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El taxista millonario

El caso de Jorge Iván Rozo, multado con 183 millones de pesos por tratar de sobrevivir con lo único que tenía a mano: su Renault 4 modelo 78, convertido por fuerza de las circunstancias en vehículo informal de servicio público.

16 de octubre de 2000

“Colombianos, las armas os dieron la independencia; las leyes os darán la libertad", escribió el general Francisco de Paula Santander. Pero los colombianos entendieron esa frase como el apego a la letra, fenómeno que algunos llaman precisamente santanderismo y que es capaz de desvirtuar a la ley misma. Es el caso de Jorge Iván Rozo, multado con 183 millones de pesos por tratar de sobrevivir con lo único que tenía a mano: su Renault 4 modelo 78, convertido por fuerza de las circunstancias en vehículo informal de servicio público. Agobiado por la falta de trabajo y con la obligación de alimentar a su bebé y a su esposa, el muchacho decidió ofrecer su vehículo a quien lo necesitara, incluido lo que ningún otro taxista de Armenia aceptaba: bultos, guacales y todo lo que cupiera en el pequeño automóvil. En esas lo pescó un agente de tránsito, quien le leyó el decreto 1558 de 1998 que fija una multa de 700 salarios mínimos para quienes incurren en transporte informal. “La ley es la ley”, le dijo el policía, sentencioso. Es lamentable que se actúe con tanto rigor cuando se trata de un ingenuo conductor, mientras por las ciudades del país pululan los buses de transporte pirata, sin que nadie los multe.