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‘La Cacica’ y la mochila

25 de septiembre de 2000

Desafortunada, por decir lo menos, resulta la concepción de cultura que ha expresado en estos días la ministra Consuelo Araujonoguera. Apoyada en un discurso populista ha decidido cortar la financiación estatal de expresiones culturales como la ópera, el jazz y el teatro por ser “de origen foráneo”. Una visión caduca, sin duda.

El jazz, el teatro y la ópera no sólo son universales sino interesan a todas las clases sociales y, lo más importante, han sido semilla para la consolidación de la nueva cultura popular colombiana. El Festival de Jazz del Teatro Libre, que está en inminente peligro de no celebrarse por 100 millones de pesos que se había comprometido a aportar el Ministerio de Cultura, ha servido para que músicos colombianos como Antonio Arnedo y Héctor Martignon hayan desarrollado proyectos en los que la música autóctona de Colombia —tanto de la Costa como del interior— adquiere un valor universal al pasar por el tamiz del jazz.

Una cosa muy válida es querer reorientar los recursos de un Ministerio que anda muy mal de presupuesto y revisar los porcentajes de aportes que les hace a estos eventos. Otra muy distinta, frenar eventos culturales masivos con argumentos tan poco razonables como si la única cultura que merece Colombia es Marbelle y las Diosas del Vallenato.