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José Miguel Santamaría Uribe

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Entre salchichones y papas fritas

Podríamos seguir hablando y explicando temas referentes a esta reforma, hay muchos más, pero la realidad es que vale más la pena recalcar que dentro de las políticas y consideraciones no existe una sola mención a la disminución del tamaño del Estado ni de la reducción del gasto público.

12 de agosto de 2022

Aunque todavía hay colombianos asombrados con los primeros nombramientos del gobierno Petro, han empezado a entender que no podían ser diferentes, la izquierda radical ganó las elecciones y está poniendo las fichas que requiere para hacer los cambios que necesita y poder manejar el Estado a su medida.

Llegue a pensar que el discurso de la posesión presidencial fuera más radical, pero no, estuvo hecho a la medida de una Colombia que todavía cree que no va a cambiar nada y que hay unos pocos asustados sin ninguna razón, hubo mucho simbolismo y poca sustancia de lo que viene.

Nunca creí que lograrán hacer un proyecto de reforma tributaria de 50 o 75 billones de pesos, al final, aunque hablan de 25 billones y los números todavía no me cuadran, lo presentado es bastante malo, antitécnico y si llegara a pasar como entró haría bastante daño al aparato productivo y a las clases menos favorecidas.

Siempre advertí que hacer un recaudo alto sin aumentar el IVA era difícil, aquí terminan por la puerta de atrás haciéndolo, el impuesto a los empaques de plástico, a la comida azucarada y a la ultraprocesada termina generando lo mismo, un mayor gasto para los hogares de menores ingresos, o pensarán que un salchichón, unas papas fritas o una oblea no pertenece a la comida tradicional y normal de los colombianos.

Capítulo aparte tiene que ver con el impuesto a la gasolina, como si pretendieran cobrar solamente a quienes tienen vehículo particular, primero que todo, qué absurdo cobrar un impuesto a un bien que tiene un subsidio, de hecho, el déficit del Fondo de Estabilización de precios de los combustibles sobrepasó los 12 billones de pesos, entonces, lo primero que se debería hacer es acabar el subsidio, segundo, entender que un aumento del precio de la gasolina impacta directamente a todos los productos y servicios, y tercero, ya las regiones han venido cobrando sobretasas a la gasolina hace mucho tiempo.

El impuesto a las exportaciones de petróleo, carbón y oro es otro embuchado espantoso, es un robo, algo parecido hizo Argentina con el impuesto a la exportación de soya y el resultado fue muy malo, las compañías deben pagar impuestos por sus utilidades, hacerles un retén así les resta competitividad y aleja la inversión en Colombia en esos sectores.

Podríamos seguir hablando y explicando temas referentes a esta reforma, hay muchos más, pero la realidad es que vale más la pena recalcar que dentro de las políticas y consideraciones no existe una sola mención a la disminución del tamaño del Estado ni de la reducción del gasto público, esto es lo más preocupante, pretender seguir creciendo y teniendo un Estado ineficiente y derrochón a costa de aumentar los impuestos es insostenible, nunca habrá suficientes recursos para mantener un elefante blanco como el que tenemos hoy en día.

Independientemente que el gobierno Petro tenga las mayorías necesarias en el Congreso para pasar esta y otras reformas, aspiro que los congresistas actúen y defiendan a sus electores, que exista un debate claro y generoso sobre cada una de las proposiciones y no entreguen el país por un poco de mermelada rancia y que es lo que hasta ahora les han dado.

Hoy nos queda claro que el estallido social de hace dos años era más el inicio de una campaña política para llegar al poder que un real síntoma de desazón de la ciudadanía, o si no, ya deberíamos estar en las mismas.

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