Más de 1.200 docentes, estudiantes, empresarios, gerentes y líderes de la educación participaron de la quinta edición del evento.

NACIÓN

Es el momento de la educación en Colombia

La Cumbre de Líderes por la Educación, realizada la semana pasada en Bogotá, reunió a varios líderes mundiales y locales para debatir sobre la importancia de educar mejor a las nuevas generaciones de cara a un futuro cada vez más exigente.

22 de septiembre de 2018

Un salón de puestos simétricos donde los estudiantes guardan silencio y toman nota de lo que dice el maestro ya no corresponde a la educación en el siglo XXI. Los maestros perdieron el control omnipotente del conocimiento. Ahora, la tecnología, la automatización y la globalización rescataron el papel fundamental de la educación.

El país y el mundo requieren individuos innovadores, creativos y con pensamiento crítico. El problema, sin embargo, es que difícilmente un modelo educativo como el de Colombia en la actualidad forma un estudiante con esas características. Con Google al alcance de un clic terminó de desbaratarse aquella premisa falsa de que aprender es memorizar. La lógica original es entender la materia, no limitarse a pasar los exámenes.

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Con el fin de abrir un diálogo sobre el tema, Semana Educación –una iniciativa de Publicaciones Semana– organizó el 18 y 19 de septiembre la quinta Cumbre por la Educación. Durante dos jornadas, 90 expertos nacionales e internacionales dedicaron más de 18 horas a debatir sobre los desafíos y encontrar las soluciones, al menos en el campo colombiano. Más de 1.200 personas asistieron al Centro de Convenciones Ágora Bogotá.

El neurocientífico Rodolfo Llinás llamó, entre otros puntos, a repensar el modelo educativo: “La educación en Colombia es malísima, la de Estados Unidos y muchos otros países del mundo también”. Y pidió inyectar una dosis más alta de recursos al sector.

“La lógica original es entender la materia, no limitarse a pasar los exámenes”

Si bien por primera vez en la historia la educación tiene más recursos que el Ministerio de Defensa, las cifras no alcanzan para sanear las obligaciones y necesidades desde preescolar hasta la universidad. Ahora bien, a pesar de que la inversión en general en el tema pasó de 20,8 a 37,5 billones de pesos, hay que administrar los recursos en forma más eficiente. El aumento no alcanzó para cubrir el déficit, y no va a mejorar necesariamente el funcionamiento de los colegios, la profesión docente y la calidad.

Todos estos baches del sistema han obligado a replantear la estrategia desde todos los frentes. Los fondos de resultados educativos y los bonos de impacto constituyen dos de los mecanismos más novedosos que vienen implementando varios países en vías de desarrollo para financiar proyectos mediante alianzas público-privadas. Trabajan, como propuso la exministra tunesina, Amel Karboul, a partir de los resultados. “La educación se ha concentrado durante décadas en las matrículas, en contar la cantidad de niños y niñas que van a la escuela. Pero no nos hemos dado cuenta de que muchos niños están en la escuela pero no aprenden. El programa Outcomes (uno de ellos ) se concentra en el aprendizaje. Ahora, paga por el verdadero aprendizaje del niño”, dijo durante el encuentro.

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Durante muchos años los gobiernos se trazaron el reto de mejorar la cobertura, pero las necesidades ahora son otras. Sin embargo, de no tomar medidas urgentes el escenario es sombrío: en 2030 los países deberían haber cumplido los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular el numeral 4, que prevé un mundo en la escuela. Pero se estima que un tercio de los niños y jóvenes del mundo no aprenderán casi nada. Otro 27 por ciento, unos 424 millones, solo adquirirán habilidades básicas de nivel primario.

Ante esta situación, los gobiernos replantean sus políticas. Unas con mayor trascendencia que otras, la mirada está en formar hombres y mujeres que no pasen entero lo que les ofrece el sistema. “Tenemos cambio social, progreso, evolución, valoración, y en el centro están los estudiantes. Tiene que ser un sistema que se reinvente en función de aprender y no memorizar –dijo el doctor Llinás–. Ahí aparecen cualidades de indagación, de creatividad, que a propósito van a medir las pruebas PISA en la siguiente oportunidad. Por primera vez nos van a medir creatividad e innovación”, reveló la ministra de Educación, María Victoria Angulo.

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En este sentido, falta ver cómo llega a innovar el nuevo gobierno. Por lo pronto se sabe que su política versará sobre siete programas: 1) Bienestar y equidad en el acceso a la educación. 2) Desarrollo integral de calidad para la primera infancia 3) Todos por una educación de calidad. 4) Más y mejor educación para la ruralidad. 5) Agenda de impulso a la educación superior 6) y 7) Entornos escolares para la vida.

Es necesario articular a todos los actores para que las estrategias que desplieguen funcionen correctamente. ¿La razón? así como es necesario preparar mejores estudiantes, los docentes también deben tener la calidad más alta. Y para eso hay que resolver los conflictos que actualmente generan fisuras en el gremio. Falta ver que pasa el próximo mes cuando el Ministerio anuncie evaluaciones docentes.

La educación tiene que trascender el aula de clase. Por esta razón, los expertos invitados a la cumbre llamaron a la revolución: a enseñar a los niños a sacar mayor provecho de la tecnología, a ser más críticos, a pesar más, a no dejarse encasillar y a crear.