando Especial Conjunto para dar con el paradero de los cabecillas del cartel de Cali. Cierto o no, muchos corredores de finca raíz explican su racha de vacas flacas como consecuencia de la persecución a las mafias del narcotráfico. "Muchos traquetos que habían invertido sus excedentes en finca raíz han preferido salir a buscar liquidez, sea como sea", le dijo a SEMANA un experto del sector.

TODOS PAGAN
Pero las explicaciones en ese sentido no sólo se limitan al sector inmobiliario de la ciudad de Cali. Son muchas las voces que en los últimos meses han señalado que el enfriamiento económico del presente año tanto en el sector de la construcción como en la economía nacional, tiene que ver con la salida de circulación de los dineros del cartel de Cali. Aunque la discusión sobre el verdadero impacto que los dineros ilegales han tenido en la economía colombiana lleva cierto tiempo, lo ocurrido durante 1995 le ha dado pie a las más diversas teorías.
Fuera de las especulaciones callejeras es poco lo que se sabe de la magnitud económica del narcotráfico. La mayor dificultad para medir su impacto es que no hay unanimidad en los criterios para calcular el monto de capitales que ingresó durante la década de los 80 y los primeros años de los 90. Como se trata de una actividad ilegal, las únicas proyecciones han sido realizadas con base en los estimativos de la DEA sobre ingreso de cocaína al mercado estadounidense y europeo. Entonces, las diferencias entre éstas son muy grandes: los más conservadores, como Hernando José Gómez, señalan que el promedio anual estuvo por debajo de los 2.000 millones de dólares durante la década pasada, mientras que otros como Salomón Kalmanovitz calculan que alcanzó a llegar a 5.000 millones de dólares.
Por su parte, el académico Francisco Thoumi ha retomado las cifras existentes y calculado un nuevo promedio, cercano a los 3.000 millones de dólares anuales. Con base en esos estimativos Oscar Borrero Ochoa, en un estudio realizado para la Lonja de Propiedad Raíz de Cali, obtuvo varias conclusiones. La más llamativa es la que afirma que la influencia del narcotráfico en la industria de la construcción ha sido importante, mas no definitiva. Borrero sostiene que en su punto más alto, las inversiones en finca raíz llegaron apenas a un 5 por ciento del total nacional (620 millones de dólares de un mercado estimado en 12.500 millones) . Y aunque en el caso de Cali esa proporción llegó a subir al 20 por ciento de la actividad constructora, Borrero sostiene que últimamente había disminuido hasta el 7 por ciento. Un análisis diferente resulta cuando se miran las cifras globales de la actividad. Para comenzar, los ingresos estimados por narcotráfico son una vez y media más altos que los generados por un producto tradicional como el café. Aunque tales datos no son estrictamente comparables porque los ingresos del café son mucho más diversificados, una eventual desaparición del negocio de la droga produciría secuelas nada difíciles de ocultar.
En primer lugar si se aceptan las cábalas sobre las cifras del narcotráfico, los estimativos oficiales sobre exportaciones y tamaño real de la economía en los últimos 15 años no han respondido a los comportamientos verdaderos. Por ejemplo, en las exportaciones anuales de la última década no están contempládos ingresos por 3.000 millones de dólares por concepto de tráfico de cocaína. A pesar de ser ilegal, la mitad de esos recursos entró al país por la llamada 'ventanilla siniestra' del Banco de la República. El impacto de estos dineros habría sido de tal magnitud, que algunos analistas no dudan en señalar que Colombia evitó tener que renegociar su deuda externa en la década de los 80 por cuenta de las divisas que ingresaron ilegalmente al país.
Un efecto de otra índole es el que se da en el área del comercio exterior. Tanto Borrero como Kalmanovitz coinciden en afirmar que el otro 50 por ciento de los ingresos de tráfico de narcóticos ha sido utilizado para financiar el contrabando. Kalmanovitz estima que las ventas anuales de este superan los 2.200 millones de dólares. Por la despenalización del contrabando, el auge de esta actividad ha disparado el costo de los alquileres de los locales en Sanandresito, hasta el punto en que es más caro un arrendamiento en la bodega principal en Bogotá que uno en el centro comercial Unicentro, de la misma ciudad.
Pero tampoco hay que engañarse sobre los inmensos costos que esta actividad ilegal ha dejado. El sector que más ha resultado afectado por el lavado de dólares a través del contrabando, ha sido el productivo. Los fabricantes de autopartes, textiles, confecciones y calzado no logran competir con productos subvaluados, cuyo ingreso no es reprimido en forma eficaz por las autoridades aduaneras. Kalmanovitz señala que una de las consecuencias más importantes de este boom ha sido la informalización del comercio y el incremento de la evasión tributaria.
Ante lo abultado de las cifras tanto de exportaciones como de importaciones ilegales, Borrero señala que en los últimos 15 años Colombia ha tenido una economía de segundo piso, que de acuerdo con los datos de 1994 podría equivaler al 5 por ciento del Producto Interno Bruto. Debido a esos ingresos, el sector inmobiliario recibió ingresos anuales cercanos a los 300 millones de dólares, mientras que el agropecuario percibió unos 500 millones de dólares, como consecuencia de la adquisición de tierras productivas por parte de los mafiosos.
La abundancia de divisas también tuvo efectos sobre los índices macroeconómicos. El peso sufrió una revaluación en los últimos tres años, en parte como consecuencia de la abundancia de dólares en el mercado negro. La cotización callejera estuvo 7 por ciento por debajo de la interbancaria, pero en los últimos meses esta diferencia se ha reducido al 2 por ciento.

VACAS FLACAS
Tanto las cifras de las autoridades como los análisis de los académicos coinciden en señalar que con la persecución de los líderes del cartel de Cali, el ingreso de divisas se redujo en forma sustancial. Algunos estimativos prevén que en 1995 sólo ingresarán al país 1.500 millones de dólares provenientes del tráfico de narcóticos. Las exportaciones de droga están paradas, mientras que los campesinos de Bolivia, Perú e, incluso, el Guaviare aseguran que no hay quien les compre sus cosechas de hoja de coca. En Estados Unidos el precio del gramo del narcótico ha sufrido incrementos importantes, superiores en algunos casos al 100 por ciento.
Entonces es fácil prever que los dólares tampoco están llegando de la forma en que lo hacían antes. Para Borrero una de las primeras consecuencias de la caída en el ingreso de capitales ilegales ha sido el incremento en la cotización del dólar. Advierte que este cambio puede tener consecuencias sobre la capacidad de consumo, la demanda y la salud del sector productivo. Es por ese motivo que se atreve a afirmar que el enfriamiento de la economía no se puede explicar únicamente por las altas tasas de interés ni por la inestabilidad política, sino por la caída abrupta de buena parte de los ingresos del narcotráfico. "La crisis actual tiene que ver con que tanto la economía de primer piso, como la de segundo piso, están teniendo problemas", agrega Borrero.
Lo sucedido, aunque eventualmente doloroso en un comienzo, tiene a mediano plazo consecuencias positivas. "No se puede olvidar que el efecto neto del narcotráfico es el debilitamiento del Estado y eso tiene un costo incalculable", anota Salomón Kalmanovitz. Por esa razón, todos los conocedores coinciden en que Colombia tendría más que ganar si se acabara el negocio. Esa posibilidad, sin embargo, no es tan segura. Aun los más optimistas reconocen que el apretón de hoy en día puede ser tan sólo un bache en un camino que se sigue adentrando en las entrañas del país.