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GUILLERMO VALENCIA

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Un metaverso más allá de Zuckerberg

El metaverso se está convirtiendo en un símbolo del creciente poder y del extraordinario alcance de la tecnología en la sociedad. Por ahora, Facebook es una de las compañías que más suena sobre esta nueva ambiciosa iniciativa, pero el metaverso va mucho más allá de un sueño publicitado por su CEO.

4 de diciembre de 2021

Como ya sabemos, una de las compañías más grandes e influyentes del siglo XXI ha empezado a apostar por el metaverso. Su CEO, Mark Zuckerberg, fue el encargado de promocionar, en octubre de este año, el cambio de nombre de su compañía de Facebook a Meta y condujo un poderoso video que sirvió como guía a sus espectadores a través de lo que sería su visión del futuro.

Desde el mismo inicio de la World Wide Web, hemos sido testigos de una constante: la evolución. No es raro esperarse que Facebook se uniera a la tendencia de crecer mucho más allá de sus fronteras con la expectativa de ser parte de un futuro que se verá ampliamente influenciado por la capacidad de ser parte de las experiencias de sus usuarios.

Por supuesto, la reacción de diversos sectores de la economía ha tenido una gran variedad. Algunos consideran la iniciativa del metaverso como una clara señal organizacional de Facebook para crecer más allá de su cartera y desarrollarse como un negocio a la vanguardia en materia de tecnología. Por otro lado, está el segmento que considera a esta iniciativa como una distracción cuyo propósito es distanciar a Facebook de sus escándalos en los que se ha acusado a la compañía de anteponer sus ganancias a la seguridad y al bien público.

Bajo el lado positivo, muchos expertos en marketing han considerado que el metaverso no solo implica una hoja de ruta para el futuro de Facebook, sino que también lo es para el mercadeo en sí. Tal como ocurrió con los dispositivos móviles, hace más de diez años, ahora el metaverso podría representar la siguiente gran oportunidad, casi como un próximo As bajo la manga, para que las marcas involucren a sus consumidores de nuevas maneras y les ofrezcan experiencias de multinivel.

No obstante, es claro que la controversia de Facebook, desde el escándalo de Cambridge Analytica en el que surgieron las primeras pruebas, o algunas de las más importantes, en que los hallazgos negativos se pasaron por alto para que prevalecieran los desarrollos que repercutieron en los resultados del gigante de las redes sociales. Asimismo, también hay expertos que han apuntado a que Facebook intenta conectar ahora su marca con un producto que no existe y que podría tardar hasta más de una década en materializarse. Una pequeña advertencia, especialmente para el segmento más joven ya que es el objetivo más importante de su gran publicidad.

Pero a pesar de que el cambio de nombre de la compañía ya fue un hecho, el metaverso va mucho más allá de la visión de Mark Zuckerberg, sea de mediano o de muy largo plazo. Este concepto es una idea mucho más grande, compleja y hasta confusa. Pero no cabe duda de que Zuckerberg hizo de las suyas para lograr ejercer una poderosa recordación de marca, a pesar de que no sea algo que se limite solo al titán tecnológico.

¿Cómo podría definirse entonces el metaverso? Muchos lo han considerado como una extensión lógica de nuestras vidas pero en el mundo digital. Criptomonedas, oficinas híbridas, comunidades enteras a través de redes sociales o las videollamadas con solo una parte que hemos logrado experimentar. En sí, está basada en un raro deseo de longevidad, de encontrar formas de extender nuestras experiencias.

Prácticamente, el metaverso pretende cambiar la forma en la que interactuamos, a tal punto en el que construirá un mundo digital que será mucho más importante que el mundo físico. Para ejemplificarlo, sólo basta con recordar la caída este año de Facebook que se sintió como toda una hecatombe y una desconexión total con nuestro mundo rutinario.

Allí las problemáticas que compañías como Facebook han experimentado como el descuido sobre los discursos de odio y discriminación, los problemas asociados a la salud mental de las personas y el caos democrático –y solo por mencionar algunos ejemplos– no paran de alimentar el sesgo y la desinformación en una sociedad que, de por sí, ya está polarizada.

En un potencial metaverso, una persona podría estar inmersa en las miles de experiencias digitales a través de los ojos de un avatar. Un montón de interacciones entre personas sin necesidad de estar en el mismo espacio físico. Podría hasta cambiar las reglas de juego desde probarse un atuendo en su tienda favorita hasta tomar una prueba de manejo en un auto de su preferencia. Por ahora no se conciben límites sobre este nuevo futuro.

No obstante, en la medida en que cada vez son más públicas sus fascinaciones, también lo son las cuestiones y preocupaciones en base a que es un metaverso para el cual el mundo no está lo suficientemente listo. Pueden configurarse como entornos virtuales con campañas de desinformación, espionaje y constante vigilancia. Al mejor estilo de Black Mirror, esta inminencia tecnológica, entre más estrecha sea con la cotidianidad, podría salirse de control.

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