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DUDO QUE EL PLAN COLOMBIA FUNCIONE

Después de 10 años de estar escribiendo sobre Colombia para 'The Washington Post', Douglas <BR>Farahle dijo a SEMANA todo lo que piensa del país.

22 de noviembre de 1999


DOUGLAS FARAH LLEGO A Colombia en 1989, enviado por The Washington Post para cubrir la guerra
desatada por los narcotraficantes. Estuvo varios años en el país y después regresó a Washingtons desde
donde siguió escribiendo sobre Colombia. Hace poco decidió aceptar un traslado para cubrir Africa desde
Costa de Marfil. Antes de irse estuvo en Bogotá y habló con SEMANA.

SEMANA: ¿En su opinión, cuál ha sido el peor momento por el que ha pasado el país en los últimos 10 años,
desde que usted comenzó a cubrir a Colombia?
DOUGLAS FARAH: Hubo dos momentos particularmente difíciles. Uno fue al comienzo de la narcoguerra,
cuando mataron a Luis Carlos Galán, a Bernardo Jaramillo y a Carlos Pizarro. Era evidente que no había límite
en cuanto a lo que eran capaces de hacer los narcos. Yo había vivido muchos de los conflictos de
Centroamerica, pero allá nunca se llegó al extremo de asesinar a los más altos líderes políticos del país en la
lucha por el poder. Eso me impresionó mucho.
El segundo momento más difícil es el actual. Especialmente la muerte de Jorge Garzón, por el impacto que ha
tenido sobre la sociedad. La muerte de un personaje al que todo el mundo quería y que representaba la cultura
de burlarse del viejo país y de sus métodos violentos. Un momento de verdad escalofriante.

SEMANA ¿Cuál ha sido el mejor presidente? ¿ Y el peor?
D.F. Preferiría no contestar así. Desde que empecé a cubrir a Colombia he visto actuar a cuatro presidentes. El
primero fue Barco, quien en mi opinión trató de romper hasta donde pudo el poder de la clase política
tradicional. No lo consiguió del todo pero le doy cierto valor por haber intentado no jugar el mismo juego de
sus antecesores.
Gaviria tuvo que enfrentar un momento muy difícil. Subestimó por mucho a Pablo Escobar. Pero al final supo
responder con todo y logró cosas muy importantes.
En cuanto a Samper, creo que el daño que le hizo al país es incalculable, no sólo en términos de credibilidad
sino porque dejó una crisis económica que hoy todavía es inmanejable. Ese fue el precio que tuvo que pagar el
país para comprar el juicio en su contra.
Al gobierno actual lo veo en una situacion muy dificil, ojala no cometan con las Farc el mismo error que
cometió Gaviria con los narcos, de subes timar su poder. Pero se ha hecho una gran labor en materia de
imagen internacional. En reali dad evaluarlo es prematuro, porque puede que tenga éxito o que fraca se el
proceso de paz, y todo denenderá de eso.

SEMANA ¿Cuál ha sido la investigación más dificil que usted ha tenido que hacer en Colombia?
D.F.: Sin duda la investigación contra Iván Urdinola y las masacres que cometió en el norte del Valle,
particularmente la de Trujillo. El crecimiento del grupo del norte del Valle, de la familia Grajales, el 'Alacrán',
etc.
SEMANA: ¿Fue amenazado alguna vez ?
D.F.: Sí, me imagino que por parte de Urdinola y su gente. Recibí una gran cantidad de amenazas. Es duro
darle la cara a una clase de violencia que yo no había visto antes. Eso de matar a una persona con una
motosierra, cortándola por pedazos mientras está viva y consciente, es algo difícil de asimilar.

SEMANA: ¿Qué opina del proceso de paz?
D.F.: Bueno, lo veo muy difícil porque el proceso está narcotizado por todas partes. La diferencia fundamental
con Centroamérica es que allá todos los sujetos eran susceptibles de ser presionados por la opinión externa.
El gobierno dependía de la plata, el apoyo y el entrenamiento de Estados Unidos, y la guerrilla dependía del
apoyo de Cuba, Nicaragua y la Unión Soviética. Pero uno no puede decirles en Colombia a los guerrilleros o a
los paras "hagan esto o les quitamos la ayuda militar y el apoyo". Son completamente autosuficientes. Por
eso es que lo veo muy difícil. Porque en últimas todo depende de la buena voluntad de esa gente. Y no la
tienen, no tienen razón alguna para cambiar lo que están haciendo. A todos les está yendo muy bien. Tanto
paras como guerrilleros controlan su territorio y no hay cómo quitarles eso.

SEMANA: ¿ Cómo ve el tema del Plan Colombia?
D.F.: Estados Unidos está tratando de buscar una forma de apoyar sin intervenir directamente. Veo que hay
mucho optimismo en Estados Unidos con el Plan Colombia, optimismo en mi opinión bastante iluso. No veo
cómo tres batallones de 900 hombres cada uno y sin mucha movilidad aérea puedan realmente afectar el
balance de la guerra o cambiar la estructura militar en Colombia para que el Ejército pase de defenderse a una
fase ofensiva. La verdad es que dudo mucho que funcione.
Pero además hay un componente político. Si todo eso entra a funcionar el nivel de muertos va a aumentar para
ambos bandos. Y la opinión pública colombiana no está dispuesta a pagar ese precio. Los colombianos no
tienen el estómago ni los pantalones para enfrentar una guerra de verdad. La reacción va a ser la de pedir
negociación como lo hicieron con la escalada del narcoterrorismo.

SEMANA ¿Cuál es su opinión sobre el desempeño actual del Ejército colombiano?
D.F.:Yo escribí una nota hace un año en The Washington Post en la que había muchas críticas, no a la tropa,
que me parece muy buena y muy fuerte, sino a la clase de oficiales que tiene el Ejército colombiano. Pero en
verdad creo que eso ha cambiado muchísimo y hay que darle el crédito a Tapias. Por lo menos de relevar del
mando a los más visibles en cuanto a vínculo con los paramilitares y a incompetencia.

SEMANA ¿Cuál es su opinión sobre los medios de comunicación y la libertad de prensa en Colombia?
D.F.:Yo creo, y no sé a raíz de qué exactamente, que en la época de Gaviria la prensa jugó un papel
fundamental en engañar a la opinión pública. Especialmente en tapar la verdad sobre la negociación del
gobierno con Escobar. A mi juicio fue una cercanía malsana con el poder. Sólo defendían la política del
gobierno y no la cuestionaban.
Sin embargo esa idea de defender ciegamente al Estado cambió muchísimo con Samper. Mientras que con
los narcos era la prensa internacional la que revelaba lo ocurrido, en el proceso 8.000 todo fue hecho por la
prensa nacional. Los medios colombianos asumieron un papel muy importante. Aprendieron a manejar esa
libertad de prensa que existía formalmente pero que no habían ejercido.

SEMANA: ¿Qué opina de la política norteamericana frente a Colombia?
D.F.: Que en Washington no hay conocimiento de la realidad colombiana, que no están pensando a mediano y
largo plazo. Que sus reacciones son apresuradas porque ven que el problema se ha vuelto grave, pero los
burócratas sólo buscan protegerse, no solucionar el problema. Lo único bueno que veo es que están
dispuestos a escuchar a los colombianos.
Lo que es sorprendente es la actitud cerrada e intransigente de la embajada norteamericana en Bogotá. Tienen
una actitud antiprensa que hace que todos los periodistas sospechemos que están haciendo algo raro.
Siempre tratan de cortar todo acceso de prensa, por ejemplo, a la base de Tres Esquinas. Hay esa
mentalidad absurda de "si alguien dice algo malo de nosotros, es nuestro enemigo ". Eso le ha heho un daño
terrible a la política de Estados Unidos. Nos están volviendo a todos paranoicos.