Concierto de verano de los Rolling Stones en el Festival del Hyde Park, Inglaterra, en julio 6 de 2013. | Foto: Commons.wikipedia.org

MÚSICA

La canción que trataron de acallar

La historia de una canción de los Rolling Stones permite contemplar los cambios más profundos del siglo XX. Es un puente para apreciar cómo los hippies, unos jóvenes desaliñados y rebeldes, transformaron la sociedad.

23 de noviembre de 2015

En un auditorio solemne, lleno de hombres solemnes, con trajes también solemnes, se levantó una voz. Era la voz de un diputado la que atravesaba las risas, los murmullos y los silbidos en señal de protesta. Su queja ocurría en la Cámara de los Comunes, a mediados de los años sesenta, e iba dirigida contra los Rolling Stones. El solemne diputado insultaba a los miembros de la banda por ridiculizar a las madres del Reino Unido.

La letra de “Mothers Little Helper” lo había indignado y quería sentar su queja. Los Rolling Stones describían a las mamás como mujeres desesperadas que estaban tan ajetreadas por cocinar sopas instantáneas para sus maridos, que tenían que tomar medicamentos para tranquilizarse. Las mujeres repetían sin cesar que los niños no eran como antes, y se refugiaban en el letargo producido por las drogas psiquiátricas.

Es posible que después de oír la canción, el diputado estuviera tan enfurecido que no pudiera entender que la sociedad estaba empezando a transformarse mucho más rápido de lo que cualquiera habría sospechado. Sus lamentos quizá indican que se encontraba frente a un símbolo del cambio, y pretendía resistirse, contra un movimiento que lo desbordaba y que alteraría la sociedad en la que había vivido.

Las mujeres, ridiculizadas por quejarse, también habían advertido el cambio. Quizá sin conocer las dimensiones, repetían una y otra vez que los niños ya no eran como antes. Y tenían razón cuando renegaban. Los jóvenes educados en los colegios de clase media imitaban el lenguaje de los barrios pobres de Londres e intercalaban malas palabras en las conversaciones. Vestían jeans como los obreros de las fábricas y oían rock.

Mas el abismo que abrían las nuevas generaciones para diferenciarse de las tradiciones de sus padres no se limitaba a las groserías en el lenguaje, ni a lucir prendas plebeyas, ni a exhibir melenas desaliñadas. Se trataba de toda una revolución cultural que transformaría el consumo de sustancias psicoactivas, la sexualidad, la familia y la juventud.

Y fueron esos cambios los que más le han dado forma al mundo contemporáneo; al menos así afirmaba el historiador inglés, Eric Hobsbawn. Así que cuando los señores con pelo largo, o quizá ahora con cortes muy formales, y sus hijos, hagan fila para ver en Bogotá a los Rolling Stones, podríamos recordar la revolución cultural. Y hoy, más que renegar como el enfurecido diputado, nos queda reflexionar sobre los retos que suponen para la sociedad y las transformaciones que representan.