Vargas lleras vs. restrepo

El fuego cruzado que se vivió entre el ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, y el ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, dejó en evidencia una instancia que muchos no sabían que existía: la consulta previa con las minorías étnicas que debe hacerse antes de aprobar cualquier ley o proyecto que pueda afectar a las comunidades negras o indígenas.

La pelea, que se desactivó al finalizar la semana pasada, empezó cuando Restrepo acusó a Vargas de un “trancón legislativo” por cuenta de las demoras en las consultas con las comunidades y alertó a la opinión pública que importantes proyectos, como la Ley de Desarrollo Rural, estaban en el limbo por cuenta de este cuello de botella. Vargas Lleras respondió que no había tal trancón, que la legislatura no había ni comenzado, que el despacho de Restrepo había cambiado el proyecto cuatro veces y que el plazo que le habían dado para consultar a las comunidades era muy corto.

Aunque ambos ministros tenían razones de peso para pelear, lo cierto es que nadie sale ganando si la consulta previa se banaliza o se controvierte. Es difícil creer que una idea que pretendía profundizar la democracia pueda estar convirtiéndose en un obstáculo para el desarrollo del país. Pero todo indica que ese peligro sí existe. Actualmente hay megaproyectos enredados por este requisito, entre ellos un tramo de la Ruta del Sol, la vía Cali-Buenaventura, el ferrocarril del carbón en la costa Caribe y el puerto de Brisa en La Guajira. Y con el argumento de lo demorado de la consulta, el gobierno decidió no presentar por ahora el nuevo Código de Minas. ¿Mucha democracia o democracia mal entendida?