humberto de la calle y sergio fajardo se reunieron para buscar viabilidad en sus candidaturas. ante las dudas legales, de la calle le pasó la pelota al consejo nacional electoral, que se pronunciará después de semana santa

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La hora del café: ¿Qué tan viable es la alianza entre Fajardo y De la Calle?

Esta llave podría crear una opción de centro, pero concretarla no es fácil, pues es compleja política y jurídicamente.

1 de abril de 2018

Las altas votaciones que obtuvieron Iván Duque y Gustavo Petro en las consultas interpartidistas hicieron posible un encuentro entre Sergio Fajardo y Humberto de la Calle. Esa opción se había planteado desde finales del año pasado, pero nunca se pudo concretar un acuerdo para unificar sus aspiraciones porque el exalcalde de Medellín se opuso a aliarse con el Partido Liberal. Consideraba que su imagen de política tradicional y las denuncias de mermelada contaminarían su propuesta de una opción independiente.

Fajardo, además, lideraba las encuestas y no creía necesitar una coalición más amplia que la que ya había construido –con enormes dificultades– con Jorge Enrique Robledo y Claudia López. Aunque algunos miembros de ese equipo, como la ahora candidata a la vicepresidencia Claudia López, no descartaban acercarse con De la Calle, Fajardo no cedió.

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Después del 11 de marzo todo cambió. Iván Duque y Gustavo Petro se consolidaron en los dos primeros lugares, a un paso de llegar a una segunda vuelta para disputar el premio mayor. El crecimiento de los punteros produjo el desplome de Fajardo e impidió despegar a De la Calle.

En ese contexto, el exalcalde de Medellín se volvió más flexible y aceptó el publicitado café del lunes pasado. “Tenemos coincidencias éticas y políticas”, dijeron a la salida, pero quedó claro que no hicieron aproximaciones concretas sobre fórmulas de unidad ni mostraron voluntad política para retirar alguna de las dos candidaturas. El mecanismo más idóneo habría sido una consulta como la que hicieron las coaliciones de derecha y de izquierda, pero la Registraduría fijó una sola fecha para estas –el 11 de marzo– que ya pasó.

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Ante este obstáculo, hay un debate sobre si existen alternativas jurídicas para fusionar las dos candidaturas. Los que se oponen consideran que la Ley 1475 de 2011 es contundente. Establece que “los partidos y movimientos políticos y sus directivos, las coaliciones, los promotores de los grupos significativos de ciudadanos y los precandidatos que participaron en la consulta, no podrán inscribir ni apoyar candidatos distintos a los seleccionados en dicho mecanismo, con excepción de los casos de muerte o incapacidad absoluta del candidato así seleccionado”. Esa norma busca garantizar que quienes participen en elecciones internas para escoger candidatos no les pongan conejo después a los ciudadanos. Incluso, se llegó a sostener que si De la Calle logra la alianza con Fajardo, tendría que devolver los 40.000 millones de pesos que costó la consulta. Esa interpretación extrema ya quedó descartada.

Pero la creación del binomio Fajardo-De la Calle también tiene partidarios. Los que la defienden argumentan que la receta de la elección entre candidatos de varios partidos es una innovación –aprobada el año pasado– y no reemplaza a las consultas internas. Por su naturaleza, se entiende que la decisión de un partido sobre su candidato es un paso previo a la definición de una opción interpartidista. El propio Centro Democrático se inscribió para hacer una consulta en las urnas entre cinco precandidatos, pero al final prefirió el camino de unas encuestas semanales para ir descartándolos uno a uno. Y después, el 11 de marzo, participó en la interpartidista con Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez.

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El problema para De la Calle es que cualquier fórmula de acuerdo con Fajardo tendría que ser distinta a una consulta en las urnas. Quedaría la vía de las encuestas. La fórmula que se está contemplando sería preguntarle a la gente cuál de las fórmulas presidenciales prefiere, la de Fajardo y Claudia López o la de De la Calle y Clara López. El binomio que obtenga el mayor número de votos ganaría y el otro se sumaría.

Así como Fajardo siempre fue renuente a hacer alianzas, De la Calle siempre estuvo interesado. Siempre mantuvo en su mente la perspectiva de consolidar una alianza entre las fuerzas que apoyaron el Sí en el plebiscito. Pero solo aceptó medirse con él su copartidario Juan Fernando Cristo. De la Calle quería que la consulta se hiciera en noviembre del año pasado para participar después en una interpartidista con Fajardo en marzo. Cristo y Juan Manuel Galán creían que esa fecha era un error por no coincidir con las elecciones parlamentarias y advirtieron que en esas circunstancias existía el riesgo de una votación marginal. Tenían razón y el resultado acabó en desastre. De la Calle ganó con solo 365.658 votos y la imagen del trapo rojo quedó por el piso.

Sin embargo, la papeleta con la que los rojos escogieron a De la Calle sobre Cristo facultaba a quien resultara ganador a “que participe en una consulta interpartidista que elija candidato único en coalición, o para ser el candidato único del Partido Liberal”. El congreso de la colectividad, en forma explícita, autorizó a De la Calle y al director César Gaviria para explorar esas alternativas.

Ante la falta de claridad sobre las normas, De la Calle solicitó un concepto al Consejo Nacional Electoral. Fuentes consultadas por SEMANA aseguran que, dada la evidente urgencia, la entidad se pronunciará después de Semana Santa. Su pronunciamiento serviría de argumento para concretar la alianza. La tesis sería que las consultas interpartidistas no están totalmente reglamentadas y que la jurisprudencia del CNE que en el pasado, más que aferrarse a la letra de las normas, ha optado por fórmulas que interpretan la realidad política. El magistrado ponente, Bernardo Franco, del Partido de la U, es considerado de esa línea interpretativa.

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Pero los problemas de Humberto de la Calle no son solo jurídicos, sino también políticos. En el extenso café de tres horas con Fajardo tuvo que reconocer que no ha podido tratar el tema con el director del partido, César Gaviria, porque este se encuentra fuera del país y no ha sido posible comunicarse con él. Teniendo en cuenta lo fáciles que son las comunicaciones en la actualidad, queda la impresión de que hay un distanciamiento entre ambos.

En teoría, tanto a Fajardo como a De la Calle les convendría la unión. A estas alturas no quedan muchas cartas que jugar para buscar un cambio en las tendencias de la campaña electoral. La alianza sería un hecho político para recuperar impulso y para intentar desplazar a Petro del segundo lugar y trancar a Vargas Lleras.

Pero en la práctica hay muchos obstáculos y la mayoría están en el campo de De la Calle. No solo por la controversia legal, sino por la situación de su partido. Un grupo de parlamentarios, encabezados por Juan Fernando Cristo, está en abierta rebeldía contra César Gaviria. Esta situación ha debilitado la jefatura del expresidente hasta el punto de que ni siquiera ha convocado a la bancada recientemente elegida para renovar el apoyo al candidato oficial. Varios miembros de la colectividad roja están coqueteando de manera abierta con las candidaturas de Iván Duque y Germán Vargas, hasta el punto de provocar una dura declaración del siempre ponderado De la Calle: “El que se quiera ir, que se vaya”, dijo. En otro trino fue aún más duro: “Resulta que en el Partido Liberal algunos ven con buenos ojos una alianza oportunista con quienes buscan hacer trizas los acuerdos, todo por cálculos electorales”.

En las condiciones actuales, si el famoso tinto entre Fajardo y De la Calle resulta exitoso, tendrá más el sabor amargo de un retiro del candidato liberal, que el dulce aroma de una suma de fuerzas. Según la última encuesta de Invamer para Caracol Televisión, Blu y SEMANA, en un cara a cara entre los dos triunfaría el exalcalde de Medellín por un margen de 63,7 por ciento a 25,8.

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Desde su fortalecida trinchera de la izquierda, Gustavo Petro insiste en que la mesa del café debería tener tres invitados. Es decir que él estaría dispuesto a sumarse con el fin de adelantar para la primera vuelta una convergencia que de todas maneras se podría dar en la segunda. Esta alternativa, que probablemente produciría un triunfo en las elecciones, sin embargo, no encuentra buen recibo ni en Fajardo ni en De la Calle. Petro es demasiado radical para ellos. Lo único que parece viable es un entendimiento entre el candidato liberal y el exalcade de Medellín, lo cual produciría la deserción de una buena parte de los integrantes de la maquinaria liberal, que apoyaría a otros candidatos. Paradójicamente, esa situación cumple el requisito que Fajardo siempre planteó: recibir a De la Calle, pero no al Partido Liberal.

Al fin, no todo está definido. Si algo ha caracterizado a la actual campaña electoral, es que la intención de voto de los colombianos es muy volátil y el liderazgo en las encuestas ha pasado de uno a otro. Ahora, Vargas Lleras, Fajardo y De la Calle creen que aún es posible un nuevo –y último– relevo, y los dos últimos confían en que un nuevo café lo propicie. Solo que, por ahora, ha quedado claro que se necesita mucho más que una buena cafetera.