ESTUDIO

Que no le crezca la nariz a su hijo

Un estudio de la Universidad de McGill en Estados Unidos dice que para evitar que los niños mientan, lo mejor es no castigarlos.

27 de diciembre de 2014

Según los investigadores, los niños más pequeños tienden a decir la verdad porque quieren complacer a los adultos, mientras que los que son un poco más grandes lo hacen porque sienten que es lo correcto.

Para llegar a esta conclusión, el equipo del Departamento de Psicología Educativa y Psicopedagógica de la Universidad reunió a 372 niños entre los 4 y los 8 años para ponerlos a prueba. A cada niño lo sentaron en una silla que detrás tenía una mesa con un juguete encima. Antes de dejarlo solo, le decían al menor que no podía cogerlo.

Los cuartos tenían cámaras ocultas que permitían observar el comportamiento de los infantes. Con esa evidencia, comprobaron que el 67,5 por ciento de los niños, es decir, 251 del total de la muestra, tomaron el juguete durante la ausencia de los adultos. De este subgrupo, el 66,5 por ciento, es decir 167 niños, mintieron.

Aunque los niños de mayor edad se vieron menos tentados a coger el juguete, los que lo hicieron fueron más propensos a mentir. Victoria Talwar, quien lideró el equipo de investigación, explica que los castigos por incumplir una regla o decir mentiras generan un efecto opuesto al deseado en los niños. Con tal de no ser atrapados, se esforzarán más en mentir y mantener su versión.

Por eso la investigadora recomienda que, en vez de castigar, los padres y profesores deben esforzarse por enseñarle a los niños el valor de la honestidad cambiando el enfoque tradicional de evitar mentir. De esta forma la consecuencia de una mentira no es necesariamente un castigo sino la pérdida de valor de lo que se dice, como le pasó a Pinocho.

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