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EL PAIS DENTRO DE 15 AÑOS

MIGUEL SILVA
23 de junio de 1997

Los pesimistas tienen la tendencia a imaginar a Colombia en el 2012 en el mismo estado deplorable al de hoy, sólo que con otros Santos al frente de la dirección de El Tiempo. A veces, incluso, tienen pesadillas: D'Artagnan en la dirección. Igual, pero con tendencia a empeorar, sería el augurio pesimista. La guerrilla con mayor control territorial, los narcos más ricos, los grupos más poderosos, los pobres más pobres, las ciudades con peores líos de contaminación y tráfico y con alcaldes un poco más locos. Los optimistas, una especie en extinción desde el comienzo de la era del elefante, imaginamos en cambio a Colombia como la España anterior a la Unión Europea, el mismo ingreso per cápita, el mismo crecimiento, niveles no aberrantes de desempleo y una línea de pobreza semejante a la que muestra hoy Chile. En lo económico claro, porque en lo político estaremos más como la Italia de hoy. En tres lustros Colombia será (aún) pujante y caótica, violenta y creativa, inestable y predecible, rica y pobre, mafiosa y santa. En el fondo todos soñamos _como Enrique en 1982_ que las cosas mejorarán debido a la fuerza testaruda de unos pocos, a la resistencia frente a la corrupción, al no pasarán, quizás iluso, que una parte de la sociedad colombiana levanta, a la manera de la República española, frente a los carteles, los violentos, los que usurpan las arcas del Estado, y frente a la intolerancia, la injusticia, el desequilibrio social y el irrespeto por la vida y las ideas ajenas. De modo que especulemos sobre la Colombia de 2012. Salvo el creciente poder de las regiones y su efecto en la política nacional, la política colombiana será similar a la de hoy. Al fin y al cabo ha sido igual los últimos 180 años. A dos años de elecciones presidenciales se barajarán, entre otros, algunos nombres predecibles. Estará uno de los Pastrana, Simón Gaviria, Miguel Samper Strouss, una hija de Antonio Caballero, Antonio Navarro Wolff (no el hijo, el padre), y un par de tecnócratas de la llamada Generación X que en 1997 andaban montando en monopatín con un arete en la oreja, escuchando los Aterciopelados en su discman de bolsillo. Quizás Carlos Lleras de la Fuente busque la Presidencia por sexta vez.A pesar de los embates del llamado suprapartidismo los partidos estarán aún arterioescleróticos pero animados por su habitual vocación de poder, y con un inmenso poder real. Luego de la purificación por el fuego (si bien fatuo) del proceso 8.000, el Partido Liberal seguirá mostrando la que ha sido siempre su mayor virtud, la capacidad para remozar sus cuadros y reinventar un discurso regional atractivo. Pero las nuevas figuras de un Partido Conservador que ha recuperado el centro del espectro ideológico y un discurso fresco y dinámico amenazarán en 2012 la República Liberal que habrá gobernado, con breves interrupciones, desde 1986. Y existirá, quizás, un tercer partido, dirigido por los seguidores de la ex presidenta Noemí Sanín o del ex presidente Valdivieso, ambos en uso de buen retiro, que llevará candidatos al Parlamento y ganará algunas alcaldías importantes. El Partido Comunista será en 2012 el mismo partido artrítico y dogmático, defensor de la combinación de las formas de lucha, profundamente estalinista pero habrá recibido sangre nueva: los desmovilizados de la paz del año 10, luego de más de tres lustros de guerra civil no declarada.¡Cómo habría sido de vano el intento por imaginar, en 1982, el nombre del Presidente actual _el de 1997_ y las tristes circunstancias que rodearían su destino y lo marcarían para siempre! Lo mismo sucede con el Presidente en el año 12. No obstante, en el primer año de su administración la Constitución de 1991 habrá celebrado dos décadas de existencia y habrá demostrado que la participación democrática era posible, que el pluralismo no era una quimera inalcanzable y que el lastre que nos mantenía pegados a la tierra sí era en parte el centralismo.Los grupos estarán incólumnes: 15 años mayores y 15 años más fuertes. Resultará lamentable, pero no creo que desaparezca la tendencia de intervención en política por parte de los grupos. No se requiere ser futurólogo en 1997 para saber que, de seguir en la tendencia actual, en los 15 años que vendrán habrá un choque de trenes entre un grupo y un presidente, a la manera de Michelsen y Belisario, sólo que con trenes más grandes y con vagones más pesados. Algunos de sus ejecutivos más importantes se habrán lanzado a la política en los tres lustros que se inician en 1997, a la manera de Berlusconi, en Italia. Y como en Italia, una operación de Manos Limpias habrá dado al traste con las aspiraciones políticas de algunos de ellos, pero los negocios irán bien.Estaremos como Italia también en materia de inestable coexistencia entre contrarios, incluidas las organizaciones criminales. La penetración mafiosa en la sociedad y en la política no habrá cesado. Será, sin duda, mucho más sofisticada y quizás nuestra lucha en contra del mal sea más parecida a la que libra Harrison Ford en Blade Runner, la película inolvidable de Ridley Scott, que a la operación de Apocalipsis ahora, en la que suele meterse la Policía Nacional de cuando en cuando: una empresa de simples cazarrecompensas bien armados. El Tiempo y El Espectador, que son eternos, seguirán allí, pero como los otros diarios del mundo, y al igual que El Colombiano, El Mundo, El País, El Heraldo, El Universal y Vanguardia, sólo habrán podido resistir el embate de los tiempos convirtiéndose en verdaderas empresas de comunicaciones donde el periodismo correrá el riesgo de ser, al producto final del grupo empresarial, lo que el alquitrán es al cigarrillo. Quizás exista un tabloide, como en Italia o España, que se perfile como una lectura alternativa y quizás lo dirija Pacho Santos, expulsado de El Tiempo por una columna incendiaria en contra del régimen en el año seis que molestará profundamente a (Don) Rafael y a (Don) Enrique (Santos Calderón). La televisión, en cambio, habrá cambiado para siempre. La tecnología satelital habrá derrumbado por fin el mito del espectro electromagnético. El televidente escogerá su programación a la carta, mezclando producciones locales, regionales, nacionales e internacionales y las utilidades se las llevarán las compañías de producción de televisión, es decir la creatividad y la inteligencia, ahora el recurso escaso de la economía de la TV. ¿Cómo nos afectará Internet en estos 15 años? ¿El abismo que separa al mundo desarrollado del llamado Tercer Mundo se hará más grande? ¿O, por el contrario, la velocidad de las comunicaciones le aportará al tradicional ingenio de los colombianos un poderoso instrumento para vender servicios en el mundo? ¿Se aislarán las nuevas generaciones, como autistas, en esa gran biblioteca de Babel que es Internet, o encontrarán en cambio el gran lugar de encuentro donde no hay nacionalidades, ni razas, ni prejuicios, ni límites? Y si fuera posible soñar en que algunas cosas permanecieran como lo están en el presente, se me ocurre que aun si no estamos como la España anterior a la Unión de Europa en 2012, sólo con que Florina Lemaitre conserve su sonrisa hermosa y Gabo siga escribiendo novelas para placer de nosotros los mortales, y sea todavía posible encontrar en el dominical a Osuna y no leer a D'Artagnan, o dormir en Villa de Leiva bajo las estrellas y hundir las manos en el mar Caribe, el pronóstico a cumplirse no será jamás el de los pesimistas. Estaremos igual, pero siempre un poquito mejor, qué diablos.