Una noche de otoño de 1992, en Ciudad de México, varios famosos coincidieron en una cena. El más humilde en apariencia, Mario Moreno, Cantinflas, fue proclamado como el más célebre de todos, y no por anfitrión: “Maestro, su nombre es el único que lo escriben y pronuncian bien en todos los idiomas”. Por esos días, un antioqueño, de 60 años, ‘armó la gorda’ en París.
Los Campos Elíseos, por donde se pasean las mujeres más hermosas del mundo, fueron tomados por una decena de gordas descomunales, posando desnudas a lado y lado de la famosa avenida. Entre 2 y 4 metros de estatura, 800 kilos y 4 toneladas de peso. Desde entonces, el apellido de quien delineó sus anchas caderas de bronce platinado empezó a escribirse y pronunciarse bien en todos los idiomas.
Fernando Botero (Medellín, 19 de abril de 1932) ya era famoso y cotizado. Familia protestante (óleo sobre lienzo) fue récord en las subastas de las casas Christie’s y Sotheby’s en 1989: Andy Williams, cantante norteamericano, pagó 715.000 dólares. Mujer fumando (escultura, 358.000 dólares) y Los ricos (lienzo, 264.000 dólares) estuvieron entre las diez más costosas.
Curiosamente, la voltereta de un novillo flaco, que lo levantó varios metros de la arena, fue su primer salto a la gloria. Renunció a ser torero y a ver su nombre en los carteles de las grandes plazas de toros del mundo. Se “conformó” –en palabras del pintor– con verlo en las galerías de arte. “Hasta los niños chicos reconocen un ‘botero’”, dijo, en entrevista a Juan Cruz (El País, 2019), el pintor vivo que más ha expuesto en el mundo, como si estuviera rubricando una de sus obras: Botero.
Patrimonio nacional
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Las 479 obras que donó Botero a museos y calles de Medellín y Bogotá fueron declaradas Bien de Interés Cultural de la Nación en 2012. Tras vivir dos años en Bogotá, partió de Buenaventura (1952) en un barco italiano. Llegó a Barcelona con 20 años, se instaló en Madrid. Vivió en México antes de volver a su tierra, y en 1960 se radicó en la Gran Manzana.
Reparte su tiempo entre Mónaco e Italia. Desde 2018, con la exposición del Museo Nacional de Bogotá, son furor en el mundo las exhibiciones de sus obras inéditas, en las que plasmó costumbres, tradiciones, paisajes y personajes de Colombia. Ya se han visto en Bolonia, Italia (2019), Barcelona (2019) y Madrid (2021).
Primer récord
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El 20 de noviembre de 1989, en la casa Sotheby’s, Familia jugando, del mexicano Rufino Tamayo, había impuesto un récord sin precedentes: 605.000 dólares. En la sala de Christie’s, 24 horas después, Botero se puso a la delantera con 110.000 dólares con su Familia protestante. Superó a La tierra misma, de Frida Kahlo (550.000 dólares), y a Retrato de Ignacio Sánchez, del también mexicano Diego Rivera (264.000 dólares).
Por el mundo
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El dato es escalofriante. Obras con la firma de Botero se exponen de forma pública y permanente en museos y sitios emblemáticos de 28 países: Alemania, Armenia, Bélgica, España, Francia, Portugal, Reino Unido, Rusia, Suecia, Principado de Liechtenstein, Principado de Mónaco, Austria, Suiza, Italia, Ciudad del Vaticano, Estados Unidos, México, Colombia, Argentina, Chile, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos, Israel, Japón, Kazajistán y Singapur.
Familia Protestante
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Culminada en Nueva York (1969), la obra plasmó lo que en su infancia se decía de los protestantes: personas de costumbres extrañas, que hasta andaban desnudos por la casa. Su primera exposición fue en París y se vendió en apenas 1.300 dólares, 713.700 menos de lo que pagó el cantante Andy Williams 20 años después.
El mecenas
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El Premio Fernando Botero fue un estímulo para jóvenes talentos de las artes plásticas del país. Lo financió con 38.000 dólares (premio al ganador), unos 100 millones de pesos en 2005, primera vez que se otorgó. Botero fue mecenas de la carrera del torero antioqueño Juan de Castilla, del barrio de la comuna cinco de Medellín, a quien acompañó en su alternativa en La Macarena (2017).