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¿Otra vez culpable?

Una nueva condena por homicidio revivió el jueves el sensacional caso de la angelical Amanda Knox.

1 de febrero de 2014

La pesadilla del 1 de noviembre de 2007 no ha terminado para Amanda Knox. El jueves de la semana pasada, un tribunal de Florencia, Italia, la condenó a 28 años y seis meses de cárcel por su participación en el homicidio de Meredith Kercher, una estudiante británica con quien vivía en Perugia. El juez también ratificó la sentencia de 25 años para el exnovio de Knox, Raffaele Sollecito.


Según las investigaciones, esa noche de 2007, embriagados y drogados, Knox, Sollecito y un amigo marfileño llamado Rudi Guede intentaron inducir a Kercher a un juego sexual. Esta se resistió y la pelea se agravó hasta el punto que Kercher recibió 43 puñaladas. Cinco días después, los policías arrestaron a la pareja. Y también dieron con Guede, un jíbaro vagabundo que fue rápidamente condenado a 16 años de prisión.

El caso llenó titulares no solo por lo misterioso, sino por la belleza angelical de Knox, que hacía dudar de que pudiera haber cometido semejante baño de sangre. En 2009, Knox y Sollecito fueron condenados, pero apelaron y dos años después otra corte los declaró inocentes. Knox aprovechó para regresar a Estados Unidos y escribir sus memorias. En marzo, sin embargo, un tribunal italiano anuló el juicio de 2011 y reabrió el proceso. La nueva condena es contundente, pero no cierra el caso. Mientras que la suerte de Sollecito parece estar echada (el viernes, la Policía lo detuvo mientras intentaba fugarse por la frontera austriaca), Knox todavía tiene cierto campo de acción. Hay un tratado de extradición entre Estados Unidos e Italia, pero muchos dudan de que Washington acepte enviarla, si bien en su contra juega que los estadounidenses piden con frecuencia mafiosos italianos de regreso a su país. En todo caso, los defensores ya se alistan para apelar ante la Corte Suprema de Justicia.