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"Fui a la cárcel a estirarle la mano a la persona que me disparó”

Hace dos años el arquero uruguayo Alexis Viera recibió dos balazos en un intento de robo en Cali. Pasó dos días en coma, y cuando despertó los médicos dijeron que no volvería a andar. La semana pasada fue caminando a la cárcel para visitar a su agresor. Habló con SEMANA sobre este ejemplo de perdón.

15 de julio de 2017

SEMANA: ¿Por qué decidió visitar al hombre que le disparó?

Me invitaron a participar en un programa de RCN llamado Valientes, con Felipe Arias, y cuando hablé del perdón ellos me propusieron ir a la cárcel para verme cara a cara con la persona que me disparó. Les dije que sí.

SEMANA: ¿No lo pensó dos veces?

No, al contrario, pensé en ayudar a esa persona que se equivocó y cometió un error. Ya no tengo odio ni rencor, por más daño que me haya hecho.

SEMANA: ¿Qué sintió cuando lo vio?

Me dio lástima, porque podría ser mi hijo. Es un chico de 20 o 21 años y me dio lástima que alguien tan joven se perdiera como lo hizo él. Por eso le hablé como si fuera mi hijo.

SEMANA: ¿Qué pretendía con esa visita?

Fui a la cárcel a estirarle la mano a Ánderson, que es la persona que me disparó. En ese momento le dije: “Acá se te van a abrir muchas puertas, pero si tú no las cruzas vas a seguir haciendo lo mismo y cuando salgas de la cárcel vas a seguir haciendo daño”.

SEMANA: ¿A qué puertas se refería?

Lo invité a trabajar conmigo porque sé que a él le gusta el fútbol. Le dije que se prepare como técnico y formador de niños, porque yo lo voy a llevar a trabajar a mi club. A él le gustó la idea y yo me comprometí a llevarle material en estos días para que pueda empezar a estudiar. Le aconsejé que aprovechara ese tiempo que va a estar ahí para recapacitar, para limpiar su corazón, para que cuando salga se gane la plata honradamente. Le pedí que cambiara por su familia, por su hijo, y que contara conmigo.

SEMANA: ¿Cómo lo recibió él?

Llegó muy escéptico, enojado. Llegó diciendo que él no había sido el que me había disparado. Pero fue él, estoy convencido, y mi esposa lo reconoció. Entiendo que tenga miedo, porque está en una cárcel donde hay muchos hinchas del América y teme que le hagan daño y atenten contra su vida. Hablamos un rato y cambió la actitud, se fue con una sonrisa.

SEMANA: ¿Él qué le dijo?

Es un hombre de muy pocas palabras, pero dijo que sí, que quería cambiar. Me miraba sorprendido… capaz que no se creía que yo lo iba a ayudar. 

SEMANA: Cambiando de tema, ¿cómo va su recuperación?

Hago terapia todas las mañanas, estoy trabajando duro y estoy mejorando. Por más que me dijeron que no iba a volver a caminar, yo todos los días intento tener un mejor estilo de vida. Si hay algo que aprendí del fútbol, es la disciplina y la constancia.

SEMANA: Usted recibió dos disparos...

Uno de ellos entró por la espalda, atravesó el pulmón y me pegó en las vértebras T10 y T11, dañándome casi al cien por cien la médula.

SEMANA: ¿Cómo se está movilizando en este momento?

Estoy con muletas, ya dejé la silla de ruedas.

SEMANA: ¿Pero no le habían dicho que no iba a volver a caminar?

A los tres meses ya estaba caminado.

SEMANA: ¿En qué trabaja ahora, de qué vive?

Hoy tengo un club deportivo sin ánimo de lucro, así que me toca sacar plata del bolsillo todos los días. Pero estoy haciendo conferencias, tengo una pensión que es bajita, pero suma... yo me rebusco con charlas, buscando proyectos, creando empresa. 

SEMANA: ¿Tiene alguna relación con el América de Cali?

No, estoy totalmente por fuera, pero sigo con el mismo cariño, apoyando a la institución como un hincha más.

SEMANA: Mucha gente se pregunta por qué se quedó en Colombia después de lo que le pasó...

Porque así lo sentí; acá me dispararon y acá tengo que ayudar. A la persona que me disparó le faltó educación, así que hoy estoy en ese tema para ayudar a otras personas y que no caigan en lo que cayó Ánderson. 

SEMANA: Dice que después de lo ocurrido encontró a Dios…

Yo antes dudaba mucho de Dios porque me habían pasado muchas cosas en la vida, había tenido muchas caídas. Yo decía, ‘por qué a mí me pasa esto y a personas que van por un camino peor les va mejor’. Pero cuando estaba muriéndome en el piso, al frente de mi familia, después de recibir dos tiros, ahí le pedí a Dios que me permitiera ver crecer a mis hijos, que no me quería morir. Él me dio la oportunidad de vivir, así que cuando desperté del coma ya no había odio ni rencor.

SEMANA: ¿Cuándo va a dejar las muletas?

En diciembre.