‘Más allá del ingreso, más allá de los promedios y más allá del presente: las desigualdades en el desarrollo humano en el siglo XXI’ | Foto: Getty

EDUCACIÓN

Desigualdades en educación: ¿presentes desde antes de nacer?

¿Qué tanto influye el espacio en que nace en el desarrollo de una persona? Según el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD el lugar donde nacemos marcará la hoja de ruta en varios aspectos que influyen en la calidad de vida.

3 de marzo de 2020

La oleada de manifestaciones en numerosos países del mundo en los últimos meses indica claramente que en la sociedad hay algún aspecto que no funciona y que está generando un descontento generalizado en la ciudadanía.

Precisamente, el Informe Mundial sobre Desarrollo Humano 2019 ‘Más allá del ingreso, más allá de los promedios y más allá del presente: las desigualdades en el desarrollo humano en el siglo XXI’, presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), revela que está surgiendo una nueva generación de desigualdades en la sociedad. Eso podría explicar las masivas movilizaciones que se han registrado en diferentes países.

Cualquier evaluación exhaustiva de la desigualdad debe tener en cuenta el ingreso y la riqueza. Pero esta medición debe ir más allá del dinero, y entender las diferencias existentes en otros aspectos del desarrollo humano, como la salud, el acceso a la tecnología y las oportunidades en educación.

Por eso, el documento plantea que el descontento con la desigualdad tiene que ver con la percepción de injusticia en las sociedades en las que viven, por lo que hace un análisis más allá del ingreso económico y medidas sintéticas de la desigualdad.

El informe, que evalúa a 189 países en el mundo, ubicó a Colombia en el puesto 79, mientras que en la medición de 2018 estaba en la casilla 90. Entre 1990 y 2018, el Índice de Desarrollo Humano del país pasó de 0,600 a 0,761, un aumento notable del 26,9 por ciento. La calificación máxima del índice es 1.

De acuerdo con el director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD, Pedro Conceição, las desigualdades entre los niños de hogares ricos y pobres en cualquier país, sin importar si es catalogado de desarrollo humano alto o bajo, aumentan constantemente tanto en la educación en la primera infancia como en la calidad de la formación recibida a lo largo de la vida.

“Estas desigualdades tendrán consecuencias de por vida, especialmente dado el rápido cambio tecnológico, que probablemente impactará en el mercado laboral. Esta es una de las razones por las que nuestro análisis sobre la desigualdad debe ir más allá de los ingresos”, dijo Conceição.

Las desigualdades en Educación

El informe del PNUD especifica que las diferencias en el acceso a diversos aspectos que influyen en el desarrollo humano, como educación, surgen desde antes de nacer, con la ‘lotería’ que determina el lugar de nacimiento de un niño. Además, estas desigualdades pueden ampliarse a lo largo de los años y durante diferentes etapas de la educación.

En ese sentido, el análisis detalla que se ha abierto una nueva brecha en el campo de la educación superior y el acceso a banda ancha. Estas oportunidades anteriormente se consideraban un lujo, y hoy en día son cruciales para competir y hacerse un hueco en la sociedad.

El documento comprueba que en los países con desarrollo humano muy alto, las suscripciones a servicios de banda ancha fija crecen a un ritmo 15 veces más rápido que en los países con desarrollo humano bajo. Y que la proporción de la población adulta con estudios superiores aumenta a un ritmo más de seis veces superior al de las demás naciones. Cabe recordar que estas desigualdades también se evidencian en hogares de un mismo país que tienen diferentes ingresos.

El estudio sostiene que los niños de familias pobres pueden carecer de acceso a la educación, y hallarán dificultades cuando intenten encontrar un trabajo. Además, esos niños tienen mayores probabilidades de obtener unos ingresos inferiores que los nacidos en familias de ingresos más altos cuando accedan al mercado laboral, "en ese momento se verán penalizados por varias capas acumuladas de desventaja", dice el experto.

Esta situación queda en evidencia al comparar las posibilidades de progreso de dos niños nacidos en el año 2000: uno en un país con desarrollo humano muy alto y el otro en uno con desarrollo humano bajo, o en un hogar pobre frente a uno de mayores ingresos.

Según el informe, el primero tiene, a los 19 años, una probabilidad superior al 50 por ciento de estar matriculado en la educación superior, pues en los países con desarrollo humano muy alto, más de la mitad de los jóvenes de 20 años se encuentran cursando estudios superiores. Por el contrario, el segundo niño tiene una probabilidad muy inferior de estar vivo: cerca del 17 por ciento de los menores nacidos en el 2000 en países con desarrollo humano bajo habrá muerto antes de cumplir los 20 años, frente a tan solo el 1 por ciento de los nacidos en naciones con desarrollo humano muy alto.

También es poco probable que el segundo joven esté cursando estudios superiores, dado que solo el 3 por ciento de los jóvenes de esta generación lo logra en los países con desarrollo humano bajo. Las trayectorias tan desiguales (y, seguramente, irreversibles) de ambos niños están condicionadas por circunstancias sobre las que prácticamente no tienen control alguno.

“En muchos países, hoy en día las brechas se han cerrado en el acceso a la educación primaria. Pero las desigualdades entre los niños y niñas de hogares ricos y pobres aumentan constantemente tanto en la educación en la primera infancia como en la calidad de la formación recibida. Estas desigualdades tendrán consecuencias de por vida, especialmente dado el rápido cambio tecnológico, que probablemente impactará en el mercado laboral”, agregó Conceição.

El documento enfatiza en las dificultades para romper esa cadena de desigualdad si los Gobiernos no brindan las condiciones necesarias. Plantea que si en la adultez el segundo joven, que ha carecido de múltiples oportunidades, forma una pareja con otra persona de un estatus socioeconómico similar, “las desigualdades pueden transmitirse a la siguiente generación”, dice el PNUD.

Esa brecha se mantiene a lo largo de la vida, como demuestra que en los países con desarrollo humano bajo solo 3,2 por ciento de las personas adultas tiene estudios superiores, en comparación con el 29 por ciento en los países desarrollados.

Además, el 42 por ciento de los adultos que viven en países con desarrollo humano bajo posee estudios primarios, frente al 94 por ciento en el caso de las naciones con desarrollo humano muy alto.

A pesar de las brechas descritas, el análisis del PNUD también destaca que los países con bajo desarrollo están alcanzando al resto en cuanto al nivel de acceso a la educación primaria y a los teléfonos móviles. Esta buena noticia viene acompañada de dos salvedades.

En primer lugar, pese a los progresos realizados, de permanecer el ritmo actual, el mundo no conseguirá erradicar las privaciones extremas en la salud y la educación para 2030, cuando se espera que todavía mueran anualmente 3 millones de niños menores de 5 años (lo que representa al menos 850.000 muertes por encima de la meta mínima fijada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible) y que 225 millones de niños se encuentren fuera de las escuelas.

En segundo lugar, explica el informe, las brechas se están reduciendo en parte porque los países situados en el tramo superior tienen escaso margen para seguir avanzando.