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Camilo Cuervo (Foto para columna)

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Concertación del salario mínimo: ganó la sensatez

Creo que todos quedamos contentos, unos más que otros, pero en eso consiste la concertación: en lograr acuerdos que sirvan a todos, aun cuando no a todos les sirva igual.

16 de diciembre de 2022

Esta semana los colombianos recibimos una noticia positiva. Con los buenos oficios de la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, pero en especial con el sobresaliente manejo de los empresarios que en esta oportunidad jugaron un rol preponderante, estratégico y altamente eficiente al no fijar posiciones antagónicas, se cerró un acuerdo sobre el salario mínimo 2023 que dejó tranquilos a todos los interesados.

El 16 % acordado si bien luce alto en el papel, comparado con la inflación que se proyecta al cerrar el presente año (13 % aproximadamente), más la productividad acordada por las partes (1,24 %) resulta muy sensata y ajustada a la realidad económica del país.

Si bien el ideal estaba por los lados del 15 %, lo que se acordó envía un mensaje muy positivo para los mercados. En Colombia, como en todos lados, muchas veces el asunto no es de números, sino de los mensajes que se envían con ellos. En este caso, el mensaje es claro: todos, empleadores, Gobierno y trabajadores están preocupados por la inflación y están dispuestos a hacer lo que toque para controlarla. Eso es bueno, indistintamente de las cifras.

Al revisar el porcentaje acordado a fondo, en realidad se dio un “ajuste”, más que un incremento real del salario mínimo por cuanto era claro que desde septiembre del presente año ya el aumento del gobierno Duque se lo había, literalmente, tragado la inflación. En consecuencia, lo que se logró en la práctica fue mantener el poder adquisitivo, pero el próximo año a los trabajadores el salario les alcanzará para comprar básicamente lo mismo que compraban hace un año.

Eso que parecería injusto e ilógico en el Gobierno del “cambio” y la “equidad”, hoy representa una de las medidas económicas más sensatas del presente Gobierno, quien no se ha caracterizado por actuar con prudencia en muchos temas. En este caso, la mano del Ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, se dejó ver y primó la prudencia, por encima del populismo que reclamaba incrementos por encima del 20 %.

Pues bien, el acuerdo, considerando la propuesta inicial de las organizaciones sindicales, salvaguardará cuando menos 200 mil empleos, pero lo más importante es que evitará la destrucción de la precaria formalidad que se había alcanzado al reactivarse la economía luego de la pandemia.

Creo que todos quedamos contentos, unos más que otros, pero en eso consiste la concertación: en lograr acuerdos que sirvan a todos, aun cuando no a todos les sirva igual.

Si este es el talante de las discusiones que se avecinan sobre la reforma laboral y la reforma pensional, es posible que se logren cambios que convengan a todos; ojalá así sea. La confianza se logra con hechos, no con palabras; en este caso, el incremento prudente del salario mínimo es una señal muy contundente de que cuando se quieren hacer las cosas bien, se puede. A todo señor, todo honor, y en esto acertó el Gobierno.

Se cierra un año muy duro, sin embargo, las expectativas y las proyecciones indican que el año entrante será aún mucho más rudo para todos. Esperemos que juntos, jalando todos para el mismo lado, cuidemos lo que hemos logrado y mejoremos lo que se pueda mejorar. El punto no es cambiar por cambiar, es cambiar para mejorar; todo lo demás es retórica populista e insulsa.

PD: Esta es la última columna de este año. A todos los lectores les deseamos felices fiestas y lo mejor para el año que llega. Retomaremos estas líneas en la segunda semana de enero. Nuestra gratitud infinita por leernos, comentarnos y criticarnos. Todo lo que escribimos, lo hacemos desde la buena fe y la tranquilidad de opinar para la reflexión de nuestros lectores.

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