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GUILLERMO VALENCIA

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Nueva política de reindustrialización

Este año se viene una nueva iniciativa para consolidar una política que le haga frente al periodo de desindustrialización que lleva enfrentando por décadas Colombia. Las estrategias y los instrumentos de esta política se moverían dentro de cinco apuestas productivas que serían la clave para mejorar la productividad y la competitividad del país.

20 de marzo de 2023

En el año 2011, se lanzó la Coalición para la Promoción de la Industria Colombiana, la cual tenía como objetivo trabajar por el desarrollo de una agenda de industrialización dentro de la política pública del país, compartiendo la preocupación por la situación de los sectores industriales nacionales e intentando resolver los retos de la competitividad nacional para la búsqueda del pleno empleo en Colombia.

De este trabajo que se forjó durante más de cuatro años y del que se produjeron más de 100 documentos de análisis y recomendaciones, se recogieron y sembraron las bases para fortalecer lineamientos de apoyo al Gobierno Nacional, de cara a la estructuración de una política de desarrollo productivo.

Según la Andi, una estrategia de industrialización debería caracterizarse por ser una estrategia integral con acciones de corto y largo plazo, cuyo objetivo sea el crecimiento de la empresa productiva, de tal forma que en Colombia se propenda por la creación de empresa de una manera competitiva y en donde el sector público y privado tengan una agenda orientada, no solo al crecimiento, también a la productividad. Así, un pilar importante y fundamental es volver competitivos los procesos productivos.

Esta descripción hacía parte de una publicación lanzada en 2015 por el gremio para recordar que el crecimiento de la empresa tiene que ser un objetivo de política pública, dado que es una herramienta que contribuye al desarrollo económico y social del país. Así, esa estrategia de industrialización debe ser promovida como una serie de medidas de política pública para poner el aparato productivo nacional a la vanguardia mundial.

Con el pasar de los años, la política industrial del país ha tenido un foco más cortoplacista con medidas empleadas por el gobierno, como las acciones de política monetaria, las dos versiones del Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE), la creación de iNNpulsa o hasta en estrategias más locales como Impulso Local en Bogotá, entre muchas otras iniciativas, que no han tenido el pleno impacto que se esperaba.

Además, muchos expertos, investigadores y hasta parte del gabinete ministerial concuerdan en que Colombia ha venido sufriendo un proceso de desindustrialización, incluso mucho antes de pandemia. Algo atribuible a aspectos como una baja inversión en investigación y desarrollo, la caída en la actividad manufacturera, la expansión del sector terciario, la baja en la participación del sector industrial con respecto al PIB, una mayor competencia por la producción extranjera, entre otros determinantes.

Ante un estancamiento que ha durado muchos años, nuevamente se percibe la falta de aplicabilidad y uso de los diagnósticos ya realizados para una política de desarrollo productivo que estimule el potencial de nuestra economía y que tenga una visión más inclusiva para abarcar las problemáticas y las expectativas de todos los sectores para que la productividad y la competitividad tengan un criterio más integral y/o transversal.

Desde el año pasado, el Gobierno Nacional, apalancado en un excelente equipo en cabeza del ministro, Germán Umaña; la viceministra de desarrollo empresarial, María Fernanda Valdés, y el director de productividad y competitividad del ministerio, Mario Valencia, busca implementar una política de reindustrialización que le apunta a fortalecer los encadenamientos productivos y la inversión, así como un aumento en la productividad para cerrar brechas a partir de la sofisticación y la diversificación de la oferta nacional y exportable del país.

Según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCIT), esta política busca la sinergia en donde se espera inversión extranjera directa, atada a la innovación y a la transferencia de tecnología, así como a una mayor participación de la pequeña y mediana empresa dentro de las cadenas de valor. También podría decirse que se quiere que esta sea una iniciativa que siente las bases para generar una alianza entre el Estado, la comunidad, la academia y la empresa, un objetivo del que se ha hablado desde hace mucho tiempo, pero sobre el que no se ha avanzado lo suficiente.

Así, en materia de financiamiento, se planea fortalecer la inversión de empresas públicas y de capital mixto, con estrategias como actividades en torno a nuevas tecnologías o esquemas de atracción a través de proyectos, y una mejora sobre la oferta en la banca de desarrollo, lo que beneficiaría también un involucramiento de la economía popular. Pero como también se le apunta a mejorar la presencia en el comercio internacional (dado que desde 2014 el país viene con una balanza comercial deficitaria), se viene el fortalecimiento de entidades tipo Bancoldex, como agencias de crédito para las exportaciones.

Pensando en recuperar el equilibrio en las relaciones comerciales, también se ha buscado que esta estrategia de internacionalización sea tanto inclusiva como sostenible. Para ello se planea la revisión de acuerdos firmados como el G2, el TLC con Estados Unidos y el acuerdo con la Unión Europea, para ver en qué favorecen y en qué no a nuestro país.

No obstante, todos estos planteamientos y estrategias se moverán dentro de cinco apuestas productivas a los que le apunta esta política: la transición energética que plantea reducir la dependencia económica del petróleo y el carbón para crear fuentes productivas de bienes y servicios que integran energías alternativas; la agroindustrialización y la soberanía alimentaria para impulsar la producción agrícola; la reindustrialización en el sector salud para que el país empiece a tener capacidad en la producción de medicamentos, vacunas y hasta dispositivos; la reindustrialización para la defensa y la vida para aprovechar la capacidad de la industria militar en el desarrollo del sector astillero y aeronáutico, y finalmente, el tenido empresarial con un enfoque más territorial.

Algo de lo más interesante, a lo que aún le falta mayor definición para saber cómo se va a abordar, es que esta política también tendría un enfoque de género para reducir estas brechas. Se esperaría que esto se abordara en temas de financiamiento y de transferencia de tecnología, pero también en la capacitación del recurso humano que tendrá un fuerte componente de formación para el trabajo y un refuerzo en materia de bilingüismo.

Si se habla de una política que vaya a mejorar la industria en el país, es muy importante enfatizar en el desarrollo de los sistemas productivos para la idea de cadenas globales de valor; básicamente, es una de las bases sobre lo que se siente hoy día la competitividad. Para que esta política pueda jalonar el crecimiento económico hacia el crecimiento y la estabilidad, se debe aprender de los errores del pasado, no solo cómo se han definido y aplicado las políticas bajo una visión de corto plazo, sino sobre cómo lograr fortaleza y empoderamiento de las instituciones encargadas de tomar las decisiones e implementarlas.

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