Nemo

En 1999 comenzaron a aparecer pintados unos curiosos murales en las calles de Bogotá. En los casi 100 que invadieron las paredes de la ciudad se veía siempre la figura sombreada de un hombre con bombín, gabardina y paraguas, en escenas con aire circense. Su desconocido autor firmaba siempre con el seudónimo de Nemo, el nombre con el que el escritor Julio Verne inmortalizó al personaje del capitán del Nautilus en su novela 20.000 leguas de viaje submarino. Poco tiempo después se descubrió que el hombre tras Nemo era Serge Faurie, un trotamundo, matemático e ingeniero de sistemas francés, que había hecho obras similares en su país, España y Brasil. Faurie pintó los primeros murales en paredes situadas a lo largo del recorrido que hacía su hijo hasta al colegio para que el niño estuviera feliz durante el viaje. El rostro de su personaje era el de su creador. Faurie desapareció luego y las últimas noticias que se tenían de él era que había viajado a Cuba a tratar de realizar sus obras en las calles de La Habana. Desde hace más de un año el creador de Nemo volvió a París, donde cumplió 53 años y se dedica a la docencia, mientras sus coloridas obras comienzan a ser recuperadas por el Fondo Rotatorio del Concejo de Bogotá.