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EXAMEN AL GABINETE

MARIA JIMENA DUZAN
17 de noviembre de 1997

Si por algo puede pasar a la historia Ernesto Samper es por haber sido uno de los presidentes más comeministros. Lleva dos en Hacienda, es el que más cancilleres ha nombrado y el que más ministros de Defensa ha designado. Son pocos los ministros que logransobresalir y los que sobresalen son los que menos le duran. Teniendo en cuenta este escenario me he permitido establecer cuatro categorías de ministros: los que se rajan, los que pasan decorosamente, los que no se han posesionado _mejor llamados ministros sin rostro_ y los ministros estrellas.
LOS RAJADOS
Carlos Holmes Trujillo, ministro del Interior Su más grande impacto no lo ha tenido en el Congreso sino en las páginas sociales, desde que anunció su decisión de volver a contraer nupcias. Y eso es suficiente para rajar a cualquier ministro del Interior. Sin embargo su mayor error no fue el de enamorarse sino el de haber querido convencernos de que no era cierto que él había sido nombrado por Samper en el Palacio Liévano con la exclusiva misión de aceitar la candidatura de Horacio Serpa. Su afán por aparentar una neutralidad que no existía y por desligarse de Samper, aunque fuera de puertas para afuera, lo fue convirtiendo no en un ministro cada vez más independiente como él hubiera querido, sino en uno cada vez más ineficaz. Al menos así lo confirma su penoso desempeño en el Congreso. Enfrentó el debate de la extradición en el Senado como si fuera un aprendiz y no como el veterano político que todos sabemos que es. Prefirió que la extradición con retroactividad se le hundiera en sus narices antes que desgastarse y aceptar la petición hecha por varios senadores para que hiciera uso de la palabra. Frente a los temas de orden público, en los cuales hubiese podido imponer un importante liderazgo ya que fue el único alto comisionado de Paz que ha tenido este gobierno _los josenoeses y garciapeñas no han calificado para semejante honor_, prefirió pasar agachado para evitar polémicas que lo desgastaran. Y aunque es bastante improbable que no supiera nada de la propuesta de paz de Juan Manuel Santos, dejó que fuera Serpa _quien sigue fungiendo como ministro del Interior cada vez que los hechos lo ameritan_ el que la manipulara para él aparecer cuando ya los dados estaban cargados. Sin embargo, por más que nos trate de convencer, todo el mundo sabe que si Serpa fue el fiel mosquetero de Samper, a su modo y en el escaso tiempo que le dejan sus compromisos sociales y sus almuerzos con Medina, Holmes Trujillo, el ministro novio, lo ha sido de Serpa.GilbertoEcheverri, ministrode Defensa Pese a que es una persona intachable y de grandes dimensiones humanas, y que llegó al Ministerio con grandes expectativas, su gestión no ha podido cuajar. Para nadie es un secreto que cada ministro de Defensa civil que se nombra debe someterse a una suerte de certificación por parte del cerrado mundo militar. Botero pasó el examen satisfactoriamente. A su sucesor, Juan Carlos Esguerra, le costó más trabajo, y cuando finalmente logró su certificación la aprovechó no sólo para sacar a unos generales sino para aceptar la oferta como embajador en Washington. La del ministro Echeverri, sin embargo, parece estar más complicada porque la cuestión parece ser de química. Mientras el ministro Echeverri piensa que no es incompatible empuñar la bandera de la paz siendo ministro de la guerra, los militares piensan que esa bandera se le vería mejor al Ministro del Interior. Mientras estos últimos piensan que un ministro de Defensa civil debe defenderlos en el Congreso e ir preparado para ello, al ministro Echeverri no le importa mucho salir a improvisar porque no le teme al ridículo. Producto de esta incompatibilidad de caracteres _en donde parece que si los generales van, el Ministro viene_ el poco liderazgo que le quedaba al Ministro de Defensa civil ha ido recayendo cada vez más en cabeza del comandante general de las Fuerzas Armadas. En ese sentido Gilberto Echeverri puede llegar a ser cuando menos un decoroso viceministro de mi general Bonett.
Almabeatriz Rengifo,ministra de Justicia Con ella se cumple la premisa de que no todos los secretarios jurídicos de Palacio son necesariamente buenos ministros de Justicia. Funcionó con su antecesor, Carlos Medellín, pero no con Almabeatriz Rengifo. Las malas lenguas dicen que el Presidente la nombró porque pensaba que con un ministro de bajo perfil podría demostrar _no estando Serpa, ni Medellín_ que era él quien lograba sacar los proyectos más neurálgicos _léase la extradición_ por sus propios méritos. Si ese fue el objetivo, la verdad es que la estrategia no le ha funcionado de a mucho. Pese a que Almabeatriz es una mujer valiente y que se le midió a defender la extradición con retroactividad en el Congreso a sabiendas de que se la iban a comer viva, sus resultados dejan mucho que desear. Es la Fiscalía y no el ministerio la que ha propuesto una de las más importantes reformas: la creación de un Código Penal Unificado. Y han sido la Corte Suprema y el Consejo de Estado los que han promovido la reforma a la tutela. Tampoco ha sabido aprovechar los instrumentos que tiene a su alcance, como el estatuto anticorrupción, al borde de convertirse en letra muerta. Jaime Niño Díez,ministro de EducaciónComo todo ministro que llega a esa rama, su máxima aspiración es salir de ese despacho sin que Fecode le haya hecho una huelga. María Emma Mejía lo logró y salió en hombros, cuando en el fondo lo que hizo fue unas generosas concesiones que más tarde le pesarían más de la cuenta al bolsillo de los colombianos. Lo cierto es que el Ministro ha sido laxo con Fecode, y rígido frente a los colegios privados. Nadie dice que no se necesiten ciertos ajustes y ciertas normas que impidan un desmedido crecimiento de los costos de la educación privada, sobre todo en lo que respecta al precio de los famosos bonos. Pero otra cosa es que el Ministerio los empiece a hostigar y a cambiarles las reglas del juego sin que ellos tengan derecho al pataleo. Por lo pronto Niño Díez está consiguiendo lo que nunca había logrado un ministro de Educación: unir a las diversas asociaciones de colegios privados, que se han rebelado y que insisten en no seguir acatando los decretos que expide el Ministro. La pregunta es: ¿cuándo va a meter en cintura a Jaime Dussán y a Fecode?

Jose Antonio Ocampo,ministro de Hacienda Aunque le fue mejor que a Guillermo Perry, porque fue más directo y menos político, Ocampo se raja. Y la razón es muy simple: se dejó domesticar fácilmente por el populismo del presidente Samper y perdió la cabeza, pese a su innegable erudición en materia económica. De hecho, una de las pocas promesas que Samper ha cumplido es la de convertirse en el ministro de Hacienda de su propio gobierno. Lo fue con Perry y lo sigue siendo con Ocampo. Por eso le pasó a Ocampo lo que le pasó: mientras él planteaba un alza de salarios del 13 por ciento, a sus espaldas Serpa y Samper negociaban con los sindicatos un alza del 18 por ciento. Mientras Ocampo se craneaba una buena reforma tributaria, en la que planteaba bajar el IVA y aumentar su cobertura por debajo de la mesa, Samper se la torpedeaba por impopular. Claro que no todo fueron disputas. Junto con Samper terminó ganando el forcejeo con la Junta del Banco de la República por las tasas de interés, y compartió la idea de decretar la controvertida emergencia económica que terminó siendo sepultada por la Corte. Aunque hubo más de un desagradable incidente con el Presidente, Ocampo nunca pensó en renunciar. Más bien se resignó a soportar el vendaval oponiendo la línea de menor resistencia. De esa forma se dejó llevar por el populismo de Samper y aumentar el ritmo de crecimiento del gasto público sin tener cómo financiarlo. No le importó que una y otra vez se le cambiaran las reglas de juego a los inversionistas internacionales y aunque este último año trató de enmendar los excesos, cualquier ajuste llega muy tarde.LOS QUE PASANMaría Emma Mejía,ministra de Relaciones ExterioresAprendió a moverse como una hormiguita y a saber dónde ponen las garzas. Tiene una innegable destreza y olfato político, condiciones que la han llevado a consolidarse como una de las figuras más llamativas de la política colombiana. Y a diferencia de Holmes Trujillo, que nunca convenció en su versión de ministro independiente, María Emma ha tenido el poder de convicción suficiente para hacerle creer a la opinión pública que la llegada a Colombia de un funcionario de segunda categoría en Washington, como Barry McCaffrey _visita que además se realiza en el preciso momento en que Clinton está de gira por Venezuela, Brasil y Argentina_, es todo un gol olímpico. La verdad, se necesita tener mucha destreza política para convertir un desplante de Clinton en un acierto diplomático para Colombia. Y sólo por eso me parece que María Emma pasa decorosamente el examen. Pero es más. Aunque soy de las que no creen en la teoría de que se estén mejorando las relaciones entre Washington y Bogotá, pienso que es suficiente proeza lograr que no se deterioren más y ese round sí lo gana ampliamente María Emma. También ha conseguido importantes logros, que si bien para muchos pueden ser batallas pírricas, para un país tan aislado como Colombia le vienen de maravilla. Logró que la OEA enviara observadores internacionales a las elecciones del 26 de octubre y consiguió que por primera vez el grupo de Rio se pronunciase en contra de la certificación. Para fortuna de ella, donde peor le va es donde menos importa: en el proceso de modernización de la Cancillería, que bajo su administración se ha ido estancando. Pero como eso a nadie le importa no creo que le vaya a hacer mella a su buena estrella.FernandoBautista,ministro de Comunicaciones Aunque es muy pronto para calificarlo, sólo por contraste pasa el examen. Dicen que es un señor inteligentísimo y brillantísimo, cosa que agradecemos, ya que desde que Benedetti abandonó el edificio Murillo Toro los atributos que se habían dejado sentir por esos lares tiraban más bien para el lado contrario. Hasta el momento ha sabido capotear dignamente el berenjenal del miti-miti. Sin embargo su gran prueba de fuego comenzará cuando empiece a evacuar todas las licitaciones que tiene pendientes. Si sale indemne después de tanta licitación es mi candidato a ministro estrella, si es que no le sacan antes su casete.Carlos Ronderos,ministro de Comercio Exterior Otro de los que pasa por contraste. Pero además ha caído muy bien la forma decidida y sin tapujos como entró a desenmarañar la urdimbre clientelista que había dejado el ministro moroso Morris Harf. Entró pisando duro como buen santandereano. Sólo le veo un problema: él no es de la estirpe de ministros que terminan siendo seducidos fácilmente por Samper, por lo que no le auguro muchos días. Ojalá que no claudique y tenga la reciedumbre de resistir hasta el final.
LOS QUE NO SE HAN POSESIONADO
Mejor conocidos con ministros sin rostro o "los-quién-es-quién". ("¿Quién es el ministro de Minas?". "¿Quién es el ministro de Desarrollo?". "¿Del Medio Ambiente?".)Como es de suponerse, a los jefes de despacho que ocupan esta categoría se les reconoce muy difícilmente. Sobreviven como ministros sin rostro la mayoría del tiempo y solo salen ocasionalmente a la superficie cuando explota un basurero, se cae un puente o hay un paro de camioneros. Punteando el grupo de los ministros sin rostro están la ministra de Salud, María Teresa Forero de Saade, y el ministro de Minas, Orlando Cabrales. Los dos son aparentemente excelentes funcionarios, pero nadie lo sabe. La primera dicen que es muy dedicada y el segundo que es una de las personas más versadas en el tema del petróleo, además de ser alguien que viene de las entrañas del Grupo Santo Domingo. Sin embargo nadie se acuerda de que la Ministra es una de las que más le han durado a Samper, ni de que a Cabrales le ha alcanzado el anonimato para ser el primer ex ministro sin rostro de Desarrollo. Les siguen, casi que chupando rueda, los ministros de Medio Ambiente, de Agricultura, de Desarrollo y de Transporte, quienes comparten la triste connotación de ser gente conocida en su ámbito pero que sin embargo nadie recuerda su nombramiento.De Eduardo Verano de la Rosa se sabe que es un serpista furibundo que ha sabido aprovechar para su causa su condición de ministro "quién-es-quién". Otro tanto ocurre con el Ministro de Trabajo, Iván Moreno. El único que se acuerda que hay un nieto de Rojas ocupando un ministerio sin rostro es su hermano, el senador Samuel Moreno, quien suele recomendar con éxito a sus pupilos en el Ministerio. Algo similar le sucede a Carlos Julio Gaitán: todo el mundo lo conoce. Sabe que es un antiguo amigo que Samper trae desde sus épocas del Poder Popular. Lo único que a la gente se le olvida es que hoy es Ministro de Desarrollo. Lo mismo le pasa a Ramiro Osorio, ministro de Cultura, a quien todavía la gente le pregunta, cuando lo ve en el teatro, que cuándo fue que se posesionó. Y a Rizo Pombo, ministro de Transporte, sólo lo vemos en televisión cada vez que hay paro de transportadores pidiendo paciencia, que es por lo demás una de las peticiones más comunes que hacen los ministros sin rostro del gabinete Samper. Y para quienes no sepan quién es ni cómo se llama el ministro de Agricultura, de nada por la información: se llama Antonio Gómez Merlano y anteriormente fue director de Findeter.