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Pidiendo pista

21 de julio de 2007

El accidentado aterrizaje de un avión en Santa Marta, el martes pasado, puso al descubierto las dificultades que deben enfrentar los pilotos en Colombia. Además de la geografía, el clima y los chulos, el tamaño de las pistas sí importa a la hora de aterrizar
 
Bucaramanga: la pista del Palonegro está ubicada sobre una meseta, descender en avión allí puede ser similar a hacerlo sobre un portaaviones, con vacíos a lado y lado de la pista.

Pasto: llegar al aeropuerto Antonio Nariño puede ser como caminar en la oscuridad, debido a la neblina y el mal tiempo.

Cúcuta: el Camilo Daza está en el centro de la ciudad, entre un círculo de montañas donde los vientos hacen que los pilotos desciendan y se eleven hasta encontrar la posición correcta para aproximarse. Incluso hay dos pistas, para que el acceso no sea interrumpido por las corrientes de aire.

Barranquilla: posarse sobre la pista del Ernesto Cortissoz es una odisea, pero no por la geografía ni el clima sino por culpa de los chulos o gallinazos que vuelan en la zona debido a la cercanía de botaderos de basura.