HOMESCHOOLING

Crecer sin límites

Susana Noguera, estudiante de Comunicación Social y Periodismo, recibió su educación básica y media en casa. Así fue su experiencia.

Susana Noguera
3 de agosto de 2014

Aprendí a multiplicar en las playas de Río de Janeiro. La profesora, una mejicana que preparaba los mejores frijoles refritos que he probado, nos dictaba los problemas aritméticos y debíamos escribir la respuesta antes de que la siguiente ola los borrara.

Mi primera clase de anatomía fue dentro de un parque de diversiones llamado Camila. Era una muñeca gigante por la que uno paseaba. Entrabas por los pies y veías réplicas enormes de todos los órganos humanos. Podías rebotar en su vejiga, tocar sus ojos y ver como el corazón latía. Recuerdo que no cabía en mí del asombro cuando, al entrar a su cavidad abdominal, miré hacia arriba y vi una pequeña masa color piel nadando en una bolsa llena de agua que, después descubriría, se llamaba el líquido amniótico. Era un bebé, se movía, emitía sonidos y se le podían ver las primeras venitas…fue increíble.

Los días de clases teóricas se desarrollaban un día en el comedor, en el estudio o en la sala. Otros días nos sentábamos en algún parque. Al principio éramos pocos, tenía tres o cuatro compañeros de diferentes nacionalidades. Después llegaron más y más. Algunos niños tildados de ´hiperactivos’, otros que simplemente no les interesaba lo que los colegios ´normales´ tenían para ofrecer.

Puedo decir que vi el mundo a través de ojos japoneses, españoles, peruanos, mejicanos, chilenos, brasileños, estadounidenses y, por supuesto, colombianos, y es hermoso.

La educación en el hogar busca promover la pasión por el conocimiento, una autopercepción positiva, una capacidad para relacionarse con personas de otras culturas y estratos sociales, la facultad para resolver problemas, la creatividad y el respeto por la diversidad.

Muchas veces tuve que explicar la razón de mi educación que para muchos era algo excéntrico. “¿En serio aprendes sin un colegio?”, “¿Qué pasa cuando no tienes un profesor que te supervise todo el tiempo?”

Todos esos cuestionamientos me inducían a querer tener las respuestas. Así que leía. Leía para tener los argumentos para defender lo que yo era.

Algunos sistemas educativos anulan la individualidad en pos del orden y la homogeneidad. Esta percepción de uniformidad influye en muchos ámbitos de la educación convencional, uno de ellos son las evaluaciones.

Esto es distinto en el homeschooling. No a todos nos evaluaban de la misma manera. Para algunos era más natural escribir ensayos acerca del tema que había investigado, para otros era mejor exponer y aprender con ejemplos.

Como éramos pocos el profesor tenía más tiempo para invertir en cada uno, entender qué era lo que más le gustaba, cómo aprendía mejor, si asimilaba mejor la información auditiva o visual y de acuerdo con eso le ponía ejercicios y evaluaciones que sacaran lo mejor de sus capacidades.

Los tutores no nos juzgaban o categorizaban solo por una calificación porque conocían de cerca todo el proceso. Si un estudiante no sacaba una nota con la que estuviera a gusto podía decirle al tutor, repetir la lección y volver a presentar la investigación hasta que tuviera la tranquilidad de haber aprendido.

Muchas veces no teníamos un profesor que estuviera supervisándonos pero tampoco hacía falta porque cada estudiante tenía unas metas específicas. Podía hacer dos grados en un año o demorarme más en una materia que en otra. El tutor nos guiaba y aconsejaba acerca de la forma para lograr nuestro proyecto de vida, pero los límites los ponía uno mismo. Por esa razón creamos una clase de motor interno, una curiosidad innata que nos impulsaba a ansiar el conocimiento. Nos llamaban autodidactas. Competíamos entre nosotros a ver quien traía la exposición más completa o lograba leer más libros.

Una de las preguntas que más me hacen con respecto a mi educación es “¿y cómo haces para hablar con otra gente? ¿No te sientes un poco desadaptado socialmente?”

Para empezar creo que eso de estar ´bien adaptado´ está sobrevalorado. Casi todos los genios y los que iniciaron las revoluciones sociales y políticas que alcanzaron las libertades y derechos que tenemos hoy, lo hicieron porque no se sentían a gusto con la sociedad que les tocó. Martin Luther King, Gandhi, Edison y Einstein eran seres profundamente desadaptados. Como dijo Krishunamuti, célebre escritor hindú, “No es saludable estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma".

Con respecto a la comunicación pienso que algunos tenemos más facilidad para tratar con personas que otros, y eso no tiene que ver con el colegio. Estudiar en casa me permitió cursar primaria y bachillerato en tres idiomas distintos, lo cual facilita infinitamente la comunicación. Eso de que los niños educados en casa son introvertidos es un mito.

Es imposible decir que los niños ´homeschooled’ somos de tal o cual manera. No nos pueden medir con una regla y decir que uno es mejor que el otro porque tal regla no existe: somos divergentes, crecemos sin límites.