Wall Street tuvo una semana movida luego de un enfrentamiento entre quienes impulsaron el alza de las acciones de compañías desconocidas y quienes querían hacerlas caer.

MERCADOS

¿Por qué la acción de GameStop provocó una rebelión en Wall Street?

La apuesta de un grupo de traders de sillón que llegó al mercado de valores vía internet venció a los fondos de riesgo que perdieron contra una acción desconocida y sobrevalorada. Habrá más perdedores.

30 de enero de 2021

Una semana de vértigo acaba de vivir Wall Street. El mercado de valores fue escenario de una batalla campal entre un grupo de jóvenes activistas que durante la pandemia desarrolló una gran habilidad para negociar acciones por medio de aplicaciones y algunos reconocidos fondos de riesgo, liderados por inversionistas profesionales.

El enfrentamiento, calificado como un duro pulso entre David y Goliat, dejó más de 5.000 millones de dólares en pérdidas a los fondos, que por varios días presionaron para tumbar el precio de la acción de GameStop, una pequeña cadena de tiendas de videojuegos presente en centros comerciales de Estados Unidos.

Pero fracasaron al encontrar una bien organizada horda de pequeños inversionistas que dieron la pelea por mantenerla arriba, se organizaron para comprar masivamente y, con efecto de bola de nieve, lograron una valorizar a acción 400 por ciento. GameStop, que en diciembre tenía una valoración de mercado de 2.000 millones de dólares, alcanzó esta semana 23.000 millones. Todo eso sin cambiar su modelo de negocio. El miércoles este título fue el más valorizado del mundo.

Pero la batalla no ha terminado y, como les sucedió a los grandes fondos, pequeños inversionistas que compraron acciones caras podrían enfrentar pérdidas cuando la burbuja se desinfle. El efecto de bola de nieve que llevó a compras masivas y valorizaciones estrepitosas ahora podría convertirse en un ‘baile de las sillas’, que dejará a muchos sin dónde sentarse. Es decir, con acciones muy desvalorizadas.

Las ganancias por ahora son para unos cuantos inversionistas que, en medio de la subida vertiginosa de la acción, lograron venderla.

Los grandes derrotados fueron los fondos que buscaron tumbar la acción, entre ellos Melvin Capital, que ya pidió un rescate por 2.750 millones de dólares para cubrir sus operaciones, y Citron Research, que cerró su apuesta tras perder la totalidad de lo que había arriesgado.

Este episodio deja muchas inquietudes, pues expuso la vulnerabilidad del mercado. El Gobierno de Biden ya anunció que monitorea la acción, lo que podría implicar revisiones a la regulación.

El que un grupo de inversionistas considerado traders de sillón, en su mayoría millennials que retan al sistema y se autodenominan degenerados, ponga en jaque a los expertos de Wall Street manda una señal muy poderosa. Sobre todo porque no se trata de un caso aislado. Todo indica que este modelo de seguidores del rebaño viene desde el año pasado.

Acciones poco conocidas como las de AMC, una cadena de cines muy golpeada por los confinamientos, duplicaron su valor de mercado cuando pequeños inversionistas hicieron compras masivas por internet y presionaron al alza los precios. Igual pasó con BlackBerry y American Airlines.

Las acciones de AMC, una cadena de cines, se duplicaron en solo unos días, mientras que las de la cadena de videojuegos GameStop se multiplicaron varias veces luego de que hordas de inversionistas pujaran por comprarlas.

El ataque

Los grupos de jóvenes desencantados, coordinados por redes o internet para atacar al sistema o presionar cambios, no son una novedad. Estudios de cine, cadenas de restaurantes o editores de libros han sentido desde hace años su impacto. Lo que nadie esperaba es que esto ocurriera en el sofisticado mercado de valores, cuyas barreras naturales de complejidad y exigencia de capitales para participar en estas inversiones parecían blindarlo.

Pero esto cambió en el último año. Todo indica que lo que propició este movimiento fue la proliferación de fintech creadas en medio de la pandemia para facilitarles la vida a los pequeños inversionistas en el mercado de valores.

Muchos jóvenes encontraron en plataformas como Robin Hood, E-Trade o Interactive Brokers, entre otras, una buena oportunidad de ganarse unos dólares. Todo estaba dado: el mercado ofrecía oportunidades y el Gobierno de Estados Unidos inyectó liquidez a las familias y la economía. El encanto de estas aplicaciones está en permitir que cualquiera compre acciones por medio de su teléfono, tan fácil como pedir un Uber.

Muchos de ellos participan al mismo tiempo en plataformas como Reddit, en la que crearon foros de conversación para reflexionar sobre los negocios, se quejan de sus pérdidas o publican memes para burlarse de la crisis sanitaria, de su situación o del sistema.

En uno de estos foros, denominado WallStreetBets, comenzó a organizarse un movimiento para apoyar ciertas acciones, dar consejos o incluso recomendar criptomonedas. Y fue allí donde se coordinó la resistencia contra los que buscaban hacer caer el precio de GameStop.

Varios fondos de riesgo habían decidido hacer una venta en corto, un tipo de operación muy sofisticada mediante la cual se comprometen a vender una acción y, como no tienen el título en su poder, lo toman en préstamo mientras crean la tendencia de venta que tumba el precio de la acción. Cuando eso sucede la compran barata y devuelven el título. En ese momento hacen su ganancia.

Sin embargo, esta vez no contaban con que los préstamos de la acción de GameStop superaban el ciento por ciento de las acciones disponibles de la compañía. Algunos calculan que llegaba al 400 por ciento. Y los fondos terminaron cayendo en una trampa porque los jóvenes redditors salieron a defender las acciones de la compañía, que muchos recordaban con nostalgia porque allí compraron los videojuegos de su niñez.

Al crear una tendencia de compras masivas, las acciones subieron de precio de manera desbordada. Algunos fondos decidieron cubrirse, es decir, comprar las acciones más costosas para cumplir a quienes ya les habían vendido. Eso hizo subir mucho más la acción. Algunos reaccionaron pronto; otros demoraron más en comprar y perdieron muchos millones. Al final tuvieron que suspender esas operaciones (o cortos) y pagar de su bolsillo.

Esta movida emprendida por los traders de sillón es conocida en el mercado de valores como un short squeeze, esto es, que le aplicaron un apretón a quienes buscaban hacer caer los precios de estas acciones. En otros términos, a los fondos profesionales.

Esto, de paso, provocó un sacudón en la bolsa, y reapareció el fantasma de una burbuja en el mercado. Las valorizaciones desbordadas de acciones desconocidas o cuyos fundamentales no sustentan esos valores generan incertidumbre.

El jueves, las mismas plataformas que facilitaron la venta de acciones mediante aplicaciones decidieron limitar las negociaciones. Eso provocó la caída en las acciones de GameStop y duras protestas de algunos de los activistas inconformes.

Ese mismo día los fondos de riesgo que habían hecho otras operaciones de ventas en corto decidieron limpiar su posición y abandonaron sus apuestas por la caída en los precios de acciones.

Aunque no serán los únicos perdedores. Quienes compraron a precios altos podrían verse afectados cuando los valores de estos papeles vuelvan a la normalidad. La semana que termina dejó a Wall Street patas arriba, y muchos esperan que esto suscite algunos cambios.

munir jalilDirector de Investigaciones Económicas de BTG Pactual

Munir Jalil, director de Investigaciones Económicas para la región Andina de BTG Pactual, considera que “lo que vamos a ver ahora es una mayor regulación”. Comenzando por las aplicaciones que facilitan la compra y venta de acciones. Tanto el Gobierno como el mercado están preocupados porque este tipo de movimientos de seguidores de rebaño se sigan dando y generen desconfianza. Sin duda, la llegada de tecnologías que democratizan y dan más acceso a las personas es positivo, pero requiere reglas de juego claras para evitar cualquier tipo de movimientos irracionales.

El mercado de valores no es un juego de niños. Sus operaciones tienen consecuencias para la sociedad entera, pues, de no tomarse las precauciones necesarias, puede terminar evaporando la economía. Algo que nadie quiere.