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JOSE MIGUEL SANTAMARIA

OPINIÓN

La incoherencia de la izquierda

Lo que dan a entender es que quieren quitarles a unos para darles a otros, pero que lo de ellos no se comparte con nadie.

15 de octubre de 2021

Siempre nos han repetido que no solo se debe ser, si no también parecer ser. Ese, considero, es el principal talón de Aquiles de la izquierda latinoamericana. Todos, sin excepción, apenas llegan al poder o se acercan a él, actúan como los más feroces capitalistas; pareciera que el discurso fuera solo eso, un discurso.

Empecemos con Fidel Castro, desde el momento que llegó al poder en Cuba no paró de vivir con todos los lujos de cualquier millonario: una gran mansión, las mejores viandas, los licores más finos y costosos, etc. Hasta su muerte estaba entre los gobernantes mas ricos del mundo mientras su pueblo, el que juró sacar de la pobreza, es cada día más pobre y tiene más necesidades. No me lo imagino comiendo carne una vez al mes o con una ración de seis huevos al mes.

Sigamos con la Revolución bolivariana. Cuando Chávez llegó al poder en Venezuela era un coronel retirado de la Fuerza Aérea, sin mayores recursos. En los veinte años de revolución dejó a su hija Gabriela como la persona más rica de su país, con más de cuatro mil millones de dólares. Hoy en día no solo su familia, sino todo su entorno, han desangrado las arcas de Venezuela. Existe una nueva élite de millonarios, los boliburgueses, que tienen millones de dólares. Cabe anotar que acabaron la economía y aumentaron la pobreza a niveles del 95 % de la población.

Aunque en Colombia la izquierda solamente ha llegado al poder regional, ya han venido mostrando su amor por el dinero y la buena vida, no solo haciendo negocios, sino demostrando que la corrupción no tiene color político. Lo primero que un izquierdoso hace apenas tiene algo de poder es lograr un carro blindado, preferiblemente Toyota, con conductor y guardaespaldas; lo segundo que hacen es viajar en primera clase, donde lo hacen los ricos, los que ellos dicen atacar, obviamente todo pagado por el Estado.

Cuando ya son congresistas, por votos o por regalo, defienden su salario a muerte, antes de serlo hablaban de desigualdad, de la vagabundería de las UTL, etc. Cada vez que aparece un proyecto de ley bajando el salario de los congresistas, lo votan negativo.

En cuanto a su lugar de vivienda, se les ve en los barrios más lujosos y exclusivos de las principales ciudades, pagando administraciones con las que podrían vivir más de tres familias. Ahí no piensan ya en la redistribución del ingreso ni en aceptar personas sin techo en sus casas y apartamentos de más de trescientos metros donde podrían recibir a mucha gente necesitada.

También se les ve en los mejores restaurantes de Bogotá y Cartagena, gastando en comidas y bebidas de alto costo, asisten a clubes sociales donde se codean con los que se supone quieren expropiar, viven mucho mejor que muchos empresarios que han hecho la plata a pulso y que sufren muchas veces para buscar recursos para la quincena de sus empleados, cosa que ellos nunca han tenido que hacer.

Algunos han llegado al extremo de tener inversiones en el exterior, paraísos fiscales, casa y apartamentos en ciudades costosas y de tener a sus hijos estudiando en las principales universidades del mundo, donde la matrícula y manutención son muy costosas.

Al final lo que dan a entender es que quieren quitarles a unos para darles a otros, pero que lo de ellos si no se comparte con nadie.

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