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José Miguel Santamaría

La suerte está echada

No han pasado ni quince días de 2021 para que caigamos en la cuenta de que pasar de año a año no es como barajar y volver a empezar. Los acontecimientos acaecidos en 2020 siguen su curso y tendremos que seguir soportándolos gran parte de este año.

José Miguel Santamaría
15 de enero de 2021

Mi optimismo de los primeros días contrasta con una realidad de a puño: la pandemia del coronavirus continúa y seguirá vigente todo el año. Así las vacunas alivien -en parte- los contagios y las muertes, seguiremos conviviendo con el virus.

La vida continúa, pero con muchas restricciones y contradicciones. Estamos lejos de tener una normalidad como la que teníamos antes de marzo de 2020: pensar en reuniones de amigos, en viajes de vacaciones con la familia, en conocer nuevas tierras o países, en estudiar en el exterior, se ve lejano. ¿Será lo que estamos viviendo nuestra nueva normalidad?

Aunque confío en que habrá una reactivación de la economía este año, es claro que será bajo una cantidad de restricciones y retos inmensos mientras los gobernantes no vean más solución para contener el virus que cerrar las ciudades y deteriorar el ya maltrecho sector comercial y productivo. Esta intermitencia no podrá normalizar nada, ni el empleo, ni los arriendos, mucho menos las ventas.

En términos de gobernabilidad, los retos del gobierno Duque serán muy complejos. Existe muy poco espacio para hacer reformas este año y muchas son necesarias, como la tributaria. No obstante, mientras que no haya luz al final del túnel y estemos cerca de una relativa normalidad, no tiene espacio.

El tema político será complejísimo en tanto sigan existiendo las cuarentenas, los aislamientos y los toques de queda. Hacer una campaña al Congreso o a la Presidencia sin poder visitar las regiones y reunirse con sus habitantes es difícil, aunque la conectividad ha mejorado mucho y se puede llegar a las personas virtualmente. Estar presente hace una gran diferencia.

Lo mismo pasa con procesos de recolección de firmas, encuestas presenciales, etc. Se necesitará mucha imaginación y la participación ciudadana está en riesgo.

Al final, los nuevos reyes del mundo, que ya no son ni los banqueros, ni los que producen armas, ni los medios de comunicación tradicionales, sino los dueños de las compañías tecnológicas de la comunicación y la información, tendrán el poder sobre todos.

De hecho, ya conocen nuestras costumbres, qué nos gusta y qué no. Por medio de algoritmos, deciden quién nos oye y quién no, qué podemos ver y entender y qué no. Han llegado al extremo de silenciar a cualquier persona, así sea muy poderosa, sin que nadie pueda decirles absolutamente nada. No hay quién los controle.

Muchos pensábamos que las nuevas tecnologías estaban aumentando nuestras libertades y nuestra capacidad de llegar a las noticias y a los acontecimientos de primera mano. Hoy, creo que estamos pasando de un mundo conocido a uno desconocido, en el cual no sabemos a ciencia cierta hasta dónde nos están manipulando y manejando nuestras vidas.

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