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“Mandela no sabía cómo luchar contra el sida”: Edwin Cameron

El magistrado surafricano estuvo en Colombia invitado por la Corte Constitucional. Le contó a SEMANA su historia de hombre gay, blanco, pro Mandela, portador del VIH y activista de la comunidad LGTBI en un país como el suyo.

26 de enero de 2019

SEMANA: ¿La primera de sus luchas fue contra el apartheid?

E.C.: Sí, estudié cuando estábamos en medio del apartheid. Era un régimen malvado, impuesto por la ley, el cual decía que las personas negras eran inferiores, que no podían votar, tener ciudadanía, moverse libremente ni escoger con quién se acostaban o dónde vivir. Hay un paralelo entre la discriminación que he sufrido como un hombre gay, con la discriminación de raza. Son cosas malvadas que el imperio de la ley puede combatir.

SEMANA: Usted es miembro de la Corte Constitucional de Sudáfrica. ¿Cómo es ser un juez allí?

E.C.: Cuando decidí salir del clóset a los casi 30 años, me dije que nunca volvería a disculparme por lo que yo era. Ahí terminó eso para mí. Era un abogado anti-apartheid, era un académico, pero también era gay. Tuvimos una gran oportunidad cuando Sudáfrica decidió negociar con Nelson Mandela para transitar hacia una democracia constitucional. En 1994 Sudáfrica se convirtió en el primer país que incluía la expresión igualdad de género en su Constitución. Luego de ese triunfo el presidente Mandela me nombró juez.

SEMANA: Usted luchó en carne propia contra el VIH.

E.C.: Eso fue más difícil que ser gay, porque luego de salir del clóset, quedé infectado con el virus. Fue un asunto de profunda vergüenza personal, porque incluso en Suramérica se asocia a enfermedades de transmisión sexual. Pensé que me había infectado por ser gay, pero luego comprendí que no tenía nada que ver. En mi país, cerca del 90 por ciento de personas con VIH, no son gays. Inicialmente fue muy difícil, guardé el secreto por mucho tiempo como tantas personas que viven con el virus.

"Un día Mandela me pidió que fuera a su casa, indagó sobre mi tratamiento y me preguntó qué podía hacer, pues su hijo había muerto de sida".

SEMANA: ¿Y en qué momento pasó al activismo?

E.C.: El punto de giro llegó cuando me nombraron juez. Antes no hablaba públicamente del VIH, pero después de tres años en el cargo me sentí muy enfermo. Iba a morir, pues como juez ni siquiera tenía el dinero para pagar los retrovirales. Al final los recibí, pero a la realidad de que muchos otros no los tenían, decidí no callar más. Me volví un activista por la justicia para las personas con VIH-sida.

SEMANA: ¿Cómo fue su relación con Mandela?

E.C.: Era un hombre valiente, pero no sabía cómo lidiar con VIH. Luego, cuando dejó su despacho en 1999, el presidente Thabo Mbeki se sintió muy avergonzado por saber que Sudáfrica tenía el mayor número de personas contagiadas, pero se rehusó a aceptar la ciencia para enfrentar el VIH. Un día Mandela me pidió que fuera a su casa, indagó sobre mi tratamiento y me preguntó qué podía hacer, pues su hijo había muerto de sida. Le dije que levantara su voz para decir que los tratamientos sí servían y que era necesario que todas las personas en Sudáfrica accedieran a estos. Me uní a la campaña de Mandela en contra de la irracionalidad de Mbeki respecto al VIH. Este movimiento fue la clave para que hoy tengamos un programa público de tratamientos contra el sida, que es el más grande del mundo.

SEMANA: ¿Qué podría aprender Colombia de Sudáfrica y viceversa?

E.C.: Ambos países tienen en común una extrema desigualdad y conflictos internos. En mi país, entre negros y blancos; en Colombia entre los rebeldes y el Estado. Tenemos en común que a través de la ley y la Constitución podemos lograr algo mejor que lo que tenemos. 

"Estoy de acuerdo con eso, viniendo de Sudáfrica veo que la Corte Constitucional colombiana encarna lo que significa una democracia moderna".

SEMANA: ¿Cuáles son las mayores diferencias entre una democracia moderna y una no-moderna?

E.C.: Permítete empezar por Colombia. La profesora Vicky Jackson dice que la constitución colombiana y la Corte Constitucional es una de las más interesantes e importantes del mundo. Estoy de acuerdo con eso, viniendo de Sudáfrica veo que la Corte Constitucional colombiana encarna lo que significa una democracia moderna. Es complicado, pues tienes que aceptar que hay un Estado con gran desigualdad, tanto en Sudáfrica como en Colombia, tienes que aceptar el hecho que hay injusticia, crimen, corrupción. Pero también se acepta que la Constitución te ofrecen un camino para alcanzar una mejor sociedad. Eso es lo que yo llamaría una democracia moderna.