El último apaga la luz

Despues de 89 años la semana pasada Arthur Andersen dejó de ser auditor de empresas. Las únicas tareas que le quedan a esta firma son hacer frente a sus obligaciones y cerrar sus puertas pues ya cedió sus clientes y negocios. De sus 28.000 empleados quedan menos de 100; de más de 1.200 empresas auditadas no le queda ninguna. La caída de la firma, desde la revelación en enero de su destrucción de documentos relacionados con su auditoría de Enron, tardó menos de nueve meses. Los empleados que quedan tendrán la tarea de lidiar con los juicios y los arrendamientos. Andersen no pedirá la quiebra sino que seguirá concluyendo asuntos, negociando con los propietarios de los inmuebles que alquila y haciendo empalmes con los nuevos contadores de sus ex clientes; además, claro está, de defenderse en los tribunales.