Tras el oro de Atahualpa

25 de julio de 1994

EN 1533, LUEGO DE LA muerte del último emperador, el Inca Atahualpa, su general Ruminahui, celoso del valor divino que tenía el oro para su gente y perseguido por el conquistador español Sebastián de Balalcázar, enterró, para salvarlo, el tesoro del soberano, un enorme conjunto de objetos de entre 50 y 100 toneladas de peso.
Ese es el objetivo de la búsqueda que se inició la semana pasada en los alrededores de Quito (Ecuador) por parte de un grupo de seis especialistas, dirigido por el italiano Claudio Bonifacio y patrocinado por un millonario no identificado de Estados Unidos.
Este cuenta que encontró por azar referencias al tesoro cuando se encontraba investigando un naufragio en el Archivo de Indias de Sevilla, cuando se topó con documentos jesuitas de 1588 y una guía hecha por un indígena desconocido, que fue quien reveló la existencia de la guaca.
Para la búsqueda, que se reduce a un área de seis por siete kilómetros, se usará un radar de tierra que produce un gráfico que da sombras cuando detecta ciertos materiales. -