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Cronista no es el que escribe bonito

El periodista Ernesto McCausland acaba de terminar ‘El infierno’, su segunda película, y se estrena como cronista radial.

19 de febrero de 2001

SEMANA: En una época en la que muchos colombianos sueñan con irse a vivir a Estados Unidos, ¿por qué regresó?

Ernesto McCausland: Uno es de aquí y tiene que haber quién viva y cuente estas realidades de Colombia.

SEMANA: ¿De dónde el afán por el cine?

E.M.: Ese resorte lo tenía de toda la vida pero comenzó a apretarse en el encierro virtual del set del noticiero QAP. Eso me produjo la crisis necesaria para que yo pudiera estallar y buscar lo que siempre había querido.

SEMANA: ¿Cómo se sintió en Hollywood?

E.M.: Lo divertido es que fui a aprender a hacer cine en grande y aprendí a hacerlo en pequeño. Vi a mucha gente trabajar películas de muy bajo presupuesto.

SEMANA: ¿De qué trata ‘El infierno’, su nueva película?

E.M.: Revive un accidente de chiva en Ovejas, Bolívar, hoy Sucre, en 1950. Es un parangón entre la violencia partidista de esa época y la de ahora.

SEMANA: ¿De dónde sacó usted esa pasión por contar historias?

E.M.: En la Costa casi todo el mundo es capaz de contarte una historia con todos los elementos. Nuestra vocación es netamente juglar. Los que trabajamos en esto sólo somos viles intermediarios de esos juglares que uno encuentra en cada esquina de la Costa.

SEMANA: Usted pasó de la palabra a la imagen y de allí a la voz. ¿Qué ventajas hay?

E.M.: Tiene la mitad del impacto del audiovisual pero es mucho más versátil.

SEMANA: ¿Cómo se ha sentido en el vértigo de la radio matinal?

E.M.: El cronista metido en la pecera, el iluminado, está mandado a recoger. El cronista de hoy debe ser inmediato. Los retos son los mismos: un buen lead, contar la historia completa, pero tienes que contarla ya.

SEMANA: ¿Cuál es el aporte del cronista que trabaja al ritmo de los periodistas que consiguen chivas?

E.M.: En ese escenario del vértigo, del corre corre, el cronista asume una actitud reflexiva. Poder decir que los 29 cadáveres estaban en la misma concha acústica donde hace tres meses hubo un festival de gaitas es mucho más significativo para el oyente que darle la lista de los muertos.

SEMANA: ¿Se acabó el mito del ‘periodista literario’?

E.M.: Cronista no es el que escribe bonito. Ese es el poeta. El cronista es el que reflexiona. Todo el periodismo debería ser reflexivo, poner al lector o al oyente en el contexto de la noticia.