Ay, qué dolor

12 de febrero de 2006

A la gran industria farmacéutica mundial le cuesta encontrar un remedio para sus propios males. Los médicos están recetando menos antidepresivos y otros remedios cuya seguridad ha sido cuestionada, como el reemplazo hormonal para las mujeres menopáusicas. Los seguros estatales de salud, a su vez, procuran que los pacientes recurran a remedios más viejos o genéricos, con el argumento de que son tan buenos como los nuevos y de marca. Y las firmas de biotecnología, como Genentech, están ganando la delantera en el descubrimiento de nuevos tratamientos contra el cáncer, un terreno promisorio y lucrativo. Todos estos factores están empezando a perjudicar a las multinacionales farmacéuticas donde más les duele: en los resultados. Las ventas de los grandes laboratorios están estancadas y las ganancias están disminuyendo, por lo que han tenido que despedir gente y, por primera vez en años, recortar el presupuesto para investigación.