Un año de enseñanzas, un año aprendiendo

No basta asistir a un salón de clases. Gran parte del aprendizaje en el siglo XXI está relacionado con la experiencia diaria. El acceso a internet ha hecho que el talento de una persona radique cada vez menos en la capacidad para encontrar información y, en cambio, más en el criterio para clasificar y escoger del montón lo que es útil, innovador o necesario en un contexto específico. La educación ocurre todos los días, en cualquier espacio y es un proceso constante durante toda la vida. Partimos con esa premisa hace un año, cuando nació la revista digital Semana Educación, y en el camino hemos aprendido lo que eso significa en diferentes espacios.

Basta con el ejemplo del ‘profe’ Julio Alberto Ríos, el caleño que explica temas de matemáticas en YouTube y en algún momento estuvo detrás de Shakira en la lista de colombianos con más visitas en la red de videos. En la primera edición de Semana Educación hablamos con él sobre cómo sus lecciones en línea son una forma de generar interés por fuera del salón de clases. “Me llegan muchos mensajes de maestros y me cuentan que usan el material para que los estudiantes lo vean antes de clase y así aprovechan el tiempo en clase de forma distinta”, le dijo a Semana Educación.

Ese primer número abrió la entrada a una avalancha de información que estaba a la espera de que alguien se fijara en las ideas innovadoras, las experiencias y los casos de éxito de quienes están entendiendo la educación diferente al estilo tradicional.

Por eso dedicamos la segunda edición, de la mano con la revista Semana Sostenible, a recoger algunas iniciativas que se atreven a revolucionar la forma de enseñar y aprender. Esa búsqueda de historias nos llevó a varias regiones del país, a los actores internacionales que apuestan a nuevos modelos y a los expertos que analizan los problemas actuales. Desde el comienzo sabíamos que era necesario tener espacios para reunir en cada edición a todas esas voces.

Los territorios cuentan

Cada número tiene una sección dedicada a las regiones. Y es tanto y tan valioso lo que allí está ocurriendo, fuera de las capitales y en muchos lugares aislados del país, que tuvimos que dedicar una edición completa a escuchar algunas de sus voces.

En Dosquebradas, Risaralda, por ejemplo, el profesor Julio Fernando Hurtado se encargó de coordinar un proyecto que promueve la cultura, la convivencia y hasta nociones de matemáticas con ayuda de la danza. En la Institución Educativa Santa Isabel cuentan con pocos recursos, pero eso no ha sido obstáculo para que los profesores aprovechen el proyecto para hablar de folclor, historia, lógica o comunicación con los 15 grupos de baile que tiene el plantel.

Casos como el de Dosquebradas nos ayudaron a entender que, más allá de las áreas tradicionales como las matemáticas, el lenguaje, o las ciencias, hay elementos transversales a los procesos educativos. La religión, la educación cívica o la ética son algunos de estos.

En nombre de la religión

La cuarta edición la dedicamos a la religión. En un país tradicionalmente católico, la educación ha estado estrechamente relacionada con la Iglesia. Pero la Constitución de 1991 y los debates de las últimas dos décadas han revolucionado esa tendencia. Digno de cualquier debate, decidimos poner a dialogar a los representantes de dos corrientes enfrentadas.

Por un lado, el padre Juan Pablo González, S.J., rector del Colegio San Bartolomé La Merced, en Bogotá, habló sobre la necesidad de desarrollar la educación espiritual como un proceso transversal dentro de los colegios. Desde otro punto de vista, contamos con la opinión del exmagistrado Carlos Gaviria Díaz. El fallecido jurista escribió sobre las contradicciones de enseñar la religión como doctrina y, en cambio, resaltó la necesidad de estudiarla como un fenómeno social.

Herramientas en lo digital

La primera edición de este año nos puso a pensar sobre el medio en el que nos estábamos expresando y todas las herramientas tecnológicas que usan los profesores y alumnos en su labor diaria. En esa quinta edición nos dedicamos a analizar las implicaciones que tienen estas herramientas frente a las estrategias tradicionales de aprendizaje.

Aprendimos que no basta con tener una tableta en las manos todos los días ni garantizar que esta tenga acceso a internet. Los estudiantes, las familias y sus profesores tienen que adaptar la forma como usan la tecnología para que esta, en efecto, potencie sus capacidades y conocimientos. En cada caso, ese proceso ocurre de forma distinta.

El mejor colegio para cada niño

Cada estudiante es un universo distinto. No es un cliché. Los niños y jóvenes reflejan lo que ocurre en sus casas. De igual forma, las familias deberían entender que los colegios son una proyección de sus hogares. Dedicamos toda una edición para que los lectores reflexionaran acerca de cómo escogen el lugar donde estudiarán sus hijos. Hay toda clase de hipótesis al respecto. Para muchos, hay un colegio para cada niño, pero hay quienes creen que los estudiantes deberían adaptarse a cualquier institución.

Pero al final, ¿para qué sirve todo ese proceso? Muchos resaltan el poder transformador de la educación. Los políticos hablan de ella como un camino para la equidad y los sociólogos la analizan como un mecanismo de movilidad social. Pero en general, el propósito de aprender algo tiene como objetivo aplicarlo en la vida diaria.

Educar para el progreso

En este sentido, pocos estudios materializan esto de forma tan clara como las carreras técnicas y tecnológicas. Nos sorprendió encontrar que detrás de este tipo de educación se esconden estigmas sociales. Pero ahora podemos afirmar que no hay un tipo de educación que dependa de las condiciones socioeconómicas. Ejemplos como el del chef Harry Sasson o el diseñador Ángel Yañez ilustran que existen otros caminos educativos para alcanzar el éxito que no necesariamente pasan por las carreras universitarias.

Homenaje a los profesores

La edición pasada estuvo dedicada a la mejor profesión del mundo. Si la educación es un medio para transformar la sociedad, los maestros tienen gran parte de la responsabilidad en ese proceso. Pero para reivindicar su labor no solo hay que pedir mejores salarios o garantías laborales. Hace falta que les otorguen el estatus que se merecen y que los mejores estudiantes quieran ser profesores.

Lo que viene

Todavía hace falta encontrar nuevas experiencias dentro y fuera del país. Hay más aplicaciones para estudiantes, padres y profesores que pueden ser útiles en su aprendizaje diario. Tenemos que investigar más y explorar otros modelos de enseñanza. Pero, sobre todo, hace falta que más personas entiendan que la educación no es un asunto que le competa únicamente a los profesores y sus estudiantes. Ese es nuestro compromiso, y en el camino seguiremos aprendiendo.

Este artículo hace parte de la novena edición de la revista digital SEMANA Educación. Para descargar la publicación siga estos pasos (ver).

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