La sobreviviente del DC-9

Erika Delgado Gómez tenía 9 años el 11 de enero de 1995. Ese día abordó un avión DC-9 de la compañía Intercontinental para hacer la ruta Bogotá-Cartagena-San Andrés en compañía de un hermanito, sus padres y 49 personas más. Cuando faltaban pocos minutos para llegar a la capital de Bolívar el avión se precipitó a tierra y sus fragmentos quedaron diseminados en centenares de metros a la redonda. Mientras todos sus compañeros de viaje perecieron, Erika se salvó por un verdadero milagro al caer en unas algas que amortiguaron el impacto. Un pescador la sacó cubierta de fango y con apenas algunos rasguños. Muchos temieron, sin embargo, por el trauma sicológico que la pudiera afectar. La niña fue llevada a vivir con otro hermano suyo en Bogotá. Hoy es una hermosa adolescente que cursa décimo grado y tiene la ilusión de irse al exterior para continuar sus estudios. Le encanta tocar la organeta, a la que dedica su tiempo libre. Sobre aquel accidente que conmocionó al país ella tiene una petición: “Me gustaría que de ahora en adelante la gente respete mi silencio, ese fue un episodio de mi vida, algo muy personal que no quiero ni tengo por qué compartir con nadie”.