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| Foto: Erick Morales

“Mi taxi es un consultorio”

Eduardo García, un conductor de Bogotá, se aventuró a escribir un libro titulado Historias de un taxista.

29 de marzo de 2013

Eduardo García, un conductor de Bogotá, se aventuró a escribir un libro titulado Historias de un taxista. A falta de un psicólogo o un buen amigo, muchos de sus pasajeros terminan contándole sus vidas. SEMANA se topó con él en un taxi y decidió entrevistarlo.

SEMANA: ¿Qué hace un taxista escribiendo libros?

EDUARDO GARCÍA: De tanto escuchar historias, me dieron ganas de escribirlas. Las guardé con la esperanza de que alguien las  leyera. A la vez, me ayudan a financiar mi fundación Rompemallas, que brinda formación deportiva a los niños de Ciudad Bolívar.

SEMANA: ¿Tiene estudios?

E. G.: Me habría gustado estudiar Derecho, pero no pude hacerlo porque me faltaron los recursos.

SEMANA: ¿De dónde sacó su vena literaria?

E. G.: Leo mucho. Pero ojo: yo escribo como hablo. Luego me revisa mi esposa, que es docente, y finalmente todo pasa por un editor.

SEMANA: ¿Hace cuánto conduce su taxi?

E. G.: Desde hace ocho años. Y duré cinco escribiendo las historias de mis pasajeros. Casi todos los que se suben a mi carro quieren contar algo. Mi taxi se convirtió en un consultorio, en el que vivo la historia de la ciudad y del país.

SEMANA: Cuéntenos una buena anécdota.

E. G.: Un día llevaba a un joven que empezó a contarme que se quería suicidar por problemas económicos y familiares. Charlamos 40 minutos y, al final, terminé dejándolo en una iglesia. Ahí me di cuenta que la gente necesita que la escuchen y que yo soy un buen consejero.

SEMANA: ¿Por qué los pasajeros le cuentan esas cosas?

E. G.: Necesitan desahogarse, y no suelen tener dinero o suelen tener pereza de pagarle a un psicólogo. Pero hay algo que definitivamente genera confianza: saben que uno posiblemente no volverá a verse, que sus historias quedarán depositadas en un taxi. 

SEMANA: ¿Cómo ve a Bogotá?

E. G.: Hay muchos problemas de movilidad y eso hace difícil el trabajo que al final consiste en llevar plata a la casa. El pico y placa, la piratería, el bicitaxismo… todo esto nos está afectando.

SEMANA: ¿Y qué tal el alcalde Petro?

E. G.: Tiene ideas diferentes y buenas, pero ha tenido que enfrentarse a la burguesía para ayudar a los pobres. Ahí está el problema.

SEMANA: Usted también ayuda a los pobres. ¿Por qué abrió su fundación?

E. G.: Para que los niños tengas alternativas. La financio por medio del libro que se vende en algunas librerías del centro de Bogotá y por encargo. Nació por casualidad. Una vez, durante un pico y placa, fui a jugar fútbol con mis hijos. Poco a poco se fueron uniendo más y más niños y terminamos jugando 32. Hicimos un equipo y nos ganamos un torneo. El premio fue un balón. Cuando lo recibí, uno de los niños me dijo: “Profe, no rife el balón, déjelo para la escuela”. Ahí advertí que tenía un compromiso y, a la vez, el reto más grande de mi vida.