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Unas nalgas, una condena y un paramilitar

26 de febrero de 2006

El caso que concluyó en una condena de cuatro años de cárcel a un mensajero por tocarle las nalgas a una mujer refleja los insólitos bandazos de la justicia en Colombia. En este asunto nadie sale bien librado. Desde los policías que capturaron al abusivo mensajero, Víctor Alfonso García, y se lo trajeron a su víctima, Diana Marcela Díaz, para que ella “lo abofeteara”, pasando por el magistrado Jorge Enrique Soto, del Tribunal Superior de Bogotá, que pidió el castigo al que calificó de “pedagógico”, hasta la declaración del ministro de Justicia, Sabas Pretelt: “Se lo merecía por tocar lo que no debía”. Naturalmente que el infractor debió ser castigado. Eso ni siquiera se discute. Pero lo que la sociedad no entiende es por qué él debe estar 48 meses a la sombra mientras en el mismo país se exhiben sonrientes los jefes paramilitares sindicados de genocidios y, masacres. Incluso a algunos de ellos se les deja en las ricas tierras que usurparon y como si fuera poco, se les paga un salario. Para citar un caso, el del paramilitar Hernán Giraldo, considerado por Estados Unidos como el quinto narcotraficante más grande del país. Así, de bandazo en bandazo, la justicia sólo genera dudas.