| Foto: Flickr. Foto de Andy Warhol

ANIVERSARIO

Entienda a Mao en cuatro pasos

Después de cincuenta años de la Revolución Cultural mucho se habla sobre China. Semana Educación le explica sus principales características expuestas por el historiador inglés Eric Hobsbawm.

21 de mayo de 2016

  1. Antecedentes

 China había sido durante miles de años un imperio rico y culto. Si en la Edad Media los nobles ingleses se sonaban con las mangas, los burócratas chinos escribían poemas en una hermosa caligrafía. Si mientras los cortesanos que adulaban a Luis XVI orinaban en las paredes de Versalles, la corte china era un sinónimo de sofisticación. Entonces, cuando en el siglo XIX ingleses y franceses irrumpieron en Oriente, enriquecidos y armados por la Revolución Industrial, la nobleza china los veía como a unos salvajes ignorantes. Pensaban que el emperador era un defensor de sus tradiciones, y estaban muy poco interesados en modernizarse, como lo hacía Japón. La conclusión fue que en pocos años, un imperio que se había mantenido estable por milenios, fuera fraccionado y repartido.

Cuando China entró al siglo XX había sido humillada. Pero solo era un principio de la tortura: pocas décadas después, Japón la invadió con una tenacidad solo comparable con la de los regímenes más crueles de la historia. El imperio milenario que había sido el centro cultural y económico del mundo era pisoteado. China estaba dividida y explotada por los extranjeros. Y a las derrotas militares y económicas se le sumaban la pobreza de los campesinos, que eran cerca de un 90% de la población. Según Eric Hobsbawm, en 1952 “el chino en promedio vivía con una libra de arroz al día y con 80 gramos de té al año”.

Las invasiones del siglo XIX le habían permitido a los europeos controlar los puertos chinos, y la cruel invasión japonesa durante el siglo XX creó en un sentimiento de resentimiento y de humillación. Y el Partido Comunista fue hábil para aprovechar la situación: se convirtió en el representante de la resistencia y de la inconformidad del pueblo. Así, capitalizaron el odio y la indignación con una movilización contra el avance de las tropas japonesas. Además, respondieron a las exigencias de un pueblo pobre que se sentía humillado por los bárbaros extranjeros. 

  1. El triunfo de la Revolución

En los años treinta los comunistas planearon formar una resistencia guerrillera, pero fue poco efectiva. Y cuando el ejército de la República China los atacó, los obligó a replegarse hacia el Noreste en la conocida Gran Marcha. Y fue durante la huida, cuando Mao Zedong se convirtió en el líder indiscutible del Partido Comunista, que consolidaba su poder al Norte de China. Desde entonces, se convirtió en el catalizador de la resistencia nacional. Y si bien hubo otros movimientos contra los invasores, los comunistas fueron los que se organizaron más efectivamente. Al menos así lo afirma Eric Hobsbawm.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Mao tomó el poder con relativa facilidad después de una guerra civil. Y poco después organizó, como habían hecho los soviéticos, un Partido Comunista disciplinado de dimensiones nacionales, que unió a China. Mao Zedong fue rápidamente aceptado por el pueblo y, como lo afirma Hobsbawm, su llegada al poder “significó la restauración de la paz, orden, la unidad” y el final del imperialismo europeo en China. 

  1. Problemas del régimen

Mao quería modernizar a China. En su opinión, era necesario acabar con el tradicionalismo que la había mantenido inmóvil y atrasada. Y solo con una rápida industrialización podría prepararse para la revolución del proletariado. Entonces, a principios de los años cincuenta, guiado por los soviéticos, empezó a planificar el desarrollo industrial. Sin embargo, para Hobsbawm, el resultado fue catastrófico. La colectivización de las tierras fue fulminante: China no estaba preparada para eliminar la propiedad privada.

Por otra parte, “los criminales disparates del Gran Salto se debieron a que el régimen chino creía que la agricultura debía aprovisionar a la industrialización y mantenerse a la vez a sí misma sin desviar recursos de la inversión industrial a la agrícola”. Lo anterior ocasionó un crecimiento de la industria pesada que, según Hobsbawm, triplicó la producción de acero en pocos años. Sin embargo, hubo un desabastecimiento agrícola que llevó a China a la peor hambruna del siglo XX. Además, la situación se agravó a finales de los años cincuenta, cuando Mao se distanció de la Unión Soviética; la ruptura de relaciones implicó que Stalin les dejara de proveer asistencia técnica y ayuda material. 

También fue desastroso para el régimen la Revolución Cultural. Mao temía que la mentalidad tradicional, que había estancado a China y le había llevado al siglo XX humillada, fuera un obstáculo para la revolución. La solución fue acabar con todos los rastros culturales del imperio. Así mismo, para Mao la mentalidad burguesa debía ser combatida para que la revolución proletaria triunfara. Además, las críticas de los miembros del Partido y de los intelectuales debían ser purgadas. Solo así, China sería lo que esperaba.

Durante casi diez años, “Mao, con apoyo militar, impulsó un movimiento anárquico, inicialmente estudiantil, de jóvenes «guardias rojos» que arremetieron contra los dirigentes del partido que poco a poco le habían arrinconado y contra los intelectuales de cualquier tipo. Esta fue la «gran revolución cultural» que asoló China por cierto tiempo, hasta que Mao llamó al ejército para que restaurara el orden, y se vio también obligado a restaurar algún tipo de control del partido.”

El balance de la Revolución Cultural fue nefasto: destruyeron templos milenarios, asesinaron y torturaron, los niños acusaban a sus padres, y los intelectuales, si tenían suerte, eran perseguidos para que el régimen los reeducara al hacerlos labrar los campos. Cuando murió Mao en 1976, el Partido Comunista declaró que la Revolución Cultural había sido una equivocación. Sin embargo, no se atrevieron a desvirtuar la imagen del líder revolucionario. Culparon a Jiang Qing, esposa de Mao. Ella y sus asistentes más cercanos fueron encarcelados.

  1. ¿Un balance solo negativo?

 A pesar de los fracasos, China había crecido agrícolamente. Entre 1949 y 1956 aumentó en un 70% la producción de cereales. Y la producción de alimentos fue suficiente para sostener un gran crecimiento poblacional: el número de chinos pasó de 540.000.000 a 950.000.000. También, con la llegado de Mao al poder, China se independizó de los poderes europeos y se unió nacionalmente.

En comparación con los niveles de pobreza de Latinoamérica, África y Asia, China no estaba tan mal: “el consumo promedio de calorías de los chinos estaba por encima que el de 14 países de América, 38 de África, mientras que en Asia estaba igual que la media”. Además, “hubo un espectacular descenso de los índices de mortalidad”. Cuando Mao llegó al poder, la población vivía en promedio hasta los 35 años, mientras que en 1982 la esperanza de vida era de 68 años.  Por otra parte, a pesar de su guerra contra la cultura, los niveles de alfabetismo aumentaron. Si antes de que llegara al poder 50% de los niños iban al colegio, cuando murió casi que llegaban al 96%.