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Mauricio Botero

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Odoronsky No. 5

19 de mayo de 2022

Hace una semana el Wall Street Journal publicó un interesante artículo sobre el declive de las Galerías GUM en Moscú, almacenes que son, de lejos, el centro comercial más caro y elegante de Rusia. Localizadas en pleno corazón de Moscú, en la mítica Plaza Roja, las Galerías GUM, también conocidas como Almacenes GUM, son un espacio lujoso y elegante que compone uno de los principales puntos de interés de Moscú. En su interior, se encuentran tiendas de las mejores y más lujosas marcas como Louis Vuitton, Chanel, Moschino, Dior, Cartier, Gucci, Miu Miu y Bulgari. Además, cuenta con numerosos restaurantes, cafeterías, heladerías, floristerías, bancos y farmacias. Es un destino para los turistas extranjeros con billeteras abultadas ya que la mayoría de sus tiendas, que venden marcas de lujo occidentales a precios ridículos, son inasequibles para buena parte de los ciudadanos rusos.

En represalia por la criminal invasión de Rusia a Ucrania, las principales marcas del mundo han decidido abandonar este mercado. De los cerca de 60.000 personas diarias que circulaban por estas tiendas, hoy solo lo hacen unos pocos miles. Para varios, incluyendo a Putin y el burócrata Roman Anatolyevich, la salida de las marcas representa una enorme oportunidad para que las empresas rusas llenen este nicho. Me permito disentir de las opiniones de Putin y Anatolyevich. Hagamos de cuenta que los rusos pudieran llegar a imitar el perfume Chanel No. 5. Es decir, que encontraran una especie de Grenouille, el inolvidable protagonista de la novela El perfume de Patrick Suskind. Grenouille es presentado como un genio que carece de humanidad. Su genialidad está en su sentido del olfato altamente desarrollado. Grenouille además recuerda todos los olores que ha percibido a lo largo de su vida, y cuando los recuerda es como si pudiera olerlos de nuevo. Puede dividir todos los componentes de un aroma y combinarlos a su gusto, creando aromas que no existen en el mundo. El Grenouille ruso replicaría a la perfección el perfume de Chanel y lo bautizaría Odoronsky No. 5. Lo que a Putin y a Anatolyevich probablemente no les cabe en la cabeza es que indistintamente puedan replicar a la perfección el perfume y el empaque de Chanel No. 5, las posibilidades que encuentren un comprador de su Odoronsky No. 5, aún a precios infinitamente inferiores que el perfume francés, son infinitamente bajas.

Uno supone que Putin y sus postillones también tratarán de copiar las corbatas Hermés, los zapatos Ferragamo, e incluso la cadena de restaurantes McDonald’s. No vacilo en pronosticar que van a fracasar olímpicamente. No entienden que detrás del perfume, la corbata y los zapatos hay decenas de años de diseño, mercadeo, comercialización y publicidad. Y en el caso de McDonald’s, un altísimo nivel de tecnología, logística y servicio.

Lo que es un hecho es que los actos criminales y las fanfarronerías bélicas de Putin van a condenar a los rusos, por lo menos por una generación, a consumir productos mediocres “made in Russia”, o en el mejor de los casos “made in China”. Hasta donde el autor de esta nota sepa, en China no producen perfumes ni remotamente parecidos al Chanel No. 5. No hablemos ni de corbatas, ni de zapatos…

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