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¡Bananas!

La semana pasada, algunos presidentes tomaron decisiones que recuerdan una película de Woody Allen en la que un dictador demente, embriagado de poder, decide imponer leyes absurdas.

5 de julio de 2014

La semana pasada, algunos presidentes tomaron decisiones que recuerdan una película de Woody Allen en la que un dictador demente, embriagado de poder, decide imponer leyes absurdas. En Rusia, el presidente Vladimir Putin firmó una ley, en vigor desde el pasado martes, que prohíbe usar groserías en televisión, teatro y literatura. Además, quien sea sorprendido pronunciando palabras soeces en público debe pagar una multa de 60 dólares. El dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un, prohibió el consumo de las galletas de chocolate de la marca Choco Pie. La razón: los norcoreanos que fabrican estos “productos del capitalismo” en una planta en Corea del Sur las llevaron a Corea del Norte y causaron allá tal fascinación que ahora se han convertido en un valioso objeto del mercado negro. Por último, hay una decisión que, aunque también absurda, podría servir de ejemplo. Se trata del decreto que el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, emitió a finales de junio que prohíbe incluir su nombre en placas en lugares de obras públicas y colgar su retrato en las oficinas del gobierno. El acto sorprende en un continente donde el culto al nombre y la imagen es quizá lo único que buscan muchos políticos.