| Foto: Guillermo Torres

LITERATURA

El elogio de la educación de Vargas Llosa

Siete textos conforman uno de los últimos libros del Nobel de literatura Mario Vargas Llosa. En él, el escritor pretende resaltar el papel cívico y político de la literatura.

7 de abril de 2016

Aunque Mario Vargas Llosa resultó por estos días presuntamente enredado en el escándalo de los llamados “Papeles de Panamá”, desde Semana Educación decidimos reflexionar cuál ha sido el papel del Nobel de literatura en la educación. Pues resulta que en una de sus obras hace una defensa de la libertad, la democracia y exalta la escritura y la literatura en su libro “Elogio de la educación”.

A través de siete textos, entre los cuales se encuentra el que leyó cuando recibió el Premio Nobel de Literatura de 2010, el escritor peruano expone dichos temas como sustanciales para conservar el mundo occidental tal y como lo conocemos.

En los textos, con fechas que van de 1979 a 2010, el autor reúne reflexiones sobre el valor social de la escritura. Sobre la obra, el nobel que cumplió recientemente 80 años, dice que “no es exagerado decir que una pareja que ha leído a Baudelaire, Góngora, Garcilaso y Petrarca ama y goza mejor que quienes prefieren los programas de televisión”.

Con respecto a la importancia de la literatura en la sociedad, en la vida democrática y la libertad, que es el tema que atañe a Vargas Llosa, señala que “es el alimento de los espíritus indóciles y propaga inconformidad. Es un refugio para aquél al que sobra o falta algo en la vida, para no ser infeliz, para no sentirse incompleto sin realizar sus aspiraciones. Es por eso que no existe mejor fermento de insatisfacción frente a lo existente que la literatura”.

Así mismo, el escritor defiende los libros impresos y advierte sobre las publicaciones en medios electrónicos, los cuales dan un atisbo sobre “cómo es posible construir un escenario histórico en un futuro inmediato, en una sociedad modernista que funda sus principios en pantallas, parlantes, computadores y sin libros”. Una era en la que “los libros y la literatura habrían pasado a ser lo que la alquimia fue en la era de la física: una curiosidad anacrónica, practicada en las catacumbas de la civilización mediática por unas minorías neuróticas”.

Es así como “Elogio de la educación” se convierte en una reflexión de Vargas Llosa sobre la sociedad y si sería “incivilizada, aletargada, sin espíritu, una humanidad resignada de robots que abdicaron frente a la libertad de escoger cómo educarse y culturizarse”.

PARA EL DEBATE
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