Gustavo Vasco

Sencillo y discreto, fue ‘el poder detrás del trono’ durante el gobierno de Virgilio Barco. Pese a que nunca ocupó un cargo público, el país sabía que era él quien estaba detrás de las más transcendentales decisiones del presidente liberal, al que conoció en 1958 cuando el político nortesantandereano estaba a punto de convertirse en uno de los ministros más jóvenes del primer gobierno del Frente Nacional. Por aquel entonces la residencia de Gustavo Vasco era el centro de la actividad intelectual y bohemia de la capital. Fue el escultor Eduardo Ramírez Villamizar quien los presentó. Desde entonces la relación Vasco-Barco creció a tal punto que cuando éste llegó al solio presidencial lo convirtió en su más fiel consejero. Además de la política, la otra razón de la vida de Vasco ha sido el mundo empresarial: llegó a ocupar importantes puestos en la estructura del Grupo Santo Domingo. Hoy, a sus 74 años, dice que es un hombre muy feliz, en especial porque está rodeado de sus nietos. “Como todo antioqueño, tengo una finquita donde voy con frecuencia”, dice. Sin embargo asegura que continúa con actividades laborales a las que califica de “un poco diversas”: preside la junta directiva de la Fundación Teatro Nacional y la corporación del Festival Iberoamericano. Eso no es todo. “Estoy en algunas juntas directivas de empresas como Comunican (que publica El Espectador) también de una cervecería, de una empresa aérea, en fin: entretengo mi vida de junta en junta”.