Frontera Familiar

31 de mayo de 1993

ACOSTUMBRARSE A Tener una frontera internacional en el terruño, es lo que han tenido que hacer los habitantes fronterizos de chequia y Eslovaquia, que hasta finales del año pasado fueron un solo país. Muchos abuelos deben llevar el pasaporte para visitar a sus nietos. "Mi mujer es eslovaca, yo soy checo y los niños nacieron en el hospital eslovaco, así que cuando llego a casa soy un turista extranjero que se acuesta con una local", dice un poblador. En la ciudad de Zlin, la frontra parte en dos la barra del único restauranter. El cartero de Sidonia, un pueblo olvidado en la frontera, debe cruzar varias veces al día la línea divisoria para repartir la cartas. Los habitantes están angustiados por la posibilidad de que las relaciones de los dos países se agrieten y les dejen como extranjeros en su propia tierra.