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CARNE DE CAÑON

Cuando hay guerra, como está pasando en Colombia, la población civil es la que pone los muertos.

ANTONIO CABALLERO
28 de noviembre de 1988

En la emboscada al bus de Peque los guerrilleros--segun informa el Ministerio de Defensa-remataron a un niño de un año. Es atroz, pero es posible: en Colombia tenemos una larga tradición de ferocidad, tanto en la guerrilla como fuera de ella. Es posible, también, que la versión sea una falsedad de la propaganda militar, pues también en eso tenemos tradición: tal vez alguien recuerde todavía el caso de los tripulantes de un helicóptero derribado por la guerrilla hace cuatro años, "vejados y rematados" segun una información militar que resultó falaz pero que dio ocasión al entónces presidente Betancur para dar por rota la tregua.

Que la atrocidad sea cierta o falsa, barbarie guerrillera o astucia militar no es sin embargo lo mas importante.
Sino algo mas obvio: que el nir o era un civil. No hay militares de un año, salvo Ramfis Trujillo, que nació siendo general. Y de ahi viene el escandalo: el reiterado escandalo que se arma cada vez que la guerra afecta a los civiles--como si no fuera exactamente eso lo propio de la guerra.

Veamóslo en cifras. Para la Segunda Guerra Mundial, que de todas las guerras de la historia ha sido probablemente la mas "militar" (en el sentido de que es la que ha reclutado en los ejércitos a una proporción más alta del total de las poblaciónes), las estadisticas hablan de 22 millónes de muertos militares y 40 millónes, casi el doble, de muertos civiles. Y para la próxima gran guerra, la guerra nuclear que acabara cón casi todo, las grandes potencias tienen previstos tuneles y refugios antiatómicos practicamente para la totalidad de sus fuerzas armadas, que podran sobrevivir, pero no para la población civil, que ahi verá como se las arregla. Pues lo que caracteriza a los civiles (por eso són civiles) es que estan desarmados: es decir, indefensos. Como la niña vietnamita desnuda, huyendo del napalm.
Por eso, por ejemplo, en la guerra del Medio Oriente cuando la aviación militar israeli bombardea un campo de refugiados palestinos, rara vez mueren los fedayines, los combatientes: mueren las madres de los fedayines y los hijos de los fedayines. Y del otro lado es igual: por cada soldado israeli que muere hay que cóntar ocho o diez ni nos volados en un bus escolar, o diez o quince pasajeros de aviónes comerciales acribillados en el aeropuerto romano (civil) de Fiumicino.

Así ha sido siempre: desde los tiempos del taraón Tutmosis III y los del general chino Sun Tzu, autor del famoso "Arte de la guerra". Los muertos los pone siempre la población civil. En el libro "Historia de la gente", el humorista español Mingote dibuja a un campesino que ve venir un ejército por los campos floridos lleno de caballos y trompetas y estandartes, y exclama: "¡Maldición! ¡La primavera! ".

Lo mismo pueden exclamar, y sin duda exclaman, los campesinos colombianos cada vez que (aunque sin necesidad de primavera) ven venir por el campo a la guerrilla o a la contraguerrilla. Saben que los muertos van a ser ellos. Los mataran los unos por no colaborar, los otros por colaborar los mataran por hablar o por quedarse callados, los mataran en un bus intermunicipal o en un fandango de pueblo: a hombres, mujeres y niños.
Asi sucede ahora, como sucedió tambien en tiempos de la Violencia: de los famosos trescientos mil muertos que se menciónan siempre, ¿cuántos eran soldados, o policias, o guerrilleros de las guerrillas liberales? Así sucedió en todas nuestras guerras civiles del siglo XIX, empezando por la de la Independencia. En toda guerra los militares muertos són una minoria. Y es naural: para eso estan armados.

Y no hablemos ya de oficiales muertos. Eso es una categoria que practicamente no existe, salvo por accidente. En nuestra guerra colombiana actual, la de los últimos treinta años, no creo que pasen de la docena los capitanes o mayores --y sus equivalentes guerrilleros--caidos en combate. Generales, ninguno. Cuando en la Guerra de los Mil Días algun oficial cónservador estuvo a punto de matar al general Rafael Uribe Uribe, sus propios compañeros le reprocharón lo feo de su actitud: ¿"Como se le ocurre: matar a un general en plena guerra! ¿Habrase visto?".

Es que, en efecto, se ha visto muy poco. Y cuando se ha visto, el caso ha pasado cón gran pompa a la Historia.
El general romano Varo, degollado por las tribus germanas. El mariscal paraguayo Francisco Solano López alanceado en la batalla final de la guerra de la Triple Alianza. Desde la guerra de Troya para acá. Los generales muertos en batalla se cuentan con los dedos de la mano. Mueren más en la paz o en la tregua, por lo comun en su cama, y con menor frecuencia asesinados: el asirio Holofernes apuliñalado por Judit, el general Prats volado en Buenos Aires por orden de Pinochet, el general Rincón Quiñónes asesinado por el ELN; o, del lado de los jefes guerrilleros, el Che Guevara herido y rematado por los rangers bolivianos o Alvaro Fayad acribillado por el F-2 despues de detenido. E] propio general Uribe Uribe, a quien tan poco elegante resultaba matar en guerra, fue asesinado a hachazos (vestido de civil) en cuanto se logró la paz.

De ahí que los militares (regulares o irregulares, del ejército legal o de la guerrilla subversiva, da lo mismo; militares: es decir, gente armada y de uniforme), de ahí que los militares recomienden siempre a los civiles hacerse militares. "Hay que enmóntarse hermano"--dicen los guerrilleros--"Vengase a la guerrilla porque si no los chulos lo van a matar". Y del otro lado se comenta: "Ala, metete tu tambien a esos cursillos de entrenamiento que organiza mi general Samudio con instructores israelies para ser oficial de reserva: es la unica manera de que no lo mate a uno la chusma".Tienen razón de lado y lado: la forma mas segura de no morir en una guerra es participar activamente en ella. O sea, no ser civil.

Y ni siquiera parecerlo. Como señaló el presidente Barco con sagacidad poco habitual en el, el "error" de los militares que hace veinte días fuerón emboscados en el Caquetá, como el de los que hace ocho murierón en Peque, consistió en haberse móntado en uno de esos buses intermunicipales en que viajan los civiles.
En vez de utilizar, como hace el propio presidente cuando va a descansar a Cartagena, un helicoptero militar.
Ser civil, o parecer civil, en las inexploradas selvas colombianas o en los antiguos arenales del Medio Oriente, es ser carne de cañón. Ser militar, en cambio, es tener cañón.

Por eso no hay ninguna razón para el escandalo --el habitual escandalo--que se arma en la prensa--no solo colombiana: universal-cada vez que un civil muere en la guerra.
Un niño en Peque, una madre en el golfo Persico, un abuelo en Nicaragua, un ama de casa en Belfast, un tu rista en Beirut. Las guerras estan hechas para que mueran los civiles y sobrevivan los militares, que són quienes las hacen. Como tampoco hay razón ninguna--y llega a ser mas bien una desfachatez--para la habitual protesta de los militares colombianos cóntra los civiles, que segun ellos se desentienden de la guerra. Se queja el general Samudio, y antes de el se quejaba su predecesor en el Ministerio de Defensa, el general Vega Uribe, de que los civiles colombianos miramos la guerra entre nuestros militares y nuestros guerrilleros como si se tratara de "un partido de futbol".
Hombre: pero si la inmensa mayoría de los muertos los ponemos nosotros, los civiles. Somos todos como aquella infortunada señora que, ella si, estaba mirando un partido de futbol en el estadio de Cali cuando el ejército dió el asalto cóntra el barrio de Siloe, dominado por la guerrilla del M-19. Y la bala de un fusil de largo alcance, perdida en el combate, fue a matarla hasta allá, a un kilómetro de distancia.

Desde la señora de Cali hasta el niño de Peque, las victimas de la guerra en Colombia somos nosotros, los civiles. Somos nosotros los que tenemos derecho a protestar de que los militares de ambos equipos se empeñen en seguir jugando al futbol mientras los demás, en las graderías, vamos cayendo como moscas.-