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Con una historia de 30 años, en los que ha ‘vestido’ a más de 40 jefes de estado y al 80 por ciento de las empresas de valores de América Latina, ahora los productos de Miguel Caballero llegan a Ucrania.
Con una historia de 30 años, en los que ha ‘vestido’ a más de 40 jefes de estado y al 80 por ciento de las empresas de valores de América Latina, ahora los productos de Miguel Caballero llegan a Ucrania. | Foto: Alexandra ruiz

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“Nuestra misión es salvar la vida del ser humano”

SEMANA conversó con Miguel Caballero, dueño de la firma que fabrica prendas blindadas que están llegando a Ucrania en medio de la guerra. La producción que ha enviado a ese país representa los pedidos de un año para Latinoamérica. Dice que no se está lucrando del conflicto.

23 de abril de 2022

SEMANA: ¿Cómo llegan sus prendas a la guerra en Ucrania?

Miguel Caballero (M.C.): Nosotros no vendemos donde hay países en guerra. Irónicamente, allí es donde menos se invierte en protección, se invierte más en armas. Segundo, mi negocio no es este. Hay mucha gente que maltrata la marca y dice que me lucro de la guerra. Yo no vendo armas, yo no vendo municiones, yo no vendo granadas. Nuestra misión es salvar la vida del ser humano. Y tercero, Ucrania para nosotros fue una excepción. Cuando la guerra empieza el 24 de febrero, el 25 estallan solicitudes de protección de chalecos y de cascos para civiles. Y en ese momento ocurrían tres fenómenos: ¿quién tenía credibilidad?, ¿quién tenía el inventario de las materias primas?, y ¿quién tenía la capacidad de reaccionar rápidamente?

SEMANA: ¿Cuál era la situación de otros proveedores?

M.C.: Cuando usted hacía la solicitud a Estados Unidos, lo ponían en stand by 16 semanas para conseguir licencia; pero cuando llamaba a Colombia le podíamos entregar en una semana. Y eso nos ayudó en el proceso para responder rápido. Hoy ya llevamos 14 despachos aproximadamente, ya hemos surtido directamente al Ejército de Ucrania, a médicos, enfermeras, civiles, y somos parte de la solución. Obviamente hay más compañías haciendo esto, pero para nosotros fue una satisfacción estar al otro lado del mundo, atender requerimientos de Reino Unido, España, Grecia, todos conducentes a Ucrania.

SEMANA: ¿Quiénes son sus clientes?

M.C.: Contesto esa pregunta de dos formas. Les vendo a los buenos del mundo, no les vendo a los malos. Desde que este negocio empezó, tengo la satisfacción de no haberle vendido nunca a alguien que esté al margen de la ley. Segundo, en Ucrania hay tres grupos de apoyo. Están los gobiernos que respaldan al Gobierno ucraniano a través de dinero y equipo; compañías privadas desde Europa y Estados Unidos que están haciendo donaciones en dinero y equipo; y el Gobierno ucraniano, que compra sus elementos. Esos son los tres clientes nuestros en Ucrania.

SEMANA: ¿Cuál es el tamaño de lo que ustedes han despachado a Ucrania?

M.C.: Hemos llevado, a hoy, aproximadamente 4.000 chalecos y 4.000 cascos, ya nos estamos acercando a los 5.000. Veámoslo de esta forma, 5.000 chalecos blindados de este nivel, y/o 5.000 cascos, es lo que puede comprar normalmente Latinoamérica en un año. El proceso de producción de elaborar esas unidades en tiempo normal es de 90 a 120 días. Tuvimos que hacer todo de 18 a 24 días. Aquí hubo un reto logístico y de producción para poder entregar algo que normalmente se hace en un año, y realizarlo en menos de un mes. Ha sido difícil.

SEMANA: ¿Cuál es la demanda de Ucrania?

M.C.: Ucrania tiene hoy necesidades aproximadas, según el cálculo del Gobierno, de algo cercano a entre 1 y 2 millones de chalecos, 2 millones de cascos, y nosotros apenas estamos en 5.000 a hoy. Es decir, nosotros estamos aportando un granito de arena.

SEMANA: ¿Y cómo es la operación?

M.C.: En esto ayudó enormemente alguien que jamás íbamos a imaginar. Tenemos un distribuidor en Kiev, en la capital de Ucrania, desde hace cuatro años, y él normalmente compraba 100 prendas anuales. Ahora, sale del búnker, nos habla de 12 del día a dos de la tarde y a esa hora entra otra vez al búnker. Formalizaba alianzas y le hemos devuelto algo cercano a 1.000 correos solicitando productos y todo lo hemos centralizado a través de él. Cuatro momentos se unieron: el haber tenido un aliado allá, contar con una empresa certificada aquí, tener insumos disponibles y una capacidad de producción muy flexible.

SEMANA: ¿Qué responde a quienes dicen que usted se está lucrando de la guerra?

M.C.: Que mi negocio no es ese. Mi negocio no es la guerra, yo no vivo de ella. No vendo armas, municiones, tanques, ni granadas. Nada de esas cosas. Mi misión es salvar la vida del ser humano, y mientras tenga claro cuál es mi misión, lo que digan los demás me tiene sin cuidado. Las personas que han dicho eso varias veces lo único que me han demostrado es que desconocen lo que realmente hacemos.