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Nuevo remezón del dólar en Colombia. Este martes 10 de septiembre subió 65 pesos y llegó a su precio máximo de 2024
Durante la jornada de negociaciones la tasa de cambio alcanzó al superar la cotización de 4.300 pesos, influenciada por el precio del petróleo y la radicación de la reforma tributaria. Al final corrigió un poco a la baja.
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La volatilidad sigue siendo la norma en el mercado del dólar en Colombia, que sigue mostrando fuertes variaciones y tan sólo esta semana su valor se ha incrementado más de 100 pesos, en apenas dos días de cotizaciones.
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Este martes 10 de septiembre la divisa inició negociaciones en un precio de 4.260 pesos, tocó un mínimo de 4.255 y un máximo de 4.302,90. Ese nivel no lo registraba desde octubre del año pasado. Al final de la jornada, la cotización del billete verde en Colombia promedió en 4.285,80 pesos, lo que implica un alza de 65 pesos frente a la TRM vigente del día, que es de 4.220,68.
El precio promedio, que marcará la TRM del miércoles 11 de septiembre, es el más alto registrado por la moneda estadounidense en el país en lo corrido de 2024. Así, el peso completa una devaluación de 10,43 % en lo corrido de 2024.
Alejandro Guerrero, asociado sénior de Divisas de Credicorp Capital, atribuye el comportamiento del dólar en Colombia a tres argumentos principales: el primero es el precio del petróleo Brent, que sirve de referencia para Colombia y que viene en mínimos del año, debido a las dudas que existen sobre la dinámica global, puntualmente en China, y todo el riesgo geopolítico del Medio Oriente. Este martes 10 de septiembre puntualmente alcanzó a romper la barrera de los 70 dólares por barril, lo que pone presiones devaluacionistas al peso. “Esto porque recibimos menos dólares por la exportación de cada barril y le pega finalmente a la cotización de la divisa”, precisa el experto.
El segundo argumento es el comportamiento de Latinoamérica, cuyas monedas vienen siendo muy castigadas desde los últimos meses y es una tendencia a la que no es inmune el peso colombiano. Esto se ha dado por las recientes bajadas de tasa de interés en Chile y el riesgo de una reforma judicial en México.
El tercer y último argumento que está encareciendo el dólar son los factores internos. Aunque el dato de inflación de 0 % en agosto marca la posibilidad de que el Banco de la República pueda hacer recortes adicionales en sus tasas de interés, lo que favorecería una bajada de la divisa, eso es contrarrestado por la incertidumbre asociada a las cuentas fiscales del país. “La baja dinámica económica y los ruidos relacionados con la ley de financiamiento y el trámite de la Ley de presupuesto le seguirán imprimiendo volatilidad al dólar”.
Impacto de la reforma
La ley de financiamiento radicada por el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, inicialmente no trae grandes sorpresas. Fue presentada con tres componentes. Uno, el de reactivación económica, buscando una reducción gradual de la tasa corporativa de renta, en mayor medida para las pymes; más incentivos para la generación de energía renovable y para el turismo.
El segundo componente tiene que ver con cambiar el año de transición de la regla fiscal, adelantarlo de 2026 a 2025, lo cual liberaría alrededor de 0,3 % del PIB de recursos para poder gastar en el año entrante. Y, el tercer componente, son mayores impuestos, donde se destaca el IVA a juegos de suerte y azar en línea; más impuesto a personas de muy alto ingreso y la disminución de la base para el impuesto al patrimonio a 1.800 millones de pesos.
“Vemos algunos temas favorables, como los incentivos a sectores estratégicos y el nuevo intento para recortar el impuesto a la renta corporativa, lo cual ya se ha intentado en varias ocasiones. Es clave porque la tarifa actual distorsiona la actividad y genera menos competitividad frente a otros países”, sostiene Daniel Velandia, managing director y economista jefe en Credicorp Capital.
No obstante, considera que probablemente este no es el mejor momento para presentar una reforma tributaria. Esto en la medida en que la actividad económica permanece muy débil y persiste una incertidumbre muy alta, particularmente regulatoria, en sectores estratégicos, en la medida en que hay muchas propuestas por parte del Gobierno y reformas en debate.