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MAURICIO BOTERO

ANÁLISIS

¿El renacer del ladrillo?

1 de diciembre de 2021

A finales del siglo XIX Sears era la cadena de almacenes minoristas más grande del mundo. La empresa fundada por Richard Sears puso en marcha una sorprendente revolución comercial: aprovechando que por razones políticas y de soberanía el gobierno de EE.UU había exigido que el correo funcionara en prácticamente la totalidad del país (incluyendo las zonas rurales más remotas), Sears desarrolló un modelo de negocio que consistía en hacerle llegar al público un extenso catálogo que en ocasiones superaba las 300 páginas y superaba los 7 millones de destinatarios, y en el que Sears le ofrecía a los consumidores vender por correo todo tipo de productos entregándolos en el domicilio en un tiempo inferior a las tres semanas. Sears llevó a cabo una revolución que quebró a centenares de miles de pequeños comerciantes en ladrillo que no tenían forma de competir ni con la gama, ni con los precios del coloso de Chicago.

Después de varias décadas de paulatina decadencia, hoy Sears agoniza. En pocos meses su liquidación será definitiva. Sería fácil culpar a Walmart, a Target, a Office Depot y aún a Ikea del descalabro. Pero si bien estos gigantes del comercio en ladrillo cargan con parte de la culpa, los verdaderos responsables son los mismos administradores que nunca entendieron que el tener un nombre centenario como Sears no era suficiente para mantener la clientela, mucho menos para atraer nuevos clientes. Los almacenes de Sears, grandes, aburridos y mal surtidos, nunca pudieron atraer a las nuevas generaciones. La era de los catálogos en papel había llegado a su fin.

A mediados del siglo pasado los centros comerciales, que aglutinaban a decenas de marcas, se convirtieron en los reyes del comercio. Hoy en EE.UU muy buena parte de estos centros están abandonados. Como bien lo reseña una publicación especializada, “Antes los centros comerciales eran el símbolo del poder del sector, así como del estilo de vida americano… hoy se han convertido en mastodontes de otra era. Dejan a su paso imágenes de una época de esplendor, una edad de oro en la que los consumidores pasaban las tardes del fin de semana comprando, comiendo, charlando y viendo películas en el cine. Cuando quedan abandonados, la criminalidad aumenta al mismo ritmo que se deprecian los terrenos a su alrededor. De ahí que las ciudades busquen alternativas a esas construcciones.”

El nuevo rey del comercio minorista es Amazon, que operando casi de manera exclusiva en la red, impuso una novedosa revolución. Hoy este coloso de la red domina más del 50 % del comercio en línea en EE.UU. La empresa fundada por Jeff Bezos (como en su día hizo Sears) ha dejado en el camino un verdadero reguero de cadáveres en el camino: Circuit City, Blockbuster, Borders, APP y decenas de marcas adicionales.

En Chicago, el autor de esta nota pudo observar el enorme auge de las tiendas de ladrillo. Haciendo óbice del frío, en muchas de ellas —incluyendo las de productos de lujo— la cola para entrar era gigantesca. Podría uno pensar que es el renacer del ladrillo. Mal que bien, la experiencia de visitar las tiendas para muchos es agradable y novedosa. La propagación de una cepa como la Omicron, sin embargo, puede muy rápidamente postrar de nuevo al ladrillo y potenciar las compras en redes.

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