ENTREVISTA

“La política está llena de fiascos”

El periodista Daniel Samper Pizano acaba de lanzar su nueva novela Jota, Caballo y Rey, una historia de desilusiones, situada en el primer año de gobierno de Gustavo Rojas Pinilla y protagonizada, entre otros, por un caballo. SEMANA habló con él.

16 de noviembre de 2013

SEMANA: El personaje más llamativo de su libro es el caballo Triguero, ¿Quién fue él?

DANIEL SAMPER PIZANO: Era un caballo criollo, sin un encanto aparente, pero famoso entre 1950 y 1955. No era una estampa de caballo, pero cuando corría no había otro que lo superara. Ganó la Triple Corona, lo máximo en competencia de caballos, y se volvió un ídolo que competía en popularidad con el mejor ciclista, el mejor torero y con el propio Rojas Pinilla, que había subido al poder en 1953. El apogeo de la popularidad de Rojas Pinilla coincidió con la de Triguero.

SEMANA: ¿Era también su ídolo?

D.S.P.: Triguero fue un ídolo nacional y era de los míos también. En mi colegio hablábamos mucho de futbolistas, de ciclistas y de Triguero. Algunos compañeros iban al hipódromo casi todos los domingos, y entonces corrían las leyendas: que fulanito le había dado zanahoria a Triguero… Nunca he olvidado que hubo un gran caballo y que fue tan popular como cualquier otro personaje humano en el país.

SEMANA: La novela se centra en el primer año de Rojas Pinilla, cuando representaba una esperanza de cambio. ¿Por qué resalta usted lo bueno de quién todo el mundo hoy tiene una mala imagen?

D.S.P.: No soy propagandista político de nadie, resalto aquello que me parece interesante desde lo literario. El balance que yo haría como periodista no lo hago como novelista. Yo recuerdo ese año como un año dorado para el país. Por fin terminaba la violencia conservadora, y había muchos signos de que Colombia pronto iba a enrumbarse por la democracia. Se respiraba una nueva atmósfera que duró un año y era la que me interesaba para mi novela.

SEMANA: El Rey, Rojas Pinilla, resultó ser un fiasco. ¿Ve usted ahí un patrón en la política nacional?

D.S.P.: La política colombiana tiene más fiascos que aciertos. A muchos se les recibe con poca ilusión y están a la altura de esa poca ilusión, pero a otros, que se les recibe con grandes ilusiones, se desploman. Nuestra historia política es triste, nunca ha sido luminosa. Siempre han sido ilusiones derrotadas, o pocas ilusiones que al final tienen razón en ser pocas.

SEMANA: En su libro usted no solo se ocupa de las desgracias del Rey y del caballo, sino que también le da espacio a una historia de amistad. ¿Por qué?

D.S.P.: Es un sentimiento tan elevado o a veces más elevado que el amor. Creo mucho en la fidelidad de la amistad. Y la mejor expresión de la amistad tiene lugar en esos años de muchacho, donde uno hace travesuras con los amigos y lo dejan copiar en las previas. Es esa la que procuro reflejar en la novela. La amistad puede estar por encima de todo.

SEMANA: Suena optimista…

D.S.P.: No. Yo soy muy realista y por realista, aunque soy un tipo sonriente, de buen humor y la paso más bien que mal, tiendo a ser pesimista. La amistad de los dos muchachos de mi novela es lo más optimista que pasa en la novela. Todo lo demás son frustraciones, como en la vida.

SEMANA: ¿Y en la actualidad?

D.S.P.: Yo me aferro a luchar con optimismo, sin delirios, pero es que en este momento ser optimista y ayudar a empujar el carro del proceso de paz no es simplemente una actitud pasiva. Soy optimista en el sentido en que creo que en este momento es importante serlo, y aunque no dejo de pensar que todo se puede ir al garete, estoy en las filas de los que hacen fuerza para que la paz salga adelante.

SEMANA: Si en 50 años pudiera escribir una novela sobre hoy, ¿qué historia contaría?

D.S.P.: No sé qué pueda pasar mañana o que me vaya a interesar mañana, pero el símbolo sería la opresión y la violencia. Específicamente contra las mujeres, porque las violan, porque les pegan, porque les pagan menos, porque las discriminan.

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