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Claudia Varela, columnista

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¿Y si no quiero volver?

La economía quedó golpeada, mucha gente sin empleo, otros con emprendimientos nuevos, algunos con ideas de proyectos y, en general, todos con una situación diferente y una visión cambiada después de un año.

17 de octubre de 2021

Digamos que la pandemia ya está pasando. La economía quedó golpeada, mucha gente sin empleo, otros con emprendimientos nuevos, algunos con ideas de proyectos y, en general, todos con una situación diferente y una visión cambiada después de un año.

Sin embargo, pareciera que no todo el mundo aprendió lo mismo. Es evidente que aprendimos a valorar otras cosas y a ser eficientes en medio de la virtualidad.

Llegó la hora de la verdad y la famosa reinventada hay que ponerla a funcionar. Muchos jefes, los más controladores –creería yo–, tienen un afán desmedido por volver a la oficina. Hay cierta presión en el ambiente para que la mayoría vuelva de tiempo completo.

Hay que mencionar que muchas empresas ya están trabajando así e incluso existen las que no dejaron de hacerlo tan pronto se abrieron un poco las restricciones. Pero hay aún bastantes que están en este proceso de volver, a veces solo porque hay que generar el hábito y porque “las cosas no pueden seguir así eternamente”.

Digamos que si formas parte de una organización es lógico que hay que seguir las reglas y si el gran jefe dice que hay que volver, pues obviamente hay que volver. Ese en realidad no es el tema o ya se acabaría esta reflexión.

Pero sí se supone que nos reinventamos (odio esta palabra), ¿por qué seguimos creyendo que trabajar en la oficina de manera presencial es más productivo?

He escuchado todos los argumentos de lado y lado, y concluyo que hay razones válidas de ambas partes, por supuesto, pero hay algo en lo que todos los empresarios, líderes, gerentes y empleados deberíamos estar de acuerdo: el modelo exactamente igual que antes de la pandemia, lo que llamábamos normalidad, no debería volver a implementarse de manera exacta.

Fue evidente que el mundo funcionaba sin necesidad de estar todos los días de 8:00 a 5:00. Fue evidente también que hay mucho tiempo que se pierde de la vida personal en tráfico, rutas, viajes innecesarios o reuniones más largas por la lógica obligada de tenerse al lado. Fue claro también que nos ajustamos y que fue más eficiente manejar el tiempo e ir al grano, ya que no hay mucho espacio para perder.

En otras palabras, cada uno tiene su propia versión, su propia experiencia. Conozco a algunos que quieren salir corriendo de su casa porque ya necesitan un espacio diferente y a otros que amaron poder compartir más con sus hijos, aunque fuera más agotador.

Qué tanto espacio estamos dando para que la gente diga abiertamente que no quiere volver a la oficina a vivir este sistema de producción en masa, en el que todos automatizados hacemos fila en un ascensor en la mañana y en la tarde para llegar y salir de la oficina.

Hay que cambiar el chip. Si quieres lograr un verdadero compromiso emocional con tus empleados, no los obligues, escúchalos un poco más para entender un sistema que sea más productivo y eficiente.

Los años en los que las grandes oficinas eran un motivador para trabajar en una empresa pasaron de moda. Creo que el concepto ya venía cambiando y a través de la pandemia y un confinamiento obligado hasta los más conservadores tuvieron que entender la evolución de la interacción y la necesidad imperiosa de soltar el control.

Si eres de los jefes que se siente mal pensando en el trabajo en casa porque posiblemente tus empleados puedan hacer cosas personales en horas laborales, si te angustia pensar que la gente se acomode y crees que está haciendo menos porque no va a la oficina y no la ves, te invito a que de verdad entiendas que si no evolucionaste después de esto, seguro muchos de los miembros de tu equipo sí.

Permite a la gente hablar. No des por hecho que todo el mundo “muere por volver”. Quizás algunos. pero tal vez no, así que si quieres generar un compromiso a largo plazo, abre un poco tu mente y reflexiona sobre qué tan controlador eres; de lo contrario, vas a perder gran talento que puede valorar mucho el trabajo en casa.

Escucha más, habla menos y recuerda que los motivadores de otros no son y no tienen que ser los tuyos.

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