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| Foto: Carlos Martínez

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Mujeres que dominan la aviación policial

En el difícil campo de la aviación militar, varias oficiales de la Policía han hecho carrera y hoy son ejemplo para el mundo.

27 de junio de 2015

Piloto y maestra

LLa mayor de la Policía Nacional Érika Pedraza se convirtió en la primera mujer en América Latina en volar un helicóptero UH-60 Black Hawk, pues tuvo la oportunidad de entrenarse en Estados Unidos en el manejo de estas aeronaves. Lleva más de 12 años volando. También es la primera instructora de estudiantes en la Escuela de Aviación Policial en Colombia.

Mecánica uno A


La subintendente de la Policía Diana Prieto es técnica y tripulante del avión Cessna 206, el cual debe revisar y reparar. Entre sus tareas está examinar el motor, el fuselaje, los cilindros, además de controlar que no haya fisuras ni corrosión y en caso de encontrar algo irregular debe hacer la reparación de la aeronave. Dependiendo del programa de mantenimiento por realizar, un avión puede estar en sus manos desde un día hasta tres meses.

La única que vuela de noche


La capitán de la Policía Kelly García es la única mujer en América Latina que puede manejar helicópteros militares de noche.

Semana.com: ¿Cómo termina una mujer volando un Bell Huey en la oscuridad?

Kelly García: El vuelo de noche siempre había sido de los hombres. Pero hace dos años en la Policía me motivaron diciéndome que tenía todas las capacidades y me dieron la oportunidad.

Semana.com: ¿Cómo se pilotea de noche?

K. G.: Con visores nocturnos. La experiencia es muy diferente. Permite ver las cosas desde otra perspectiva y hace al vuelo muy interesante y, a la vez, bonito.

Semana.com: ¿Le gusta volar de noche?

K. G.: Sí, sobre todo por el importante apoyo que uno puede prestar desde un helicóptero en horas difíciles. Es casi que la única forma de sacar a nuestros policías de una zona que debe ser evacuada.

Semana.com: Usted no solo ha salvado vidas, sino que también ha estado a punto de perder la suya…

K. G.:
En Nariño nos habían matado un policía y los demás estaban emboscados en las montañas del municipio de Chachagüí. Cuando llegamos, nos dispararon desde un cerro. Era difícil entrar, pero oír a la gente en el radio pidiendo ayuda y gritando “¡Nos están dando!”… te alienta a vencer la dificultad. Fue muy doloroso, pero logramos sacarlos.

Semana.com: ¿Por qué fue doloroso?

K. G.: Por el sufrimiento que uno ve. Tener, a veces, que dejar policías en situaciones complejas es una de las cosas más difíciles de mi trabajo. Por eso en los rescates me arriesgo lo más que puedo. Los que están en tierra son como familia, como hermanos que uno tiene ahí.